"CAPÍTULO 4"

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Lena

Tenía fiebre, estaba segura. Me recargué de la pared con mucho cuidado y respiré con tranquilidad, una y otra vez. El estómago me dolía por las arcadas y lo peor era que ya nada salía de mí interior.

—Tranquila, tranquila.

Me había repetido esas palabras tantas veces durante la noche y ya me tenían harta, no servia de nada. No podía mantenerme tranquila. Caminé hacia la cama muy despacio y me recosté en las frías sábanas. Me rehusaba a quebrarme, me rehusaba a darme por vencida con toda esta situación.

Nunca van a perdonarte.

Miré alrededor de la celda. ¿Me estaba volviendo loca?

Sólo están prolongando la agonía.

Presté un poco más de atención a esa voz. Yo la conocía, la había escuchado muchas veces. Era Cataline.

—¿Cataline, estas bien? —pregunté con mucha calma— ¿Te han hecho daño?

No respondió. Tal vez no quería hablar conmigo; lo más seguro era que solo quisiera molestarme.

—Abran esto, ya.

Varias voces sonaron en el pasillo. Maldita sea, de seguro eran esos estúpidos guardias. Lo único que faltaba era que me dieran una paliza. Aunque a decir verdad, parecían gozar mucho con todo lo que decían.

La reja se abrió rápidamente y una figura apareció ante mí. Robert. Una ola de alivio me invadió haciéndome sentir mejor. No me importó el dolor de la pierna, corrí hacia él y lo rodeé con mis brazos. Hundí mi nariz en su pecho. Sentir su olor sobre mi era como una manta cálida o al menos eso pensé al principio porque en lugar de percibir calor, sólo percibí un frío muy extraño. Algo no andaba bien con él.

—¿Estas bien? —preguntó cuando me aparté.

—¿Me veo bien? —era la pregunta más estúpida que pudo haber hecho.

Estaba hecha un asco. Me veía terrible, no era ni el fantasma de la Lena que él conocía.

—Vamos —me ayudó a caminar—, te sacaré de aquí.

—No —me solté de su agarre—. ¿Qué decidieron?, ¿van a matarme?

Tenía que ser eso. Que mejor que mandar a Robert para que yo no sospechara nada. En estos momentos, Dashia ya podía ser la princesa de los Vasilith. No iría a ningún lado, ni siquiera con Robert.

—No digas estupideces —Robert me tomó de la mano—, estoy aquí para llevarte a tu habitación, no te alucines.

—¿Por qué?

Eso no me lo esperaba pero quería una explicación.

—Dashia y tú tienen que presentarse ante el Consejo en la mañana —dijo finalmente—, ellos quieren escuchar las versiones de ambas.

Ja, claro. No necesitaban nada de eso. Lo que todos querían era conocer la maldita vida que Dashia y yo conseguimos por culpa de Lucinda. Y no les daría el gusto. No hablaría sobre todo aquello que había tratado de olvidar por años. No les iba a permitir que se regocijaran en toda esa desgracia. Además, casi podía asegurar que Dashia tampoco estaba de acuerdo. No necesitábamos la lastima de nadie, mucho menos para aliviar la pena de Adrián y Katrina.

—No voy a hacer nada de eso —dije firmemente—, prefiero quedarme aquí y pudrirme por el resto de mis días.

—¿Prefieres quedarte aquí? —Robert ya estaba perdiendo la paciencia—,  ¿dejando a tus hijos sin madre?, ¿dejándolos expuestos a lo que la gente pueda decir sobre ellos?, pues bien, puedes hacer lo que te venga en gana, yo iré a cuidar de los niños, trataré de explicarle a Luvia de nuevo lo que pasa con su mamá.

"El Elemento Perdido #4: Aire" ⚠️ Disponible Hasta El 31 De Diciembre⚠️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora