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La mañana siguiente, Izzy se levantó junto con el renacimiento de Ra.

El palacio estaba bastante callado y tranquilo, dado el festival de la noche anterior, así que, a sabiendas de que Atemu seguiría durmiendo, Izzy se puso en busca de su madre.

Búsqueda que la llevó hasta la alcoba de sus padres.

— ¿Pueden decirme dónde se encuentra la reina Lunet? —pidió a los dos guardias que resguardaban aquel pasillo.

—Ninguna de sus altezas ha salido de la habitación, mi lady —informó uno de los guardias.

— ¿Qué hay de mi padre?

—Pasó la noche sin ningún cambio, princesa.

La azabache asintió —entraré —decidió, pasando por entre los dos hombres, quienes le cedieron el paso con una ligera inclinación de cabeza.

Izzy caminó en silencio, solo para descubrir a su madre, aun con ropa ligera, semi-recostada en la cama, comprobando la temperatura del faraón.
La princesa decidió dejarlos tranquilos cuanto más pudiera, así que salió sin ser vista.

—Nuestro faraón aún requiere un poco más de reposo, que nadie les moleste a menos que sea extremadamente necesario —indicó con firmeza y autoridad —cualquier asunto debe ser consultado con Shimon, la corte del faraón y conmigo.

—Como ordene, princesa —reconocieron los guardias, y uno se fue para correr la voz de la orden dada.

.

Akefia estiraba los brazos mientras caminaba hacia la muralla exterior del palacio, agradeciendo el sentir los rayos de sol recién saliendo, sobre su piel; a pesar de que la mañana estaba algo nubosa.
Traía atada en una de sus muñecas la tela que había tomado la noche pasada de la habitación de Izzy, y su dulce aroma lo acompañaba.

Estaba empeñado en esclarecer algunos rumores que había estado escuchando desde ayer tarde, respecto al estado del faraón actual.

Iba a acercarse a charlar con los guardias que controlaban el portón de acceso cuando un mensajero a caballo llegó, así que se acercó a curiosear.

—Traigo un mensaje prioritario, de Karnak, el terrateniente de Tebas, para... la princesa Izzy y la reina Lunet —comprobó las indicaciones antes de tenderle a uno de los guardias un papiro enrollado cuidadosamente, mostrando un sello en cera, que simulaba un escarabajo.

Uno de los guardias aceptó el recado y despidió al mensajero, para luego mirarse con su colega — ¿Se ha dado la orden de no importunar a la reina ni al faraón, cierto?

—Sí, hemos de entregarle esto directamente lady Izzy entonces —corroboró el otro.

—Tú eres el guardia de la princesa ¿no es así? —mencionó uno de ellos, dirigiéndose a Akefia —encárgate de entregarle esto.

El aludido tomó el mensaje, contendiéndose de rodar los ojos hasta estar fuera de vista de los guardias. Con tan solo unos días al servicio de la primogénita del faraón, ya todos lo tenían relacionado con ella.

Si no mal recordaba, la chica debía estar ahora desayunando con todos sus hermanos.

Bufó, los faraones y su harem de concubinas.

Estaba por dirigirse a la casa Janeret* en busca de la muchachita, cuando se detuvo en seco.

¡Carajo! ¿De qué se trataría el mensaje en sus manos?
Si bien no iba dirigido directamente al faraón, tenía que ver con la princesa y la gran esposa real, así que quizás podría sacarle provecho.

El Ladrón Que Liberó A La Princesa PrisioneraWhere stories live. Discover now