— No me importa lo que piense tu padre, presidente o quien sea acerca de ti porque yo si te amo.

— Jackson, por favor —sollozo— Necesito más tiempo.

— ¿Tiempo? —él se rio sin humor— Estoy harto de estas estupideces, eres una mujer egoísta.

— No, Jack, espera.

— Quiero a alguien que me ame sin reservas, Clarissa, así que no haré las cosas más difíciles para ti. Considera roto nuestro compromiso...

— ¡Joder, mi cabeza!

La voz de, Sean, me sacó de mis sueños, aún me sentía en medio de el, en algún punto mientras cuidaba que el bruto con el que estaba no muriera, debí quedarme dormida, la situación era chistosa si la veía un tercero, pero nada había sido real y agradecía que un sueño que parecía tan real no lo fuera, nunca habíamos estado a punto de romper nuestro compromiso.

— Voy por una pastilla.

— ¿Clarissa? —Me da una mirada, preocupado— ¿Estás bien?

— Tuve una pesadilla —Hasta ese momento fue que me di que estaba llorando— Ya regreso.

No tardé demasiado en encontrar las pastillas que había pedido la noche anterior y junto con un vaso con agua regresé a la habitación y se los di. Él no tardó demasiado en tomarse el ibuprofeno junto al agua, tenía un aspecto espantoso, pero al menos estaba despierto y no inconsciente como había temido que quedará la noche anterior.

— Si, Elvira, me viera cerca de, Annie, seguramente me castraría —él rio sin humor— ayer descubrí que, Annie, ya no estudia en la escuela que solía hacerlo, ya no sé dónde encontrarla.

— La vamos a encontrar —tomo su mano— tiene sus apellidos, ¿verdad?

— Si.

— Vamos a recorrer el pueblo y en la tarde iremos a esa escuela, quizá nos den información.

— Tiene seis, Clarissa, no debe andar sola por el pueblo.

— Sola no, pero a los niños les gustan los parques, es mejor eso a nada, Sean, no seas pesimista además la última vez que recuerdas haberla visto fue por esta zona y no es tan grande, nada perdemos intentando.

Él asintió y cada uno se fue a dar una ducha, me coloqué un overol de Jean con una blusa blanca debajo de el. Reí al verme al espejo, Jack, se burlaría de mi si pudiera verme, diciendo que parezco granjero, amaba molestarme con cada cosa que podía y eso incluía desde mis pijamas hasta mis bragas.

Podía parecer loca, pero no podía evitar reír de solo imaginarlo molestando con eso como solía hacerlo.

— Clary, soy tu novio y en meses no he visto nada de carne, solo pijamas feas y blusas diez veces tu talla.

— ¡Jackson! —dije sonrojada— No estoy lista

Veía el suelo, avergonzada sin saber que más decir, llevábamos unos cuantos meses saliendo y, Jackson, nunca me había visto desnuda, al menos de una forma no accidental o con un doble propósito.

— Cariño —su voz se volvió más suave— esperaré por ti todo lo que haga falta, prometo no volver a molestar con eso, no llores, por favor, soy un tonto.

— Lo siento —lo veo con lágrimas.

— Nada de lágrimas, señorita —Me empieza a llenar de besos— ¿recuerdas cuando te dije que no importaba esperar a casarnos?...

— Pero tú quieres.

— Siempre cumplo mis promesas, Margarita, aunque pensándolo bien un modelaje en ropa interior o un pijama que no sea un pantalón de abuela no estaría mal para empezar —dijo insinuante riendo al ver mis mejillas encenderse— por ahí vi un encaje negro que se debe ver precioso en esas nalguitas.

— ¡Jackson! eso es privado.

— Esa palabra no existe para tu novio —dijo riendo— Yo lo sé todo, pequeña.

— Pervertido —dije riendo.

— Solo con mi sensual, margarita —besa mis labios— te amo, Clarissa.

Sonrío con nostalgia, no soy una chica con complejos y deseaba muchísimo a, Jackson, desde que lo conocía, pero nunca habíamos llegado hasta ese punto porque, llámenme anticuada, pero yo deseaba hacerlo hasta que me casara, quería hacer las cosas bien con, Jackson, para que lo que teníamos durara para siempre y eso había significado contenernos un poco.

Jackson, todo ese tiempo había sido comprensivo, de vez en cuando se reía de mí o dejaba insinuaciones en el aire, pero siempre que sentía que traspasaba esa barrera se detenía, respetando mis límites y eso sólo hacía que lo amara más porque inclusive cuando alguna desubicada lo buscaba, él me respetaba a pesar de que no teníamos sexo y podía excusarse con eso para serme infiel, cosa que nunca hizo.

Es difícil, por no decir imposible el encontrar a alguien como él, cada imperfección lo hacía más real, porque así es, Jackson, alguien con quien solía pelear por cosas insignificantes o reír hasta llorar.

Cada vez que teníamos una discusión un poco más fuerte él simplemente se iba dejándome a mí en casa con mis gritos y a las horas regresaba, nunca le pregunté por qué lo hacía ya que me molestaba que lo hiciera, pero siempre regresaba o siempre lo buscaba, ningún enojo era mayor a lo mucho que nos amábamos.

— ¿Lista para irnos?

— Lista.

— Lista

Oups ! Cette image n'est pas conforme à nos directives de contenu. Afin de continuer la publication, veuillez la retirer ou télécharger une autre image.
Frágil [1° Trilogía Puntos De Quiebre ]Où les histoires vivent. Découvrez maintenant