Como una Princesa

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No hacía falta ser un genio para saber que Atemu estaba molesto.

Aún no había conseguido una explicación de parte de su hermana respecto a porque le habían dejado solo todo un día ni porque sus clases de repente parecían más intensas.

A la mañana siguiente de la primera lluvia de la temporada, despertó solo en la habitación de la pelinegra, abrazando una de sus almohadas y con los llamados de dos siervas que le preguntaban si deseaba algo en especial para desayunar.

Una vez más, transcurrió todo un día sin ver a su hermana mayor, ni a su amiga Mana, ni siquiera a Mahad.

¿Qué demonios era lo que pasaba en el Palacio?

Izzy no había tenido un día tranquilo tampoco.

Luego de desayunar con sus hermanos, Shimon la había interceptado para una reunión urgente con el consejo, la corte del faraón y su madre.
La coronación estaba acelerándose​ a pasos agigantados e Izzy y su madre temían internamente por la reacción del príncipe.

Luego de unas extensas horas de reunión, un almuerzo nada pacífico y más discusiones, Izzy se fue con su madre para seguir practicando la danza que demostraría en la coronación.

La pelinegra estaba cada vez más cómoda bailando, ahora que podía practicar al mismo tiempo que el resto de las bailarinas y casi ejecutaba a la perfección su danza.

Cuando su práctica hubo terminado, la princesa se encontró con la sacerdotisa Isis para realizar un control al estado del faraón y llevar a cabo el tratamiento.

El hombre ya se sentía mejor y se especulaba que al día siguiente podría estar fuera de la cama como era habitual... Pero ambas pelinegras sabían que sería solo algo temporal.

Aun así, Izzy estaba muy feliz de ver a su padre en pie, aunque fuese dentro de su habitación, alimentándose y charlando con naturalidad.

Para cuando se acercó el ocaso, Atemu logró cruzarse con su hermana, con una orden-medio-berrinche, la obligó a cenar con él y que le llevase luego a ver a sus hermanos.

Izzy lo aceptó todo en silencio. Con una actitud serena y condescendiente que Atemu solo acostumbraba ver cuando estaban frente a su gente o a muchos sirvientes, así que el príncipe gruñó para si, irritado por los extraños cambios que estaban ocurriendo tan repentinamente, mientras encabezaba el paso hacia el comedor.

No sé toparon con su madre e Izzy le explicó a su hermano​, mientras cenaban tranquilamente, que su padre estaba mejorando por el tratamiento mágico de la señorita Isis, y que posiblemente su madre estaba muy al pendiente de su progreso.

Eso hizo feliz a Atemu y se anotó mentalmente ir a ver a su padre antes de dormir.

Cuando los sirvientes retiraron las bandejas y platos vacíos, Atemu e Izzy se dirigieron a la casa Jeneret para pasar tiempo de calidad con sus hermanos y hermanas.

Las chicas recibieron con cálidos abrazos y besos en la mejilla al tricolor, mientras que los varones con abrazos o choques de manos.

Atemu sonrío ante la atención brindada. La tensión se iba de su cuerpo rápidamente mientras era arrastrado por sus hermanos para jugar con una pelota.

Izzy suspiró con una sonrisa al ver a su hermano pequeño feliz. Discretamente había dicho a los menores que no mencionaran nada respecto al faraón ni a la coronación frente a Atemu y sus hermanos habían aceptado obedientes.

Observó atenta y dio elogios a los tejidos y esculturas que sus hermanas le enseñaron con orgullo mientras, sentada entre cómodos almohadones, dos de sus hermanas pequeñas -de unos 7 años, aproximadamente- se dedicaban a trenzar sus mechones delanteros con cintas de colores lilaceos, y jugaban con su pelo o tiara.

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⏰ Last updated: Aug 22, 2018 ⏰

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El Ladrón Que Liberó A La Princesa PrisioneraWhere stories live. Discover now