Capítulo 18: Un hombre así

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Capítulo 18

Por un momento, pienso que está bromeando y que en seguida aclarará que no va en serio. Ha de estar a un segundo de explotar de la risa.

—Claro, y tiene los niños encerrados en el sótano —me burlo.

Pero su expresión no se relaja, todo lo contrario.

—¿De verdad crees que lo es? —exclamo, incrédula.

—¿Te extraña después de lo que me has contado?

—¿Porque me trata como a una niña?

Niego con la cabeza. Lo que dice Gina es ridículo, imposible. Me trata así porque soy la hija de su novia, ni más ni menos.

—No es un pedófilo —le aseguro frunciendo el ceño.

Por experiencia sé reconocer a un pedófilo y Álex no me parece uno de ellos. Generalmente son hombres viejos, poco atractivos y gordos, como se adivina por su pubis abombado en las fotos que me mandan de sus micropenes.

—Laia, no todos son gordos y feos —me dice Gina, dejándome muda, pues no sé si lo he pensado en voz alta—. ¿Sabes el típico tío de veintipocos, guapito, que te tiraba la caña cuando tenías catorce? También lo es.

—Gina, no empieces otra vez con eso —se mete Dani.

—No es culpa suya —se explica, ignorando a su novio—, la sociedad y los medios de comunicación nos inculcan la cultura de la pedofilia.

Lo dice como si fuera un concepto que hemos dado en clase, asumiendo con naturalidad que debo conocerlo. Puede que tenga razón. Como futura socióloga debería saber tanto como ella. Pero no es así, no me suena, y verme tan perdida me recuerda que quizá también me he equivocado al escoger carrera.

—¿Cultura de la pedofilia? —repito, asintiendo como si hiciera memoria.

—Por ejemplo, Millie Bobby Brown, la protagonista de Stranger Things, fue elegida como una de las actrices más sexys del momento. Con trece años. Es enfermizo. —Mis cejas se disparan, la miro recelosa—. Búscalo en Internet, si quieres. Búscalo. Pon: "cultura de la pedofilia".

Parece que me pide que lo haga ahora. Me recuesto en el sofá, alejándome de mi móvil en la mesa. Probablemente encontraría una entrada a su Blog, Gina Vagina, con los mismos ejemplos que, asumo, me dará a continuación.

—También está lo de la moda —dice, sin perder fuelle—, que pretende que las niñas se vistan como adultas y las adultas como niñas, o peor aún, los certámenes de belleza infantil, donde las ponen a competir con sus permanentes y sus gigantescas pestañas postizas —habla muy deprisa, alzando el tono y arrugando la nariz, su voz más cargada de asco que de indignación—, por no hablar de las niñas a las que les ponen bótox o implantes de pecho.

Como sé que no se va a callar hasta que termine, prefiero guardar silencio mientras trato de adivinar por dónde vienen los tiros.

—Tía, ¿sabías que las categorías de porno más visitadas son "teens" y "barely legal"? —Aunque podría decirle que yo también busco porno de "teens" y que eso no me convierte en una pedófila, solo callo—. ¿O que en las Apps de citas los hombres buscan chicas jóvenes? Hay estadísticas.

Gina entiende mi silencio como una señal de que todo esto me está calando, que me está dando algo en lo que reflexionar. No es así, por supuesto, pero diga lo que diga no conseguiré que me deje en paz.

Ríe entre dientes, encendida por su propio discurso.

—Tía, ¿sabes qué es lo peor? Que casi nadie se cuestiona estas cosas —se lamenta, aceptando la porción de pizza que le pasa Dani—. No solo eso, sino que lo aplauden o lo envidian. Henry Cavill, el de Superman, con sus treinta y pico años empieza una relación con una chica de diecinueve y en las redes ves a subnormales que, en vez de criticarlo, dicen que qué suerte la de ella.

Aunque me odies (+21)Where stories live. Discover now