GIDEON

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Si los días en St

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Si los días en St. Marine eran agotadores, las noches lo eran aún más. Los herederos que residen momentáneamente en este palacio parecen no tener la necesidad de dormir como un ser normal, porque por las noches es cuando crean sus planes de venganza contra los demás, pactan las peores intrigas y esparcen los más estúpidos y ridículos rumores sobre sus compañeros. Es por eso que cuidarse la espalda nunca está de más por aquí. A excepción de esta noche.

Esta noche no era para preocuparse por niños mimados que si sintieron heridos de alguna manera y ahora juraban venganza. Este era momento para pensar en esa increible cita que conseguí hace dos noches, esa cita que busqué como nada en el mundo y que por fin había conseguido. Planeaba disfrutar hasta el último segundo de la velada, nada ni nadie se interpondría en los planes de esta noche.
En algunos momentos de los dos días anteriores, sentía que solo era una cruel alucinación de mi mente para hacerme sentir menos solo y miserable. Pero no, realmente iba a tener una cita con la dama de compañía más sexy y preparada de todas las princesas, con Shanta Hasmmen de la India. Aunque se corría el rumor de que la princesa Andreta de Letonia, la prima de Isaac, tenía la mejor y más hermosa dama de compañía del mundo, mejor preparada de todas. Pero nunca la he visto, por lo que Shanta es la única merecedora de mi atencíon esta noche.

Hice un trato con algunas de las cocineras para que hicieran algunas delicias y con algunas doncellas que prepararían nuestra mesa en el tercer piso y decorarían la zona del balcón con velas y pétalos de rosas. Sería de los más romántico para la chica de mis sueños. Además de que le pedí prestado uno de sus trajes formales a Isaac, se encontraba de un humor peculiar después de la actividad de hoy. Creo que todo dependía de la chica con la que tuvo que pasar tiempo, era diferente a todas las que frecuenta, ella no se derretía ante los encantos de rumano ni de su acento. Él estaba frustrado por eso. Pero los problemas amorosos no tenían lugar esta noche, se trataba solo de Shanta y yo. Y eso era lo único en lo que podía pensar al salir de la habitación de Isaac, éste se ofreció a darme ciertos consejos de conquista, temas de conversación en caso de que muera la conexión, además de que me ahogó en su perfume caro al punto de salir tosiendo de tan finos aposentos. Pensando en el amor de mi vida, pero tosiendo por perfume caro.

No era la primera vez que usaba ropa tan elegante, ser el jefe de seguridad del heredero rumano amerita tener que vestir parecido a él. Solo que Shanta nunca me ha visto de esta manera, solo con uniforme de guardia y ropa deportiva. Me preguntaba si sería una buena impresión para ella el verme de esta manera; caminaba confiadamente por los pasillos con las manos dentro de las bolsillos de un traje Armani y un Rolex reluciente en mi muñeca. ¿Sería eso demasiado para ella o justo lo necesario? No podía saberlo con certeza. Pero podía jurar que escuché un pequeño llanto apagado cuando pasé por la última habitación del pasillo este en el tercer piso. Esa era la zona con más balcones, por lo que una ráfaga tímida de aire se coló de la puerta entreabierta hacia el pasillo, al igual que los sollozos incontrolables de una mujer. No dudé por más de un par de segundos antes de irrumpir en la habitación. Empujé suavemente la puerta hacia dentro hasta que ésta quedó a un lado y la imagen que trataba de ocultar me dejó de piedra por algunos segundos; había una mujer de pie en el borde del balcón.

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