Cap. 1.- Te odio.

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Todo lo que está pasando a mí alrededor me producía dolor de cabeza. No quería saber absolutamente nada de esa estúpida sanguijuela que desde que había entrado en mi vida tenia esta patas para arriba, primero me quitaba a Bella y después hacia que ella desapareciera de la vida de ambos, no por algo ese Cullen estaba maldito, ya lo suponía, pero todo había empeorado desde que había tomado mi herencia porque parecía que mi nueva vida traía integrado un imán para los problemas que incluía al aquelarre con ojos dorados. Primero Bella se marcha dejándome con el corazón herido y después aparecía una vampira pelirroja loca que parecía saber algo que yo no y que me involucraba. Deseaba en ese momento no haber existido o que me tragara la tierra, lo peor para mí era que al parecer me había convertido en el chucho de los chupasangre con aprobación de mi padre ya que me habían encerrado a piedra y canto en la mansión Cullen; preferiría mil veces que ese lugar se pareciera a los castillos medievales que mostraban en las películas de terror y que me hubieran encerrado en el más mugriento calabozo sin comer pero ese lugar era hermoso y aunque no podía salir de la casa me divertía mucho en ella y me trataban bien (algunos más que otros) cosa que jamás admitiría ni bajo tortura.

La vista desde el cuarto que tenía que compartir con Edward era insuperable, muy pocas veces me sentía tan en paz como cuando miraba por la ventana pero todo era arruinado por ese horripilante olor a vampiro, el olor de Edward que se hacía presente solamente para observarme sin moverse de esa esquina.

--Por si acaso mis pensamientos no son lo demasiado entendibles me gustaría que me dejaras solo--

Mi humor no era el mejor del mundo y especialmente cerca de ese vampiro, desde hace unos días a la fecha me sentía incómodo a su lado y para nada me ayudaba que con él compartiera habitación.

--Esta es mi habitación Jacob-- dijo impasible acercándoseme, así que lo único que se me ocurrió hacer fue dar pasos hacia atrás pegando la espalda a la pared, Edward paso a mi lado para coger un CD que se encontraba en la cómoda justo a mi lado --Tranquilo, no te voy a hacer nada.

Mi lobo comenzó a maldecir por lo bajo olvidando por completo que todos en la casa podían escucharme, causando la risa del vampiro

--¿Qué es tan gracioso Cullen?-- escupí enojado.

--Alice dice que ¿si con esa boquita besas a tu padre?

Me puse rojo de vergüenza e ira, había olvidado el detalle de que todos aquí eran chismosos.

--¡Cállate!

Fue lo único que grite para salir del cuarto empujando al de cabellos cobrizos que solo rio, era tan divertido tenerme en casa, al parecer animaba el lúgubre ambiente.

Mis pasos se escuchaban furiosos y después el azotón de la puerta sumió a la casa en un silencio sepulcral. No lo supe hasta después pero Edward salto por la ventana y lo único que pudo divisar fue la silueta del gran lobo que era yo, correr lejos de la casa y sin pensarlo dos veces abrió la ventana para saltar por ella.

Ya que si algo me pasaba no tendría perdón ni lugar suficiente para esconderse de la ira de los lobos.  

Kwop KilawtleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora