<•> Capítulo trece <•>

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—De lo...s gaf-fetes. Yo eh, firma suya.

—Oh, sí —me los entregó—. La que me mencionaste en el correo. Entonces, ¿está todo listo?

—Sip. Si usté quiere, poede inici-ciar hoy, con las fot... fotos.

—¿De verás? ¿Así de rápido? Me parece perfecto. Ay, pero... tu rostro —le señalé la mejilla—, las marcas saldrán en la fotografía.

—No, no, no —comenzó a mover la cabeza de un lado a otro—. Fue mi inrespon-ponsa... —se calló a mitad de la frase.

—Irresponsabilidad —le ayudé.

—Es ifícil —dijo, frunciendo el ceño—, no, no uedo.

—Anda, dilo poco a poco, después de mí: Irres...

—Irres...

—Pon...

Y así continuamos hasta que por fin, la dijo, con algo de lentitud, pero sin equivocarse.

—Irres...ponsabilidad —suspiró.

—¡Eso es, bien hecho! —hablé con felicidad y comencé a dar pequeños aplausos—. Además, fue culpa del gato. Podemos empezar mañana, Lane; no hay problema.

—No se a-atrase por cul-ulpa mía. —firmé los papeles.

—¿Lograrás convencerme? —pregunté con ironía, ya que estaba mostrando poca ética profesional en aquel momento.

Entonces, se vio indeciso, y también, un poco aprovechado. Pues, entrelazó sus dedos, juntando ambas manos, y poniéndolas a la altura del pecho, exclamó:

—¡Po-po favo-vor! —luego, levantó sus cejas, y toda mi concentración se derrumbó cuando estiró su labio inferior hacia abajo, haciendo un tierno y lindo puchero.

—Bien. Se-será hoy, Lane —¿En serio? Era tan débil, que sólo lo pidió una vez y yo accedí de una manera vilmente fácil—. Espérame aquí.

Me puse de pie y caminé hasta Romy. Ahí, aclaré mi garganta, y levantando la voz, avisé:

—Presten atención un momento, por favor —de repente, todos pararon de hacer sus cosas—. Les informo que el día de hoy, se tomarán las fotografías para los nuevos documentos laborales; se volverán a implementar los gafetes de identificación —no tuve que esperar mucho para escuchar las quejas de cada una de las chicas—. Y no se preocupen, sé que es muy repentino, pero no queda de otra. Todos aquellos que quieran arreglarse un poco, tienen un máximo de diez minutos, especialmente las chicas. —suspiraron alividas—. Se llevará acabo en el Sector Creativo, y se les llamará conforme el departamento. Bien, sería todo, pueden ir a eso... —dándole vuelta a mi dedo índice, me señalé el rostro—, arréglense si así lo desean. Romy —me dirigí a ella—, encárgate de avisarle a todo el edificio, por favor.

—¡Claro!

Volví con Lane y otra vez, estaba entretenido con los peces.

—Hooo... laaaa —lo escuché decir.

—Hooo... laaaa —lo imité, y lo puse incómodo por ello—. Siempre que vienes les prestas mucha atención.

—Es que yo... qu-quieru peguntar...

—Pre-gun-tar.

—Pre-preguntaar, el nombe, ¿cua-ál nomb-bre tienen? —me tomó por sorpresa.

—De hecho, ninguno. ¿Soy un mal dueño, verdad? —me culpé por ello— Nunca pensé en uno —abusé de la confianza, y coloqué mi mano en su hombro— Escógelos tú, ¿vale?

—¿Yo? Son su-suyo...

—¡Por favooor! —ahora quien estiró el labio, fui yo.

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En una habitación íntima de esa área, mandé a preparar un fondo blanco, una silla y un trípode frente a estos elementos. Cuando llegué al Sector Creativo, con Lane, todo estaba en orden. Burke estaba haciendo sus cosas, y me alegré, de que no tomara la iniciativa de saludar a Ivo, porque si lo hacía; estaba seguro que haría otra escena rídicula.

Tamara, fue la encargada de ayudarnos junto con Romy. Y ambas, comenzaron a hacer los llamados a los departamentos. Las recepcionistas, los oficiales de seguridad y las personas encargadas de la limpieza, fueron los primeros. Todas las chicas, obedecieron y se pusieron algo de maquillaje.

Tomaban asiento y luego un rápido y luminoso flash, hacía la captura del retrato. Ivo se encargaba de esto. Ver su rostro de satisfacción y alegría, no tenía precio.

—¡Ya llegué! —gritó Sophie, obligándome a dejar mis lindos pensamientos. Ella, era la única que ni siquiera, se puso labial.

—Por desgracia... —dije.

—Ivo de mi vida —sus palabras me molestaron—, haz que quede hermosa, ¿sí? Ya si no salgo bien, hazle algo con el photoshop —se sentó y acomodó su cabello por última vez— eso si que hace milagros.

—Bi-bien, ah, ¿li-lista?

—Yo nací lista, baby —le dijo, e Ivo, tomó la foto.

Sólo, me dediqué a negar, completamente avergozado por lo ocurrente que era. Y las negaciones no acabaron, pues al rato, James llegó haciendo el mismo ridículo que Sophie.

Poco a poco, todos ya habían pasado por la sesión. Luego de esto, Romy y Tamara, fueron las últimas.

—Muchas gracias a las dos, me han salvado —dije con sinceridad.

—Con mucho gusto —respondieron ambas, para volver a sus puestos.

Ahora, estábamos solos en la habitación. Ivo estaba súper concentrado mirando las fotos desde la cámara.

—¡Genial! Me toca a mí —dije, sentándome. Acomodé mi cabello y arreglé mi corbata.

—¿Lis-isto? —seguido de esta palabra, sonreí enormemente a la cámara.

—Ahora vas tú —me levanté y lo obligué a sentarse—. Pero, quiero que sonrías grande, ¿de acuerdo? Expresa lo feliz que estás de trabajar con este imbécil.

Por primera vez, lo escuché reír. Y fue una de las cosas más lindas que había presenciado en la vida.

—Exacto, así. Pero ahora, mira aquí —le pedí.

Si la risa fue hermosa, su gesto de felicidad, lo era mil veces más. Mostró todos sus lindos y blancos dientes, junto a unos sexies hoyuelos en cada mejilla.

Pude presenciar con claridad, como mis sentidos se descontrolaron. Había tomado la foto perfecta.

Sus rasguños, no eran tan visibles en la foto.

—Tienes una sonrisa realmente linda —dije, recostándome al trípode, sin importarme que podía dañar la cámara.

—Ga-gacias... —contestó, apartando su rostro sonrojado de mi vista.

Suspiré, y sin titubear, le dije:

—Deberías sonreír más seguido. Puedes alegrarle el día a alguien sólo con hacerlo. Como a mí, por ejemplo.

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Perfecta ImperFecciÓnWhere stories live. Discover now