Capítulo VI: Estereotipos

27 1 0
                                    

Estereotipos.

Blake, ya de por si, no le apetecía estar en ese colegio de ricos, de niños pijos y mimados. Ahora tenía otro puñetero problema ahora, teatro. Él no deseaba ni anhelaba el papel de Romeo. Genial, ahora debería serlo. No servía para esas cosas poéticas, ni le interesaban.

Negó amargamente con la cabeza en la salida del instituto. Le dio otra calada al cigarrillo marca Malboro, el humo bajaba por su garganta quemándole, un ardor que amaba. El tabaco era su compañero, lo relajaba en sus tiempo de histeria y no se quejaba de su mal carácter ni juzgaba. Aunque realmente, era una amigo falso.

Mientras observaba, pudo ver como una joven de cabello cobrizo, porque estaba de espalda, salía del instituto. Su manera de caminar, meneando las caderas y sus zapatos de tacón le dieron a entender que era Francesca Pavarotti. Cara de diablo y labios de cereza. La seducción personificada en mujer. Una muchacha caprichosa y la más conocida en toda esa institución. Había coincido con ella alguna veces y podía decir que era todo un crucigrama esa chica.

Su teléfono empezó a sonar, primero lo dejó seguir. No estaba de humor. Nunca lo estaba. Cuando el ruido se hizo irritante y no ceso, le contestó en el tercer tono. No le hizo ni gracia saber quien era.

—¿Qué quieres, hijo de puta?—ladró, tajante. Al otro lado estaba uno de sus mejores amigos.

—Bájale a tus humos, Blake.

—No me digas que hacer, ¿vale?

—Vale, vale. ¿Qué te ha pasado? ¿Te han echado la bronca en ese colegio de pijos?

—Que va, no. Pero se podría decir que voy a ser un Romeo.

—¿De qué hablas, idiota? ¿Romeo y Julieta?—se mofo.

—Lo que haz oído, Cook. Voy a ser actor y una puta mierda—al otro lado de la línea se escuchó una carcajada agria.

—¡No jodas! ¿En serio? Mira que a mí no me va el teatro ni esas cosas poéticas pero por ti pagaré por la entrada, guapote—Blake rodó los ojos y estuvo a punto de cortar la llamada.

—Ya, alguna manera encontraré para safarme de la puta obra. Ni creas que me verás en un escenario.

—¡Romeo, romeo, ¿dónde estás que no te veo!?—bromeó.

—Deja de joder, a ver, ¿a qué debo el placer de una llamada del famoso Theo Cook?—habló sarcasticamente.

—Pues preparate amigo mio, porque daré una fiesta este fin de semana y estás invitado. Vendrán muchas mocosas de tu colegio.

—¿Con que ahora te gustan las colegialas, eh?

—Sabes muy bien que a mi las chaparras no van, nada mejor una mujer con experiencia.

Theo era mayor por tres años, aunque dejaba mucho que desear en su madurez. Lo conoció ya hace un tiempo, en la correpcional. Era un niño rico juntandose con malas influencias. Por aquel momento, Blake debía tener unos catorce, quince años. No era más que un crio jugando en cosas ilegales, Theo era la misma mierda. Él gozaba de tener diecisiete años, por lo tanto, cuando cumpliera los dieciocho se marcharia de ahí. Como había sido condenado por causas menores, no tuvo que cumplir tiempo en la cárcel. Blake tampoco, incluso había salido antes. Actualmente, Theo estudiaba en una universidad donde no ponía ni la más minima atención, sólo se encontraba allí por ordenes de su jodido padre.

—¿Otra fiesta?

—Nunca son demasiadas fiesta, Blake.

—Tus padres van a matarte, Theo. Ten cuidado con lo que te metes.

Lo que ocultan las etiquetasTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang