"CAPITULO 24"

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Lena

Ya había pasado una semana desde mi última sesión. Y me da miedo darme cuenta de que en menos de cinco minutos sacaron conclusiones sin ningún fundamento o prueba. Era más que claro que les urgía deshacerse de mi. No importaba de qué manera.

Ya ni siquiera me había puesto a leer la libreta de anotaciones de Vanessa. Me di cuenta de que todo iba cada vez de mal en peor. Entendí que al preocuparme tanto por la idiota de Alexia, me había olvidado de mi misma. Mi vida se estaba yendo por la borda y no había ninguna posible salida. Cada lado era peor que el otro.

Pero aunque quería dejarlo de lado, no me era posible. Todo el asunto de Solara me tenía bastante preocupada y no es que supiera mucho pues Vanessa había resumido todo muy bien. Había echado un vistazo a las hojas que estaban más adelante y solo ahí encontré cosas que me sorprendieron mucho. No tenía idea de cómo la gente obtuvo esa información y mucho menos cómo la habían mantenido a salvo y oculta por tantos años.

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México, 16?? (el año aún no es exacto, ni el lugar, pero fue en el siglo diecisiete, estoy segura)
Familia española, por parte del esposo.
Acusada de brujería. Jugaba con fuego, alteraba el viento, hacía que la tierra fuera fértil, traia lluvia en las sequías.
Acusada por el esposo.
Quemada en la hoguera.
No tenía más de veinte años.

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Todas esas anotaciones no eran muy difíciles de descifrar. Si Vanessa estaba buscando información sobre Solara, esos datos debían ser de ella. Después de todo, la gente decía que esa guardiana, había tenido una vida mortal antes de ser llevada ante los dioses por sus "buenas" acciones. Lo que seguía pareciéndome absurdo, era que Vanessa tuviera toda esa información al alcance de sus manos.

Desgraciadamente, había perdido un poco el hilo de todo este cuento, pues mi estado no me permitió seguir leyendo. Me sentía cansada, los dolores estaban volviendo y las manchas comenzaron a aparecer en otras partes de mi cuerpo. Greta había venido con el remedio que Vanessa consiguió con el hermano de Eric, pero eso apenas y podía contener el dolor. Ya no era suficiente. Pero no me quedaba de otra más que darles las gracias y fingir que me aliviaba.

Miré a Luvia. Estaba muy concentrada dibujando en el suelo. Había venido todos los días sin falta y eso lograba animarme un poco más. Greta me había dado la noticia de que Robert permitió que Luvia estuviera aquí a cualquier hora, cualquier día. Quizá era la manera que Robert había encontrado para redimirse de todo lo que el maldito me estaba haciendo.

—Mira mi dibujo mami.

Luvia se lanzó contra mí pero no me enseñó nada. Empezó a hacerme cosquillas como loquita pero la diversión me duró muy poco. Comencé a toser con dificultad y Luvia se apartó un momento de mi. Traté de respirar pero era muy difícil. Cuando pude calmarme un poco, miré horrorizada las sábanas. Estaban salpicadas de sangre. Puse mis dedos en los labios y me di cuenta que la sangre había salido de mi boca.

—¿Mami? —me llamó Luvia.

Me limpié rápidamente con la misma sábana y las hice a un lado para que ella no pudiera verlas. No permitiría que ella se diera cuenta.

—Estoy bien linda, quizá sea un resfriado.

Traté de darle mi mejor sonrisa. La puerta se abrió y Robert entró junto con Greta. Esta traía una charola con comida y de verdad esperaba que trajera algo más, algún remedio nuevo. Aunque estaba segura de que ya nada funcionaría, esta magia me estaba consumiendo por dentro.

"El Elemento Perdido #4: Aire" ⚠️ Disponible Hasta El 31 De Diciembre⚠️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora