Capítulo 18: Un hombre así

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—A ver, es que Henry Cavill...

Busco provocarla. Hago cara de entiéndelo, está buenísimo.

—Laia —me riñe. Sus ojos muy abiertos.

—¿Qué? ¿Tú sabes lo que es que un hombre como él te cargue en brazos?

—¿Tú sí?

—¡Ojalá! —me río ansiosa.

Se dedica a mordisquear la pizza mientras me escudriña con la mirada.

—Henry Cavill no es el único —continua al fin, pues es incapaz de dejar una clase a medias—. También está la polémica de James Franco, que acosó a una menor por Instagram, o lo de Leonardo DiCaprio, que ninguna de sus novias ha llegado los veintiséis. Como si las mujeres tuviéramos fecha de caducidad.

—No tiene nada que ver, la novia de este chico tiene su edad, así que si le gustara, que no lo creo, no sería por tener dieciocho —le rebato.

—Otro ejemplo, Woody Allen. —Gina o bien no me escucha, o me ignora deliberadamente—. Este tipo se casó con su hijastra y fue acusado de abusar sexualmente de una de sus hijas adoptivas cuando solo era una niña.

—¿En serio? Pero... o sea, ¿qué clase de hombre se enamora de su hijastra?

Mi voz me traiciona cuando más la necesito. Más que disgustada, sueno ansiosa e impaciente. La risita torpe que se me escapa después solo lo empeora.

—La clase de hombre que abusa de su hija adoptiva —responde cortante.

Gina me escanea el alma con los ojos y pienso en cosas tristes.

Cosas tristes. Guillem llorándome mientras intenta explicar que no sabe qué ha pasado. Las fotografías. Mis bragas enrolladas en el suelo polvoriento de una mansión abandonada. Mi padre en un coche patrulla. Mi madre chillando que lo suelten, y yo dándole la mano a la abuela, que me aprieta.

Gina suelta un sonoro suspiro, incapaz de ver a través de mí.

—¿Has oído eso de "si hay pelito no hay delito"? ¿O lo de "si llega a la docena, me juego la condena"? —me pregunta entonces, al parecer más preocupada por terminar de darme la charla que en lo que le pueda estar ocultando.

—Si menstrúa, puntúa —añado, sin ocultar que me hace gracia.

—Si pesa más que un pollo, me la follo —participa Dani.

—¿Os parece divertido? —se queja Gina.

Dani agacha la cabeza, incapaz de tragarse la sonrisa. Nos miramos como dos niños regañados después de una travesura que valió la pena.

—Tomadme en serio. Hay tíos que se felicitan por estar con menores de edad. Da asco —nos dice Gina, tapándose la boca mientras mastica.

Tiene razón. Recuerdo que los amigos de Guillem lo felicitaban. Hacían bromas sexuales sobre mí incluso conmigo presente. Pero no iban con mala fe, era un juego, su forma sana de expresar envidia, lo que significaba que también se sentían atraídos por mí, y eso me hacía sentir mejor de lo que era.

Gina roe el borde de la pizza como si fuera una costilla de cerdo.

—Tía, piénsalo un poco —me dice, animada por la sonrisa que aflora en mis labios—. ¿Por qué crees que está tan extendido lo de depilárselo? ¿Por qué crees que cada vez hay más mujeres que usan productos para blanquearse los labios vaginales? ¿O que se meten en el quirófano para recortárselos?

—Bueno, que hagan lo que quieran, es su cuerpo.

—Claro, ¿pero por qué tienen que ajustarse a un canon que es más propio de niñas que de mujeres adultas? —me pregunta, señalándome con el borde.

Aunque me odies (+21)Where stories live. Discover now