D i e c i o c h o

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Enciendete

No sabía que tanto tiempo había pasado. Era casi como si todo alrededor se hubiera detenido, como si todo al rededor se hubiera silenciado dejándonos solo a nosotros dos y nuestras respiraciones llenando el silencio. 

Mi mirada se detuvo en sus labios cerca de los míos, quería besarlo y al parecer él también a mi ya que pasaba su mirada contrariada de mis ojos a mis labios.

¿Estaba sintiendo lo mismo que yo?

Cerré los ojos y me acerque a él, con mis labios acariciando los suyos, pude sentir sus manos apretar mis caderas y rozar la piel bajo mi suéter.  

  —¿Qué estas haciendo? —susurró. 

  —No lo se —respondí. 

Estaba respirando entrecortadamente y sinceramente no estaba pensando.

Khai fue subiendo sus manos por el interior de mi chamarra dejando un sendero caliente detrás. No fue hasta que sentí que sacaba algo del interior que abrí los ojos de golpe y me separe de él.

Rompiendo por completo el momento  levantó la carpeta manila entre nosotros. Parpadee varias veces, confundida. Él no me miraba pero podía notar que apretaba su mandíbula.

— Yo llevare esto —dijo con voz ronca tomando mi mano y colocando sus llaves en mi palma —. Puedes esperar en la camioneta.  

Mordí el interior de mi labio tratando de contener la vergüenza, mientras él se alejaba.

¿Qué acababa de hacer?

Cubrí mi rostro con un cojín y grité con frustración antes de aventarlo al otro lado de la habitación. Bien. Si él quería olvidarlo eso haría. Ni siquiera se porque lo hice en primer lugar. Aunque tal vez si lo sabía. 

Últimamente pensar en Khai me traía un montón de sentimientos diversos. Por un lado algo me decía que no debía confiar en él y por el otro había algo que me atraía y... no. Solo lo hice por la intensidad del momento, me ayudó, me sentía agradecida solo eso. 

Pero no intentas besar a la gente solo porque te sientes agradecida...

—¿Cielo, que sucede? —Me incorporo cuando veo entrar a la abuela a la sala con el cojín entre sus manos—. Tus gritos se escuchan hasta afuera. ¿Discutiste con Amir?

—No.

—¿Entonces que te pasa?—pregunta sentándose a un lado de mi en el sillón.

Resoplo, aunque la verdad me vendría bien un consejo

—Hay una persona a la que no entiendo, a veces pienso que le agrado y otras que me odia. Me dice que no quiere ser mi amigo y después me ayuda, es muy confunso.

—¿Le has preguntado el porque se comporta de ese modo?

Me lo pienso un momento y me encojo de hombros.

—Solo dijo que era lo mejor, que no fuéramos amigos.

—Sabes que esa no es una buena explicación —me dedica una sonrisa conocedora—. Me sorprende que no lo hayas hecho hablar.

—Es la clase de persona que se cierra completamente cuando no quiere hablar de algo.

—Y tu eres terca, encontraras una forma. Además nadie te puede odiar así porque si —toma mi mejilla con su mano y la aprieta—. Además ¿quien no querría ser amigo tuyo?

—Solo piensas eso porque eres mi abuela —me rio mientras pongo mis manos sobre mis mejillas evitando que las vuelva a tomar.

—No lo digo solo por eso, cielo. Tienes un alma hermosa y el corazón más puro. Quien no quiera tenerte en su vida es simplemente estúpido.

DARKLIGHTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora