Capítulo único: Cediendo al placer

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Advertencias: Lemon. Parafilia. BDSM

Si eres sensible a cualquiera de estos temas NO leas, todo con el fin de evitar ofensas. Gracias 😉

Por: Haruka Eastwood

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Sus ojos negros brillaron en esa oscura habitación, emitiendo un jadeo perverso y casi necesitado cuando escuchó los pasos de su amante. Lentamente y con gracia erótica, se movió para incorporarse en espera de aquel a quien decidió nombrar su dueño. La cadena alrededor de su cuello tintineó junto al inconfundible sonido de su cascabel, rompiendo aquel excitante y extraño silencio que no hacía más que humedecerlo, dejando a la expectativa.., entonces las luces se encendieron y lo vio.

Ahí, en el alféizar de la puerta se encontraba él, su más grande perdición y adicción, quien esbozaba una sonrisa ladina, sensual, perversa y tan magnífica como todo él. Su cuerpo fuerte y trabajado era una tentativa a lo prohibido, su cabello rebelde y sus fascinantes ojos azules complementaban de una forma casi bizarra el perfecto cuadro que le mostraba para incitarlo a obedecer cada oscura petición.

—Sasu… mi lindo pet —ronroneó seductor, con una voz de terciopelo que erizo cada vello de su cuerpo, caminando con supremacía hasta él.

Su pequeña y lasciva mascota lucía adorable aquel día, su cuerpo desnudo y esbelto se encontraba recostado de una forma sugerente y casi vulgar sobre aquel almohadón negro que contrastaba a la perfección con su blanca y lechosa piel. Invitándolo a jugar una vez más, recorrerlo y marcarlo hasta sumergirlo en un mar de pecados y excitantes prohibiciones.

Exquisito, pensó y delineó sus labios con su larga lengua, agachándose hasta quedar a la altura del pequeño azabache, cuyos ojos parecían brillar como los de un tierno gatito, sumiso y obediente que está a punto de ronronear en espera de recibir su premio. Y es que eso era desde hace medio año… Sasuke era una mascota, una sensual y exótica mascota que Naruto disfrutaba tocar y follar cuanto quisiera, maravillándose con sus expresiones depravadas y sus gemidos suaves y lascivos, llenos de gozo que lo transportaban a un mundo mórbido, placentero y único en donde ambos tocaban el cielo con la punta de los dedos.

¿Aberrante o enfermizo? Era igual porque no le importaba. Fuera de esas cuatro paredes, eran Sasuke Uchiha, hijo del magnate Fugaku Uchiha, un chiquillo de diecinueve años orgulloso y prepotente, que no dudaba en rebajar ni humillar a las personas, minimizándolas cada que podía haciendo uso del estatus de su padre como propio. Excéntrico y reservado por naturaleza, quien disfrutaba las fiestas clandestinas y los “peligros” constantes.

Y Naruto Namikaze, un simple barman de veintiocho años que trabajaba en uno de los bares que más frecuentaba, animado, sonriente y aparentemente idiota, con una aura de inocencia que envolvía y ocultaba a un lobo hambriento, deseoso de sexo, lleno de perversión y lujuria, considerado por algunos, como un sátiro, cuando simplemente amaba experimentar, disfrutar y gozar los placeres de la carne.

Polos completamente opuestos. Básicamente era inconcebible que alguien como Sasuke Uchiha se deje humillar y fingiera ser un gato entrenado para él —sensual gatito en el mejor de los casos—, alguien inferior en muchos sentidos. Pero sólo con Naruto se sentía a gusto, solo Naruto lo complacía y no necesariamente en el sexo, y solo a Naruto se entregaba con plenitud, dejando su placer y su voluntad entre sus manos, siendo más libre que nunca cuando le colocaba una correa al cuello, llegando más alto cuando a sus pies se arrodillaba. Si… tal vez estaba loco.

Era una locura fascinante que comenzó por su arrogancia. Quiso humillar a Naruto en su propio trabajo, mostrarle lo inferior que era a comparación de él y dejarlo a sus pies sin esperar que fuera él mismo quien callera ante los encantos de aquellos fieros ojos azules.

Mascota por placerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora