EL CAMINANTE

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Y Pasó el caminante,
fuerte,
vestido de alegría,
con su alforja
llena de amor,
sueños,
y fantasías,
pero un día se detuvo
la tarde,
y cayeron del cielo
manzanas,
el sol se tiñó de luna,
en una mirada gitana.
Él,
el, caminante,
tornó su pecho,
junto al mío,
como el maternal
suspiro del alba,
que deja sus latidos,
para que crezca
la mañana,
y así el caminante,
con su paso cansado,
tristes cruces,
en su pecho,
sus recuerdos,
me ha dejado,
con su corazón
en mi pecho, 
caminante PADRE AMADO

Y partió el caminante
y Dios lo sabe .

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