T r e i n t a y t r e s

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¿LE TEMES A LOS FANTASMAS?

Tengo cuidado de no abrir la puerta más de lo necesario, porque lo último que quiero es que me descubra espiando. Me quedo mirando la escalera que ahora atraviesa el pasillo, un escalofrío recorre mi espalda cuando mi abuela aparece ante mis ojos.

Se las arregla para bajar silenciosamente con una pequeña bolsa de terciopelo color borgoña bajo el brazo. Instantáneamente siento deseos de ayudarla, pero me encuentro petrificada y mis piernas se sienten demasiado pesadas como para moverlas, porque esa persona que sale a hurtadillas con movimientos sigilosos y el rostro en blanco no se parece en nada a mi abuela, es una persona totalmente diferente.

Deja la bolsa, después de quitarle el lazo dorado que la cerraba y revisarla por dentro, cerca de su puerta oculta tras el ficus del pasillo y regresa de nuevo al ático, pocos segundos después aparece de nuevo con una lámpara en su mano, desde mi lugar me es difícil ver realmente que esta haciendo pero estoy casi segura de escuchar un candado cerrarse y después finalmente baja.

La veo regresar la escalera a su posición, quitar el gancho, tomar la bolsa y regresar a su cuarto, pero no sin antes mirar hacia mi habitación con cansancio marcado en su rostro cubierto de sombras, todo esto en cuestión de segundos.

El tiempo pasa y el silencio en la casa se hace aun más y más pronunciado, tanto que puedo escuchar el acelerado latido de mi corazón fuerte y claro cuando cierro y me dejo caer contra la puerta hasta el suelo.

✧ ✧ ✧

Estoy agazapada en un rincón del sofá, el clima frío había vuelto y el vapor que emanaba la taza de café que sostengo entre mis manos es lo único que me mantiene caliente. No he pegado un ojo en toda la noche y haber escuchado a la abuela regresar otra vez al ático, horas después, no me ayudo para nada a conciliar el sueño.

En algún punto me había acobardado, estaba tan molesta y confundida que pensé que lo mejor era no decir nada y simplemente seguir por mi cuenta, pero después de la visión de la abuela esta noche la verdad cayó sobre mi como un balde de agua helada.

Yo no era la única que estaba sufriendo.

—¡Dios mío! —la sala se ilumina cegandome por un momento—. Emma, pensé que ya estarías en la escuela.

La abuela esta debajo del marco de la puerta sin entrar totalmente a la sala, manteniendo su distancia, como si fuera más fácil irse de esa manera. Tiene los ojos hinchados y parece haber dormido tanto como yo, carga con su bolso negro que usa para transportar su material de cocina del cual sobresale una larga espátula plateada, pero no hay rastros de la extraña bolsa de anoche.

—Hay junta de profesores, pero me iré en un momento de todos modos.

—Oh —se limitó a decir acomodando el bolso sobre su hombro mientras finge buscar entre sus llaves la de la puerta principal que hasta yo logro ver desde mi lugar en el sofá—. Esta bien, no llegues tarde —dice antes de que yo pueda decir otra cosa—. Te veo esta noche.

Se aleja hacia la puerta para tomar sus guantes y es cuando me doy cuenta que no ira hacía mí, que no me dirá que tengo que usar una bufanda por el loco clima de afuera, no me dirá que anoche olvido preparar para mi su habitual té porque realmente no fue así y tampoco me dedicara su sonrisa para desearme buen día.

Simplemente no me mirara.

No es como si necesitara todo eso, ya no era una niña pequeña e incluso desde muy chica había aprendido a arreglarmelas por mi cuenta porque sabía que ella tenía suficientes preocupaciones como para yo complicarle aun mas las cosas. Pero incluso así ella siempre había estado ahí y... maldición, es mi abuela. Es todo lo que tengo y siempre la necesitare más de lo que pueda aparentar que no es así.

DARKLIGHTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora