CAPITULO 15 "Futuro irreal"

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Nos quedamos unas horas más así. En silencio, disfrutando uno del otro.

_______ continuaba acariciando mi cabello, lo cual me volvía loco, y de vez en cuando pasaba sus manos por mí no—barba porque decía que le daba cosquillas. Sentir el roce de mi inberbe piel la hacía estremecer, como a mí sentir sus delicadas manos recorrer mi cara.
Era extrañamente especial.

Comencé a hablar minutos luego de darme cuenta lo idiota que me ponía que ella hiciera eso, y ella continuó. Le contaba sobre algunas llamadas que había recibido a lo largo de la semana, y que por desgracia nuestra, debíamos asistir a un par de reuniones para que los empresarios no pensaran que estaba fuera del mercado.

Ella escuchaba, y a veces mencionaba cosas muy parecidas a negarse a asistir, pero a medida que yo continuaba con lo que más sabía hacer, negociar, ella aceptaba.

Debía mostrarla a la prensa como mi legítima esposa, como la Señora Irwin, y no había otra manera más de hacerlo que ir a las estúpidas y monótonas juntas de empresarios fallidos siendo entrevistados por revistas que se interesan en buscarlos.

Mi esposa comenzó a hablar luego de que le conté los planes de la semana, y me agradecí que lo hiciera.
Me contaba cosas que, definitivamente, no sabía de ella, y como su esposo, tenía el deber de saber.
—Lo recuerdo tan bien —sollozó. Yo acariciaba su brazo con mi mano y posaba mi brazo libre sobre sus hombros.
—Mjm —emití, para que continuara.
—Yo estaba jugando videojuegos con mis mejores amigos, y recibí una llamada que me hizo detener el juego… —lloraba, sollozaba y yo me sentía un imbécil por preguntar —, era mamá en la línea… solo recuerdo que comenzó a decir cosas como ‘pórtate bien’…‘no me defraudes’, y luego se despedía de mí… y yo… —sus lágrimas no la dejaban terminar, estaba devastada y yo estaba como estúpido sin saber que hacer —… yo no entendía nada. Me dijo que me quería demasiado, y luego cortó la llamada… y murió ashton —dijo al hundirse en mi pecho —, murió… y yo no lo sabía.
—Todo está bien —la abracé a mi pecho, sin importar que sus lágrimas mojasen mi camisa.
—No ashton, no lo está —negó, aún entre mis brazos. Yo besaba su cabello y trataba de calmarla, aunque entendiera a la perfección que se sentía ser abandonado por tus propios padres de esa manera —. Yo no pude salvarla, no supe cómo hacerlo, y … sigo enojada por eso —la rodeé aún más fuerte que antes, y traté de hacerle saber que yo estaba allí para ella, quería que lo supiera —… cuando recibí la llamada lo único que pensé fue ‘ella no, por favor’, y le rogué a Dios… no funcionó.
Estuvo llorando unos minutos más, y por más que trataba de hacerme el fuerte, fue imposible. 
Lloramos como si no hubiese mañana, porque ambos sabíamos lo doloroso que era perder a un ser tan querido como la persona que te engendró. Pero, esa no era la razón principal.
Yo lloraba porque ya sabía lo que pasaría después. Moriría dejándola, completamente sola, y sería mí culpa por no responder al tratamiento.

Estaba triste porque la quería tanto que daría mis brazos por ella, o una pierna si fuera necesario. Estaba molesto, porque me sentía tan impotente de no poderle dar todo eso que ella quería de por vida. Estaba frustrado, por no ser capaz de levantarme una mañana a su lado, verla dormir y verme obligado a prepararles el desayuno a nuestros hijos.

Mi padre decía que cosas como que una mujer imagine el futuro al lado de un hombre, es normal. Pero, cuando un hombre hace lo mismo, la cosa va en serio.
Y yo, me desvelaba como idiota imaginándome a _______ en un vestido rosa ceñido del busto, con la panza a reventar porque cargaba dentro a nuestro hijo. Me veía caminando a su lado, orgulloso de ser yo quien la besaba antes de dormir, ser yo quien le tomaba la mano libremente.
Pero no, eso no sería así.

(…)

Eran las seis de la mañana del siguiente día, y ______ ya me había despertado para que me bañase y nos fuéramos al hospital. Por el segundo tratamiento.
Me levanté con flojera y me di una ducha que duró más o menos quince minutos.

Mi esposa me preparó una taza de chocolate, y envolvió en una manta algunos chocolates especiales para cuando volviéramos y al gruñón ashton le diera antojo.
Lo sé, era perfecta.

En el caminó pasó pidiendo perdón por ser una ridícula llorona, pero yo me sonreía al imaginarme la noche tan especial que habíamos pasado. Nos contamos muchos secretos, y para mí, eso era mejor que nada.

—Verás que todo saldrá bien —dijo. Se puso de puntillas y besó mis labios rápidamente.
La tomé por la cintura y en un movimiento algo brusco, la junté mucho más a mi cuerpo.
Respiré su aroma, y luego de jugar con nuestras narices en un roce demasiado marica para mí, la besé lento. Fue un beso especial, no como los que se dan las personas normales. No.
_______ y yo casi no nos besábamos, porque yo no era cariñoso con nadie.
Tomé su labio en el mío acariciando mi lengua en su labio inferior. Tragué saliva, ¡Sorpresa!, estaba nervioso.
Las manos me estaban sudando, y me congelé al no saber qué hacer.

—Ahora debes besarme —musitó muy cerca de mis labios y ambos sonreímos.
Cerré los ojos con firmeza y pasé una de mis manos por su cuello, para luego besarla como si no hubiera mañana.
Parecía que el tiempo que nuestros labios permanecieron unidos no era suficiente, porque cuando el doctor llamó mi nombre y me tuve que retirar, regresé corriendo para robarle otro beso.

Y, en el momento en el que sentía morir por la cantidad de sensaciones en mi cuerpo, pensé en ella. En sus bonitos ojos, en su corta estatura y su habilidad para hablar como camionero.

Allí, extrañamente hablando, me di cuenta de lo importante que era ella para mí. No solo porque me convenciera de tomar un estúpido tratamiento que acabaría con lo poco que me quedaba, sino porque ella también me quería.

Cocinaba para mí, organizaba mis cosas, me besaba —la mejor parte de todas—, y me tenía más paciencia que cualquiera.

Yo… sentía mariposas cuando la miraba, cuando su mano rozaba ‘accidentalmente’ con la mía y se unía a esta. No sabía que significaba, no tenía idea del porqué tanto nerviosismo cuando ella estaba tan cerca de mí. Nunca antes había sentido algo parecido a eso, y no sería fácil saber que era.

—Te dije que no sería tan malo —susurró a mi oído, mientras empujaba la silla de ruedas al consultorio.
—Me siento como la mierda _______ —le dije.
—Bien señor Irwin ¿listo para lo que sigue? —preguntó.
—Eso creo.
—Deberá tomar esto —le entregó a _______ un frasco con líquido verde —, tres veces al día hasta nuevo aviso.
— ¿Esto es…? —preguntó _______ dedicándole una mirada despectiva.
—Un tratamiento de inmunoterapia para deshacer el tumor que causó el cáncer de colon —explicó.
Vaya, sonaba mucho más fácil de lo que era.

_______ me sacó de allí luego de hablar detalles con el doctor, y pasaron tres minutos de la puerta al auto, cuando noté la cantidad de fotógrafos fuera del establecimiento.

—Señor Irwin, ¿tiene algunas palabras?.
—Señor, ¿Cuánto le queda de vida? —preguntaban una y otra vez.
Yo tapaba el flash de las fotos con mi antebrazo y trataba de entender que diablos estaba pasando.

Logramos llegar al auto, sin que los fotógrafos se apartaran de nosotros, y no fue hasta que el carro arrancó y por poco _______ atropella a uno, que los demás se retiraron.
¿Qué demonios acababa de pasar?.

— ¿Qué—diablos—fue—eso? —pregunté recuperando el aliento, cuando ya estábamos en carretera.
—No lo sé —dijo.
Al parecer, ella estaba igual de asustada que yo.
El camino fue en silencio, porque supuse que ambos tratábamos de resolver la casi—tragedia de un rato atrás.

________ sacó de su bolso los chocolates, y me los entregó para que los comiera antes de que ‘eso’ entrara por mi cuerpo. Estuve tan distraído que olvidé preguntar los efectos del tratamiento, y tan desconcentrado, que de seguro cuando _______ preguntó, yo estaba jugando con su bolso.

Con el control se abrió el portón de la entrada, también atascado de fotógrafos, y me asusté el doble al notar de que al mayoría estaban en el patio de mí casa.

— ¿Pero que demo…? —emití, pero corté el resto porque un fotógrafo se abalanzó sobre el auto y el sonido del vidrio casi quebrarse me hizo asustar.

Mi esposa estacionó el auto con dificultad en el parqueo, y esperó unos segundos hasta que abrió la puerta con decisión.

—Quédate aquí —me dijo, luego quitó las llaves y salió.
Rodeó el auto con rapidez, y en menos de dos minutos ella ya estaba sacándome del auto como tal madre con su hijo enfermo.

La tomé por la cintura, al igual que ella lo hizo conmigo, y caminamos con extremada preocupación y poco espacio hasta la entrada de nuestro hogar.

— ¡Apártense! —gritó _______ antes de abrir la puerta.
Algunos dejaron de tomar fotografías ante su grito, pero la mayoría solo rio y luego continuó con lo suyo.

Logró abrir la puerta, me dejó pasar, les gritó algunas groserías a los fotógrafos que preferí omitir de esta narración, y luego se sentó exhausta en el sofá. Aun sin dejar de escuchar los murmuros de los entrevistadores fuera de mi casa.

— ¿Qué fue eso? —pregunté, descansando en sus piernas.
—Nada. Es que llamaron los de la prensa, preguntaron por qué has estado casi desaparecido y les conté lo del cancer—dijo.
¡¿Qué?!.
— ¡¿Qué tú qué? —pregunté atónito —, ¿Por qué demonios hiciste eso? —pregunté al levantarme de sus piernas, molesto. Muy molesto. Era un secreto, nadie debía saber de mi enfermedad, _______... ah.
— ¿No podía? —preguntó inocente.
— ¡No! —grité —, ¡Nadie podía saber eso! —me puse de pie y respiré hondo, para no explotar y decirle todo lo que estaba pensando.
Nunca estuvo en mis planes que, nadie, se enterase del cancer. ¡Nunca!. 

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En Busca De Esposa [Ashton Irwin & Tu] **TERMINADA**Donde viven las historias. Descúbrelo ahora