¡Estupidos sentimiento! [ Noah]

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Miraba hacia el techo de mi habitación, estaba ida en mis pensamientos, quería saber de Nicolás, quería poder tener el valor de escribirle y preguntar porque su repentina falta en la última clase y en la biblioteca. Hacía un clima delicioso, el invierno se hacía presente en la ciudad.

Ahora estaba con mi pijama de monitos y con una taza de leche caliente viendo hacia mi ventana, me encantaba respirar ese delicioso olor a tierra mojada, sentir el aire frío en mis fosas nasales y tener un solo pensamiento, Nicolás. Me invadía la curiosidad y la desesperación de saber si él estaba enterado de mi relación con Leo, aunque... ¿por qué debía preocuparme? a Nicolás no le afectaría tal cosa, después de todo somos mejores amigos.

Y ese fue el pensamiento que me acompañó en toda la noche hasta quedarme dormida.
Al día siguiente tenía una prueba de canto en la clase de ingles, no la había practicado tanto por que me sabía la canción, cantaría Let it be. Había terminado de bañarme y vestirme con mi uniforme, llevaba el pelo hecho un enredo por lo que decidí cepillarlo un poco.

Me dirigí a tomar el desayuno que mi abuela me preparaba todos los días y como de costumbre me sentaba a tomar una taza de café con ella.

— Y dime Noah, ¿cuándo invitarás a cenar a Nicolás? ha pasado mucho tiempo desde la última vez que te visitó.— Preguntó mi abuela de lo más tranquila.

— Ammm creo que Nicolás ha estado muy ocupado abue, no creo que ahora pueda visitarme.

— Hmm ¿segura? ¿O ya no son amigos? ¡Ustedes hacían bonita pareja! —sonrió.

—¿Qué?—me quemé la lengua al beber café.

— Ehh... es verdad abue, es decir, él está ocupado, ya sabes, último año y en busca de una buena universidad.—balbuceé nerviosa. Mi abuela solo me observaba mientras bebía de su café y me sonreía.

— ¿Y Nicolás tiene novia? me imagino que es todo un rompe corazones.— comentó con un buen sentido del humor.

— Nicolás es un muchacho muy simpático. —Interrumpió mamá.—Debe tener sus amoríos. Siempre pensé que Noah y Nicolás estaban enamorados.

— ¡Mamá! — Protesté a regañadientes. — no pasa nada cariño, lo supe desde siempre.— guiñó.

— ¡Pues te equivocas mamá! Nicolás y yo solo hemos sido amigos y ahí morirá. ¡Debo irme! —dije tomando mi bolso y saliendo de casa para huir de los interrogatorios.

Toda esa conversación con la abuela y mi madre me habían dejado una incomodidad, tener que mentirles, cuando podía decirles que Nicolás y yo ya no éramos amigos, pero algo dentro de mi quería seguir creyendo que si lo éramos.

El autobús se detuvo en mi casa, todo el trayecto iba pensando en si vería a Nicolás o quizás hoy también escaparía. Hoy era el último día para ambos en la biblioteca. Pero ya me había acostumbrado a el olor de sus libros y sin duda la visitaría de vez en cuando.

Al llegar a la escuela, unas manos cálidas y suaves taparon mis ojos, y claro, el juego de siempre era adivinar quien estaba detrás de esas manos. Sonreí al pensar en esa persona.

—¡Creí que dejarías de hablarme para toda la vida! — Esbozé una sonrisa.
La persona no decía nada, solo mantenía mis ojos tapados.

— ¡Vamos Nico, deja de jugar!—solté una risita juguetona. Sentí como sus manos se apartaron de mis ojos y al darme la vuelta me topé con una mirada seria. No era Nicolás quien me había tapado los ojos, era Leonardo.

—Oh, Leo disculpa yo pensé que...

— Descuida, no soy tu mejor amigo, veo que estás desilusionada. — comentó Leo con seriedad.

¿Qué somos? ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora