29.

81 4 0
                                    

Jackson, había logrado convencerme de tomar una siesta, no me gustaba dormir por las tardes, pero había insistido tanto y ahora estaba sola en la cama y probablemente no podría dormir en toda la noche gracias a él.

Me di vuelta en la cama emperezada para tomar su almohada e intentar seguir durmiendo, pero cuando lo hice, pude ver un pequeño papel doblado a la mitad, lo abrí curiosa y empecé a leerlo.

Hola mi margarita durmiente

Seguro estas muriendo de la curiosidad por saber qué era lo que decía esta nota, pero vas a tener que esperar un ratito para averiguarlo, sólo te daré una pista y es que tienes que seguir los pétalos de las margaritas.

PD: Son trece pétalos, pero te regalo dos.

Te ama con locura, tu amado, Jackson.

Sonreí terminando de leer la nota, debo admitir que me siento intrigada y emocionada, nunca nadie había hecho algo así por mí, con cuidado había tomado los dos pétalos y leí lo que sobre ellos decía, Te veo —decía en uno y en el otro— Me ves.

Intrigada empecé a recorrer la casa en busca de los otros once pétalos restantes, me encanta esto, era como una búsqueda del tesoro, pero mucho más emocionante y romántico.

No tengo ni idea de dónde buscar los siguientes pétalos y tampoco sabía dónde podía estar, Jackson, tan sólo esperaba que no los hubiera escondido en donde nunca los encontrará.

Solía mantener todo en orden y los cajones cerrados así que al ver el armario abierto de par en par suponía que ahí debía haber algún pétalo. Llegué al armario y sobre mi vestido amarillo, ese que había usado en nuestra primera cita, estaban dos pétalos más que decían; Me gustas —en uno de ellos y en el otro— Te gusto.

Reí leyéndolos y seguí en mi búsqueda, por cada paso que daba me sentía aún más ilusionada, hasta el momento había disfrutado de cada pétalo y quería saber cuál sería el siguiente. No tardé demasiado en encontrarlos ya que estaban junto a unos calzoncillos de, Jack, que estaban tirados en el suelo y los pétalos decían; Te desespero —en uno y en el otro— Me vuelves loco.

Fue inevitable no reír ya que, Jackson, mejor que nadie sabía cuánto me desesperaba que dejará sus calzoncillos tirados por toda la casa, como si el piso fuera la cesta de la ropa sucia.

Recogí los calzoncillos del suelo y me fui a llevarlos a la ropa sucia, sólo está vez no diría nada porque me había hecho sonreír, quien lo diría, lo que más me desesperaba lo había convertido en algo hermoso, por eso y más amaba a, Jackson.

Sobre la cesta de la ropa sucia encontré otros dos pétalos en uno decía; Me das paz —en el otro— Te doy caos. Cuan cierto era, en más de una ocasión se lo había mencionado, el me traía todo el caos y libertad del que toda mi vida me habían cohibido, al conocerle también había conocido la libertad, pero en lo que si no estaba de acuerdo era en cómo alguien como yo, tan loca y despistada podía darle paz.

Ya sólo me quedan cinco pétalos por encontrar, por cada pétalo me sentía más ansiosa, porque no sabía que era lo que tramaba, Jackson, o si sólo me había puesto a cazar un tesoro.

Salí del baño y me fui a la mesita de noche en busca de mi teléfono, para ver si tenía alguna llamada perdida o texto de, Jack, con alguna otra pista, pero al lado de mi teléfono estaban dos pétalos más, en uno decía: Tengo miedo —y en el otro— tienes miedo. Al terminar de leer los pétalos me percaté que debajo de ellos estaba la camisa con la que había limpiado su sangre el día que casi muere ahogado, ese día fue uno de los peores de mi vida, no sé qué hubiera pasado si, Matt, no lo hubiera podido sacar del agua.

Sentía miedo, miedo de perderle y por lo que decía el pétalo y lo que esa camisa significaba podía asegurar que él también sentía miedo de perderme y eso era algo reconfortante, ya que era una promesa no dicha de que siempre cuidaría de mí, así como yo lo haría con él.

Ahora más que nunca estaba ansiosa por encontrarle, deseaba comérmelo a besos. Llegué a la cocina con la esperanza de que estuviera ahí, pero en su lugar había dos pétalos más descansado sobre el desayunador, en ambos también había algo escrito; Te amo —en uno y en el otro decía— Me amas. Cada vez que escuchaba esas dos simples palabras viniendo de él, sentía a mi corazón derretirse, Jackson, tenía el poder de hacerme sentir amada y protegida y eso sin lugar a duda me encantaba, porque no eran unas simples palabras, todo lo que, Jackson, decía estaba respaldado con hechos y eso sólo era un recordatorio de que lo nuestro tenía nombre.

A la par de esos dos pétalos estaban dos pequeños aretes en forma de margaritas, fue amor a primera vista, eran perfectos y por esa razón me los puse inmediatamente. Ya solo me quedaba un pétalo para los trece, pero ya no sabía dónde más buscar así que empecé a ver mi alrededor con atención hasta que di con el pétalo número trece estaba al lado del alimento de, Canela, y cerca de la jaula de mi hámster. Sin tiempo que perder tomé el pequeño pétalo y leí lo que sobre el decía.

Me caso contigo...

Mis ojos inmediatamente se llenaron de lágrimas y salí corriendo al patio buscando a, Jackson, era el único lugar en toda la casa en la que no había buscado los pétalos, así que suponía que ahí debía estar.

— Margarita.

Jackson, sonrió al verme y me tomó entre sus brazos dándome vueltas en el aire, reía entre lágrimas.

— Jack, yo...

— Aún no termino, mi amor — Jackson, se colocó de rodillas luego de dejarme en el suelo — La primera vez que te vi no pude evitar perderme en tus ojos, en esa apariencia tan bonita que me hacía recordar las margaritas, no pasó demasiado tiempo para que me diera cuenta que me gustabas, cada una de tus ideas y anhelos me hacían querer ser parte de ellos, para cuando llegó el momento en el pasaba más tiempo en tu departamento que en el mío te diste cuenta de lo desesperante que puedo llegar a ser, pero aun así me seguiste queriendo y por eso te llegue a amar aún más, porque me vuelves loco, cariño, llegué a tu vida y desordené cada ideal que tenías, pero no podía dejarte ir, así eso te trajera problemas supe que te tenía que tener cerca de mí porque tú eras mi paz, luego gracias a mi terquedad te hice sufrir y comprendí que yo no podría vivir sin ti, que me volvería loco si algún día te perdiera y prometí no volverte a hacer pasar por eso de nuevo, porque así como tú tienes miedo de perderme, yo también lo tengo de perderte y aunque no se definir el momento en concreto sé que te amo, Clarissa, te amo con cada latido, con cada suspiro, tú eres el aire que me falta y quiero cumplir mis anhelos a tu lado, cuidarte y hacerte feliz, por eso y más mi amor, ¿serias, mi margarita, para siempre?

— Lo seré para siempre, mi vida —dije entre lágrimas y él me puso el anillo, para luego sellar nuestra promesa con un beso.

Jackson y yo compartiríamos una vida llena de amor.

Frágil [1° Trilogía Puntos De Quiebre ]Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt