Capítulo 22

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Una noche estrellada junto a Maru

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Una noche estrellada junto a Maru

—¿Quiénes eran esos tipos? —preguntó Katie, al ver que el silencio se extendía más de lo que podía llegar a soportar—, digo esos que salieron corriendo.

—Son unos bastardos que conocí en Videla, mi pueblo —contestó la chica, mientras no había podido despejar la vista del suelo y continuaba limpiando el resto de la suciedad que había en su pantalón—. Según ellos me salvaron la vida, pero la verdad es... es que lo dudo mucho.

—¿Eso te dijeron?, ¿qué te salvaron la vida? —preguntó Logan, con una soberbia incredulidad dibujada en el rostro, de una manera un poco cómica, como alguien a quien le cuesta mucho creer algo que le contaron—, ¿cómo es posible eso?

—Sí, pero ahora estoy cansada y no tengo ganas de hablar, ya saben, de eso —le contestó la muchacha y ante el rostro intrigado —más el de la chica, que debía rondar los trece o catorce años que del muchacho, que debía llevarle entre ocho y diez más— les confesó a ambos—: les prometo que más tarde se los voy a contar.

—No hay problema —le dijo Logan, de manera franca. Sabía que la situación por la que había pasado era horrible y que ese no era el mejor momento para que lo rememorara todo una vez más, no era para nada necesario hacerlo—, cambiando de tema, encontramos una casa de piso doble hoy, creo que allá podés comer y descansar. Bueno, eso si querés venir con nosotros.

—¡Sí! —exclamó alegre Katie, la chica que le había parecido muy bonita y enérgica—, por favor, vení con nosotros, yo ya me estoy aburriendo con estos dos viejos gruñones.

La chica le echó una mirada a Logan, que la observó con un gesto algo pícaro, y ambos rieron. Centinela pareció indiferente cuando le echó una ojeada, solo se quedó acostado en el suelo, aunque comenzó a zarandear la cola, solo porque la chica había vuelto a mencionar su nombre. Últimamente había estado llamándole mucho la atención —aunque por ninguna razón en particular—, solo para acariciarlo y besarlo. Al Golden eso le agradaba bastante, tanto así que empezaba a lamerle el rostro también, hasta que la muchacha parecía asquearse y lo apartaba, con suavidad, de sí misma. Era una historia típica de un can afortunado.

Maru se puso a reír a carcajadas por el comentario de ella y se tentó mucho también, por ello mismo. Hacía bastante que no reía de aquella manera. Por esa razón, casi se ahogó y tardó unos segundos en aceptar la propuesta que los hermanos le habían hecho. La risa de esa chica era un tanto peculiar, tanto así que era casi imposible tentarse y desternillarse, junto a la par que ella hacía lo propio. Era una risa tan extraña como pegadiza, que luego de oírla solo un par de veces, cualquiera hubiera sido capaz de imaginársela con lujo de detalles y distinguirla hasta a un kilómetro de distancia.

—Me encantaría ir con ustedes —admitió Maru, mientras se secaba las lágrimas que la tentada le había dejado allí, que se habían mezclado con las últimas de la amargura que la había afectado con anterioridad. Esos chicos ya le habían caído súper—, me vendría muy bien un buen baño, comida y descanso.

La balada de los muertos (Wattys 2019 Horror/Paranormal)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora