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Capítulo 1| Despedida

MAX

Un fastidio.

Cualquiera que odie viajar no puede negarme que la peor parte de salir de vacaciones es hacer las maletas. En mi caso, mi fastidio conlleva tres razones: 1) no se que llevar, 2) siento que no llevo lo suficiente y 3) quiero llevarlo todo en caso de emergencia. Probablemente la noticia sorpresa le habría venido excelente a alguien más, pero no a mí. No de la manera en la que me la dieron. Y definitivamente no en este momento.

Más que nada por que, esta vez, no solo se tratan de unas simples vacaciones.

Siento mi corazón hundirse al ver a Joss recargado en la entrada. Esta de brazos cruzados charlando con Anna, mi hermana pequeña, que le muestra como ha personalizado el peluche que le regalo él hace un par de días.  

—¡Guau! Pero que guapo lo haz dejado. Oye, ¿crees que puedas peinar así a Max? Parece uno de los Trolls siempre que trata de hacerse una coleta.

Ofendida observo como Anna ríe divertida llevándose una mano a la boca.

—Eso es por que rapaste todas mis muñecas—defiendo acercándome—. Mi única opción era practicar en ti y ahora solo se hacer coletas de ese estilo.

Una risa corta sale del fondo de su garganta pero pronto sus labios forman una linea recta y extiende los brazos acercándose. 

—Ven aquí—dice antes de rodearme con ellos.

Esta es otra de las cosas que odio de viajar: las despedidas.

—No serán vacaciones, ¿cierto?

Su pregunta es suave casi como un susurro. Siento sus lagrimas caer en mi hombro y el nudo en mi garganta se intensifica cuando al negar, su abrazo se vuelve más fuerte. Descubrí la noticia hacer poco y desde entonces repetí en mi mente que no era cierto, que solo se trataban de unas estupidas vacaciones como las que hacíamos todos los años,  tratando de que fuese mas fácil a la hora de despedirme, pero no funcionó.  

Sus ojos están rojos cuando nos separamos resaltando más su color verdoso. Joss tiene unos ojos preciosos, nunca me cansare de repetirlo aunque aveces lo moleste diciendo que son color moco. Me pregunto cuanto tiempo pasara para volver a verlos de nuevo. Sus labios forman un puchero al pasar su pulgar por mi mejilla, limpiando una de las lagrimas que he dejado escapar. 

—¿A donde?—pregunta triste. 

Y quisiera responderle, decirle que probablemente no muy lejos de aquí y que podríamos vernos los fines de semana o en las tardes libres, pero no tenía ni idea de a donde iríamos y lo odiaba. 

—No lo se—mis voz apenas sale—. No me lo han dicho. Dicen que es parte del castigo.

—¿Castigo?—arruga el entrecejo confundido— ¿Esto es por lo que ha ocurrido con Lady Voldemort? 

—Por la pelea—confirmo.

Si, estuve involucrada en una pelea pero eso no parecía ser sorpresa. Desde el inicio del instituto se agregó una clase extra a mi horario escolar gracias a que a Melanie Hoffman se le ocurría una nueva manera de romperme las pelotas cada día. La famosa clase de detención. Básicamente consistía en dejar a los estudiantes de mala conducta solos por una hora realizando tareas comunitarias como: ordenar los exámenes de alguna clase, limpiar algún salón o preparar la pizarra para el siguiente día. Y cuando digo "solos" me refiero a dejarnos con Jeff, un hombre calvo de cuarenta y cinco años que pasaba la mayoría de clase tomando una siesta o jugando al Candy Crush sin prestarle el mas mínimo grado de atención a nadie. Usualmente las cosas solían calmarse en días importantes como los días de examen o cuando habría un evento, pero esa vez fue diferente. 

DESDE MI BALCÓN©Where stories live. Discover now