🍃 Capítulo 4 🍃

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|Manchado|

Pasaron las horas mientras Miguel bebía una copa de su vino favorito y miraba por la ventanilla disfrutando el paisaje y pensar en todo lo que le haría a su preciado castaño.

El chófer habló.

-.Señor Miguel, hemos llegado.- dijo cordialmente mientras baja a abrirle la puerta a Miguel para poder salir con el castaño en brazos después de haberlo desatado cuidadosamente para no hacerle daño a su tan y ansiado tesoro.

-.Perfecto, vuelve cuando las cosas se pongan serías por aquí, te estaré enviando órdenes.- dijo el pelinegro serio.

Mientras tanto los esbirros de Miguel que habían llegado antes al lugar, abrían las puertas de la gran mansión.

Miguel llevaba en brazos a Rubén como si de un recién nacido se tratará, al entrar al lugar olio un peculiar olor de una comida que le encantaba al castaño, sushi vegetariano, Miguel quería que cuando el castaño volviera a estar consciente se sintiera como en casa pero eso sería bastante difícil...

Subió a la primera planta y lo acomodó en la cama de la habitación más espaciosa y cómoda de la mansión.

Al acostar al castaño le dio un dulce beso en los labios y se quedó embobado viendo sus mechones de pelo dorados, mientras iba bajando la mirada se mordia el labio al ver la figura tan delicada y frágil que tenía el castaño, empezó a tocar su mejilla, era suave como la seda, su piel era igual que la nieve demasiado blanca, Rubén simplemente era una obra de arte andante, se acerco a él de nuevo y le susurró al oído.

-.Nunca podrás salir de aquí Rubén... Eres mío y de nadie más podrás ser.- susurró Miguel delicadamente con un toque de cinismo en lo ya dicho.

Al retirarse de la habitación del castaño cerró la puerta con llave y dejo a un esbirro al cuidado de la habitación.

...

Rubén desorientado y con un fuerte dolor de cabeza abrió débilmente los ojos mostrando así sus orbes color esmeralda, no recordaba nada de lo que había pasado no sabía dónde estaba, se sentía asustado, débil.

Levanto con todas sus fuerzas su tronco y apoyo las mano en la cama para que no cayera su cabeza otra vez a la suave y cómoda almohada de la gran cama en la que estaba acostado y abrió los ojos aún más, a su alrededor vio un lugar demasiado refinado y lujoso, era una habitación.

Al lado de la cama había una mesilla de noche con una pastilla que ponía "comeme" y un vaso con un líquido transparente con color rojo que ponía "bebeme".

Confundido por todo lo que estaba pasando cogió el vaso con esa sustancia transparente de color rojo y bebió un poco, al degustarlo sintió un sabor a frutas del bosque.

Era una de las bebidas favoritas del castaño, agua con sabor a frutas del bosque.

Pensó que si se bebía la pastilla no pasaría nada, que lo mejoraría, así que tomó la pastilla con un poco del agua.

Al cabo de unos minutos se sentía mucho mejor pero aún no se acordaba de porque estaba en ese lugar.

Se levantó de la cama y camino hasta poder divisar un gran sillón con unas prendas puestas encima suya.

Síndrome de Estocolmo - [RUBELANGEL] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora