Capítulo 3

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Miraba la imagen que reflejaba el espejo, me había maquillado sencillo, un poco de rímel que hacía que mis ojos marrones se vieran más grandes, corrector, rubor, y un labial en tono nude. En la escuela siempre fui la única chica morena y me sentía aislada por eso mismo, nunca fui de las que llamaban la atención, es más prefería pasar desapercibido. Mi abuelo siempre me dijo que era el vivo reflejo de mi madre, solo en personalidad éramos opuestas, pues mamá era de las que llamaban la atención a su paso, una morena de curvas envidiables.

Ella me abandono cuando apenas tenía tres años, lo único que recuerdo de ella era su risa, después alguna que otra imagen borrosa. Me dejo con mi abuelo, quien no dudó en hacerse cargo de mí. El aún llora la pérdida de su hija, porque a pesar de que no está muerta, nos abandonó, y jamás volvió, ni siquiera una llamada se molestó en hacer.

En ese instante mis ojos se empezaron a poner llorosos y una lagrima rebelde se me escapo, es horrible sentir el abandono de cualquiera de tus padres, y más cuando te culpas por ello.

Me seque las lágrimas, cuando escuche el sonido de mi celular, era una llamada de mi abuelo.

—Mi sol— oír su voz me hacía sentir bien— Te llamo para avisarte que en estos días ira a casa tu primo Matt, me siento mal de que estés sola por tanto tiempo, así que el ira a hacerte compañía.

— ¿Qué hizo Matt ahora? — escuche la risa de mi abuelo del otro lado de la línea, Matt es mí único primo, a él lo crió su mamá, pues mí tío murió cuando el solo era un bebé. No se muy bien la historia pero se que eso fue lo que motivo a mí abuelo a ayudar a todo aquel que necesite atención médica.

—No le digas que te conté, pero al parecer se metió con la chica de su amigo, y lo está buscando, me llamo hace unos días y dijo que quería irse un tiempo hasta que se calmen las cosas. Mi Sol te cuelgo, estamos en contacto me están llamando— se escuchó una voz femenina en su llamada, pero no dije nada, simplemente me despedí. Hace tiempo sospechaba que mi abuelo conoció a alguien, se arregla más y usa su mejor loción cada vez que se va, se ve y se le nota mucho más feliz, si fuese así me alegraría mucho.

Hoy cuando me levanté encontré una rosa roja (el único color que no tiene mí abuelo) apoyada en el respaldo de mí ventana. Allí recordé lo que dijo Cord ayer "toda princesa merece una rosa cada mañana" sonrió como boba mientras bajo las escaleras, dispuesta a ir a la casa de los Colt, estando afuera de esta, me armo de valor y toco dos veces la puerta, sorprendiéndome al ver que la abre un somnoliento Cord, con el cabello más revuelto que lo usual, sin camiseta y con un ajustado bóxer negro.

—¿Meg que haces aquí?— pregunto mirando a todos lados— Sabes que no pueden— lo corte antes de que terminara de hablar.

—Vine por Cole— el frunció el ceño— le dispararon ¿Lo sabías?— el negó con la cabeza, antes de que pudiera decir algo aparece Conner detrás de el.

—Haz vuelto, muévete Cord dejala pasar— el le hace caso.

—Dije que lo haría— contesto con una sonrisa tímida mientras el me guía a la habitación de Cole.

Yo entro y ellos me miran desde la puerta de la habitación.

—Haz vuelto—escucho que Cord hace voz de niña burlándose de Conner.

Ninguno de los hermanos sabía que Cord y yo nos conocíamos, por lo que actuabamos como completos desconocidos.

Miro hacia la puerta para ver como Conner empuja a Cord haciéndolo reír, niego con la cabeza sonriendo y me fijo en Cole acercándome a su cama, él se encontraba dormido.

Le tocó el rostro para comprobar que no tenga temperatura, pero está bien, lo cual me alegra demasiado.

Recuerdo cuando era solo un niño de seis años, yo igual era chica pero aun así era muy madura para mí edad. Él iba sin falta, todos los días con una sonrisa en el rostro, me había acostumbrado a él, a su compañía, me costó mucho asimilar que no volvería.

—Recibo una bala y me traen una chica—saco mí mano de su rostro notando que comenzó a abrir sus ojos—Si es así voy a hacerlo más seguido — murmura mientras sonríe de costado sensualmente.

¿En qué momento dejó de ser aquel tierno niño?

—Tengo que ver la herida— murmuró — ¿puedes quitarte la camiseta?

—Sabes si quieres verme sin nada... Cierra esa puerta y nos divertimos— dijo sonriendo, qué cretino.

— ¡Pero si eres solo un niño! — chillé.

— ¡Ya no soy un niño! —gruñó frunciendo las cejas y cruzando los brazos. Me río, se ve tan tierno, después de todo las costumbres de niño perduraron con el tiempo.

—Para mí, siempre serás un niño Cole— digo mirándolo, no era tema de la edad, si no, que aun veía a ese niño travieso que iba a mi casa.

—Puedo demostrarte que no lo soy— dice acercándose a mí.

—Cálmate tigre, tienes un puto impacto de bala — Connor entra a la habitación con desinfectante y algodón para la herida— Espero que sirva es lo único que tenemos—me dice, yo saco una crema que le ayudara.

—Me tome la molestia de traerle esta crema, ayuda mucho en las heridas.

—Muchas gracias y tú mantente a raya niño, aprende a controlar la cabeza— gruñe Conner.

— ¿Cuál? —pregunta con una sonrisa traviesa Cole ganándose que su hermano ruede los ojos.

Cuando me quiero dar cuenta estoy con todos los Colt en la habitación, el sueño de cualquiera, menos el mío ya que hacían que mis nervios estén a flor de piel, ¿y cómo no? Eran la clara personificación de los pecados.

—Ya deja tu rabieta Cole, y quítate la maldita camiseta— gruñe Cord ya sin paciencia.

A regañadientes lo hace, quitó la venda y me inclino para ver mejor la herida, por suerte está bien, no hay signos de infección. Comienzo a limpiar, cuando noto que Cole me mira el escote, que en realidad casi no se ve pero al estar inclinada se nota todo.

No sé por qué grito Cole, si por apretar de más el algodón en la herida, o el golpe que le metió Cord en la cabeza.

—Calenturiento de mierda— gruñó Cord.

—LO APRENDÍ DE USTEDES— gruñó Cole.

—Pero nosotros disimulamos que le miramos el pecho, tu baboso lo hacías sin descaro— dijo Chris ganándose una mala mirada de todos.

— ¿Pueden traer vendas limpias?—les pedí, tratando de relajar en ambiente.

Cosa que salió a buscar Chris, escapando de las miradas de sus hermanos.

—Dime Meg— llamo Cole— si no soy yo ¿a cuál de mis hermanos les darías? ¿Conner? ¿Connor?... O ¿Cord? —quien estaba a mí lado, lo miró mal.

Niego con la cabeza, jamás contestaría aquello frente a ellos.

—Porque si quieres a los gemelos suelen ir por pack, 2x1, dime si no es la oferta que llevarías en el súper.

— ¿Por qué no vas al Kínder y buscas a una niña?— le digo haciéndolo enojar ya que sus hermanos se ríen.

—Me acusan de pedofilia— gruñe Cole.

—Si yo te tocara también niño— gruñó de igual forma, en aquel momento llegó Chris uniéndose a las risas.

—Megara te ganó, Cole—le dijo Conner— ya, sé niño bueno y deja que te coloque las vendas, Cole accede a regañadientes.

—Listo— digo cuando termino de hacerlo.

— ¿Vendrás mañana Meg?— pregunta Cole.

— ¿Para qué? Si estás bien para las bromas o para follar, creo que estarás bien mañana...

—Quédate a almorzar— pidió Connor.

—No aceptamos un no como respuesta Megara— dijo su gemelo.

— Antes que nada, ¿Compraron comida? — preguntó Cole.

Los chicos ColtDonde viven las historias. Descúbrelo ahora