Capítulo 4: Twitter y otros besos ☑

1.5K 71 7
                                    

En ese instante, aquel pensamiento venía acompañado de un mal presentimiento. Algo no iba del todo bien.

A pesar de tener la música muy alta con mi grupo favorito sonando en la radio, el presentimiento no desaparecía. Quizá algo estaba yendo realmente mal.

Fue entonces cuando decidí coger mi móvil para ver mis notificaciones de WhatsApp y Twitter.

Sorprendentemente, no tenía WhatsApps de nadie, salvo de un chico un poco desastre de mi clase pidiendo los deberes, algo normal. Sin embargo, sí que había una notificación de Twitter, de éstas que aparecen cuando tienes a alguien marcado como favorito (en mi caso, a todos los de mi clase). Se trataba de Kaytlin, la odiosa y despiadada Kaytlin.

- No puede ser -dije cuando vi el tweet de mi compañera de clase en la pantalla del móvil.

(Tweet)

¿Habéis visto la reacción de Lina en clase de Biología? Ja,ja,ja, penoso. Tenía cara de habérsele muerto alguien. RT y difundidlo.

-¿Se puede saber de qué va la idiota esta? ¿Qué se cree? No me lo puedo creer, es la persona mas arpía que conozco -grité ahogadamente en mi habitación, como si alguien pudiera escuchar lo que estaba diciendo.

Me encontraba dando vueltas por mi habitación con el corazón latiéndome a mil por hora y yo sin saber qué hacer.

En aquel momento se me ocurrió algo, y decidí mandar un mensaje a Mike para contarle lo sucedido.

14:10 Mike, no me puedo creer lo que me acaba de hacer Kaytlin... mira su último tweet... como si ya no tuviera bastante.

Mike contestó enseguida:

14:11 ¿¿¿Qué??? ¿Pero cómo puede hacer eso? No se lo voy a perdonar JAMÁS (cara enfado).

Estaba sufriendo, pero ver el mensaje de Mike indicando que me apoyaba me hacía sentir algo bien. Fui a contestarle, sin saber exactamente qué podría ponerle, pero en ese instante me llamó.

Dudé en cogerlo pero me decidí y descolgué, deslizando el botón verde hacia la derecha con mis dedos temblorosos.

- ¿Sí...?

- Lina, soy yo Mike, ¿cómo estás? Voy de camino a tu casa, y no voy a aceptar un no por respuesta aunque digas que estás bien porque se que no lo estás. Y tampoco me digas que no hace falta que vaya que se te pasará y bla, bla, bla. Estoy llegando.

Era exactamente lo que tenía pensado decirle, pero no pude resistirme a decir que sí después de tanta insistencia por su parte. Una parte dentro de mí quería que él estuviera conmigo.

- Como quieras, no te diré que no...

Colgué y me arrodillé en el suelo mirando a un punto fijo, con la mente en blanco.

Al cabo de unos pocos minutos sonó el timbre de mi casa, haciendo que me sobresaltara y lanzara un pequeño grito.

Me acerqué a la puerta aún temblando y abrí la puerta lentamente a mi amigo, que no tardó en empujarla suavemente para lanzarse a mis brazos para abrazarme en cuanto me vio.

- Te quiero Lina, no sufras por nada ni nadie, estaré aquí siempre. Siempre a tu lado.

Me miró directamente a mis ojos húmedos y sin apenas darme cuenta de lo que estaba ocurriendo, nuestros labios se adherieron como siempre lo había deseado. Yo no lo esperaba. Fue algo mágico, algo que estaba esperando desde hacía tiempo y no había ocurrido por el miedo que tenía de expresar mis sentimientos hacia él. Y por miedo a que nuestra amistad se perdiera para siempre por un pequeño error.

Pero ahí nos encontrábamos, el uno pegado al otro, besándonos, sintiéndonos cerca, y de repente todo lo malo se desvaneció y solo existíamos él y yo, nadie más.

- Gracias, Mike.

- No, no me des las gracias por nada, Lina.

Me acarició suavemente el rostro y nos dimos nuestro segundo beso, cálido, pero incomparable con el primero.

Fuimos a mi habitación y empezamos a hablar de lo ocurrido. Los dos hablamos de nuestros sentimientos y de lo que sentíamos hacia la otra persona. Al parecer el amor era recíproco.

Parecía como un sueño, él era perfecto, moreno, ojos marrones como los míos, delgado pero con buena musculatura. Resumiendo, para mí, perfecto.

Mi estómago empezó a rugir, quién sabe si por las mariposas que revoloteaban en mi interior o por el hambre que sentía. Pensé que era un conjunto de todo y...

- Mike, necesito comer algo.

- Eso no es problema. ¿Qué es lo que te apetece?

- No sé... solo necesito comer algo.

-Vale, entonces será sorpresa. ¡Espera aquí pilla!

Y se fue directo a la cocina a preparar cualquier manjar.

Comimos rápidamente cuando la comida ya estaba preparada y nos fuimos de nuevo a mi habitación.

Fue una tarde estupenda que pasé junto a él cantando canciones, viendo la tele, besándonos..., que esperaba que se repitiera más veces.

Estuvimos viendo la primera temporada de una serie que le recomendó un amigo a Mike, llamada American Horror Story.

- ¿Y de dónde has sacado esta serie tú? -le pregunté a Mike.

- Me la recomendó Rory, un amigo.

- Anda, pues está bastante bien.

De repente, en la pantalla de mi televisión aparece una sirvienta aparentemente "mayor" pero que los chicos la ven como una... ¿veinteañera, quizá?

- Buah, ¿esto qué es? La tipa esta es un poco guarra, ¿no?

- No sé -se rió Mike-. La verdad es que es la primera vez que veo la serie.

- Mm...

El tiempo transcurrió y llegó el momento que yo no quería que llegara. Mike tenía que irse.

- Lo siento, debo de ir a casa ya. Mis padres estarán esperándome, y no les gusta que esté fuera hasta tan tarde. Pero tranquila, conseguiré escaparme algún día -me guiñó un ojo y se levantó de la cama.

- Vale, no te retendré más.

- Sabes que me encantaría quedarme aquí contigo, pero tengo que irme.

- Sí... Te acompaño.

Fuimos hasta la puerta y nos despedimos con un beso y un abrazo muy fuerte.

- No te preocupes por esa idiota, ¿vale? -intentó consolarme él.

- Lo intentaré. Hasta mañana.

- Hasta mañana, Lina West -sonreímos, y acto seguido, Mike se fue.

Cerré la puerta y me apoyé de espaldas a ella con una pequeña sonrisa al pensar en él y en lo que había comenzado en aquella tarde. Solo esperaba que cumpliera su palabra y estuviera conmigo siempre. Siempre a mi lado.

Siempre a tu lado ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora