Capítulo 16

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Suspiré mientras le quitaba el envoltorio a otro triangulito de queso blando y me lo llevaba a la boca. Si mi médico personal fuera un poco inteligente notaría que la vache qui rit era como una droga para mí. Eso y el Nutella, los pains au chocolat, el helado, las Pringles, la pizza. ¡Bendita actividad física! Tenía una buena dieta en lo que implicaba las cuatro comidas básicas, sobre todo porque tres de ellas eran preparadas en el departamento por Stelle, pero como cualquier adolescente no dudaba en comer lo que me gustaba cuando tenía la oportunidad.

Continué mirando el techo y... nada. A pesar de estar en buenos términos, en más que muy buenos términos, eso no había impedido que Jack y yo tuviéramos el mismo problema que siempre teníamos al cambiar de lugar. Esta vez él había sido más rápido y había ganado, se había quedado con el dormitorio y la cama por lo que tendría que dormir en el sillón. De todos modos no era algo que me importara mucho, mi victoria no fue absoluta pero el sillón se hacía cama y una bastante confortable según mi pasada experiencia. Era prácticamente un empate esto, no sufría muchas pérdidas.

Estaba bien. Excepto porque había encontrado el bolso con ropa de mi hermano en el dormitorio. Este había sido el último lugar en el que él había estado y sabía que no entraría por la puerta para tomar el bolso que había dejado atrás. Ropa, nada más que eso. Ningún celular, ninguna computadora portátil, ningún artefacto electrónico, nada. Solo ropa. No habíamos encontrado nada que pudiera sernos útil pero yo aún seguía recuperándome del shock. Jack me había preguntado varias veces si estaba bien pero había dejado de insistir al saber que yo solo quería silencio.

Y ahora, tirada boca arriba mirando el techo y comiendo lo que había encontrado en el refrigerador, no estaba haciendo nada productivo. Al menos Ethan me había dejado algo rico para comer. Unos pocos minutos, eso me había dicho que serían. Solo un descanso, un respiro. Mi hermano había estado allí, había salido una vez y no había vuelto, alguien se había ocupado de que no lo hiciera. Y ese alguien tendría que lidiar con una versión muy cabreada de mí. ¡Si perdía a Ethan perdía con él mi dotación siempre disponible de dulces!

Respiré profundamente, me puse de pie y comencé a revisar el lugar. Se trataba de un departamento pequeño en el que el amigo de Josh había invertido. Una sala que con suerte era más grande que el único dormitorio, dos baños, una diminuta cocina que apenas tenía lugar para estar de pie. Había ropa pudriéndose en la lavadora, objetos personales en el baño, un abrigo y un par de zapatos en el placard de la entrada. Puse los ojos en blanco al encontrar una hebra de cabello rubio en el abrigo y fruncí la nariz al olfatear apenas el rastro de un perfume de mujer. Ricci Ricci. Bien, al menos mi hermano no la había pasado mal estando en París y tampoco tenía que dudar de su relación con las mujeres.

Nada estaba fuera de lugar, nadie había entrado allí. ¿Cómo lo había sabido? Fácil, el cabello en la puerta principal cuando entramos. Un truco sencillo que Ethan me había enseñado y yo también utilizaba. Por lo tanto éramos los primeros en estar aquí desde que mi hermano había partido y dudaba mucho que él se fuera por propia voluntad dejando todo aquello atrás. ¿Entonces debía suponer que aquí, junto con todas sus pertenencias, también estaba el programa Pandora? Al menos aquello nos reducía notablemente el margen de búsqueda. ¡Pero estábamos hablando de Ethan! ¡Los dibujantes de Buscando a Wally eran menos complicados que Ethan! ¡Buscar algo que él había ocultado en este pequeño departamento era como buscar un oasis en un desierto! Ni siquiera sabía exactamente cómo lucía lo que estaba buscando. Un CD hubiera sido lo más lógico pero ya no podía asegurar nada de antemano en este mundo.

Y aún peor que eso. No dejaba de dar vueltas en el departamento pero hasta el momento no había encontrado ninguna pista, nada que Ethan pudiera haberme dejado para guiarme. Los sujetadores estaban bien, todos y cada uno de ellos normales como se suponía que debían estar. El polvo indicaba que nada había sido movido de lugar ni el orden de los libros en un estante alterado. Los cuadros estaban todos derechos. Las perchas en el placard de la entrada colgadas todas del mismo modo. Se trataba de uno de los juegos de Ethan pero este iba mucho más allá del nivel experto.

Pandora **disponible en físico y e-book**Donde viven las historias. Descúbrelo ahora