18. Letras y melodías

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Gabriel y Eric conversan, pero de vez en cuando dirigen su atención hacia nosotras

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Gabriel y Eric conversan, pero de vez en cuando dirigen su atención hacia nosotras.

    —... y por eso me gusta la música. Muchas personas le restan importancia a la letra para enfocarse más en la melodía. Que no está mal, eso también es agradable al oído; pero, en infinitas ocaciones, la calidad se encuentra en las palabras escritas. Frases que pueden emocionarnos, entristecernos, alegrarnos y hacernos sentir un sinfín de sentimientos que pueden llegar a influir en nosotros. —Sandra se refresca la garganta tomando un sorbo de gaseosa, y continúa—: No sé —se encoge de hombros—, es la apreciación que tengo.

    —Mmm... no creo que sea como tú dices. Pienso que la melodía juega un papel muy importante en las emociones. A veces es la armonía la que interviene en los estados de ánimo y no la letra. —Le doy un pequeño mordisco a la hamburguesa y trago—. ¿Sí me entiendes lo que te digo? —Observo sus expresiones.

    Ella sigue tomando pequeños tragos, pero esta vez apunta su mirada al vacío. ¿Qué le pasa? Asiente y dice:

    —Me parece interesante lo que has dicho, no lo había pensado de esa manera. —Sonríe—. Por lo que sí, estoy de acuerdo contigo, Grecia. Al final, tanto la melodía como la letra juegan un papel importante. Y, si me permites decirte algo... —Hace una pausa, buscando mi permiso. Asiento—. Gabriel y tú hacen una buena pareja. Aún no los conozco bien, pero casi nunca fallo al analizar a las personas. Si quieres, un día podemos encontrarnos y charlar un poco más. —Esboza una sonrisa deslumbrante.

    —Gracias, Sandra, eres muy amable. Y sí, claro, planeemos para vernos en cualquier momento.

    Es una chica agradable, y no puedo hacer que una persona me disguste solo por estar con alguien que le gusta a una amiga. Lo que puedo hacer es lo que estoy por intentar. Desbloqueo el móvil y desvío la mirada hacia mi objetivo.

    —Oh, Eric, hace unos días te quería preguntar si quisieras venir con Briana, Mel y yo, a La noche. Fuimos hace unos días y fue lo máximo. ¿Qué dices?

    Se calla y me mira confuso.

    —¿Melisa fue a una discoteca? —pregunta sorprendido, y yo asiento contrariada. ¿Qué es lo que tanto le sorprende, o por qué pregunta eso? ¿Es que Mel nunca había ido a una disco?—. Oh, vaya... Y... ¿qué tal les fue? ¿Les gustó?

    Sin dejar de observarlo, respondo:

    —Por supuesto, ¡fue genial! —Exagero un poco mi emoción para meter más drama a la situación— . Y el lugar es bastante nice. Mira, te muestro algunas fotos. —Pngo el móvil delante de él—. Aquí, con unos chupitos de muerte. ¿Ves el ambiente? No es demasiado elegante, solo lo justo. Aquí estamos en la parte de arriba, y aquí —le muestro otra de las fotos donde salimos las tres en una selfie en la que mostramos grandes sonrisas—, ya en la pista de baile. ¿Bonita, no? — Me da la razón. Obvio que ya tengo preparadas las fotos que le voy a mostrar. Sandra nos observa—.  Aquí, yo otra vez. Briana. Las dos. Oh, ¡aquí una de Mel! —Veo que una vena palpita en el cuello de Eric. La satisfacción me explota en el pecho—. Baila muy bien, Eric. Y lo baila todo. Todo. Mira, en esta, muchos se aglomeraron para pedirle un baile. Es una maestra. Aquí nosotras de nuevo. —Voy deslizando las imágenes mientras Eric hace algunos comentarios. Y cuando aparece una foto en específico, volteo hacia el camarero y le pido que por favor me traiga otra bebida.

    Después, silencio.

    Giro y observo el panorama. Eric está con la mandíbula apretada y Sandra cavila a su lado. Gabriel atento a lo que ocurre. Y yo quiero reír como una villana de película.

    —Oh, esta foto no tenía por qué estar aquí. Espera, continúo —Deslizo el dedo en la pantalla—. ¡Lo siento de nuevo! No sé por qué tengo la misma foto repetida. —De nuevo miro por el rabillo del ojo todos los gestos de Eric.

    —No te preocupes, Grecia. Me alegro de que se hayan divertido... mucho —masculla.

    Bloqueo el móvil porque el cometido se logró.

    —Sí, muuucho. Y, como te dije, cuando quieras vamos, así también conoces a mi amiga. Gabriel, ¿quieres venir con nosotros también? —le pregunto, acariciándole su mejilla.

    —Ya veremos, hermosa. Eric, deberías ir; seguro te gustará.

    —Claro, claro. —Dirige su mirada a su acompañante.

    —No te preocupes por mí, ve y diviértete con tus amigos. Además, ya sabes que con mis horarios tengo el tiempo contado. —Sandra le ofrece a Eric una sonrisa que parece sincera.

    —¡Perfecto! —Aplaudo—. Pues está decidido. Y, Sandra, ¿cómo conociste a Eric?

    La conversación se desvía; comenzamos a charlar sobre diversos temas no tan significantes, pero que te ayudan a comprender a una persona. Me di cuenta de que Sandra es una buena chica, pero todavía la tengo en período de prueba por amor a mi pequeña Melisa.

    Eric se mostró muy diferente después de ver las fotos. Antes no había hablado mucho porque, al parecer, le resultaba incómodo que Gabriel y yo estuviéramos ahí, pero ahora no decía nada. Qué cómico todo.

    Finalmente Gabriel y yo nos despedimos de Eric y Sandra y nos quedamos descansando en el parque, en un silencio tranquilo. Y eso es lo que me encanta, pasar momentos simples a su lado.

 Y eso es lo que me encanta, pasar momentos simples a su lado

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