CAPITULO 5 "Estado: enamorándote."

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¿Yo, _____ Lambert casada con Ashton Irwin Ni en mis más locos sueños lo vi cumplirse.
Como mujer siempre soñé con un vestido de novia hecho a la medida, con una boda de fantasía y una luna de miel para locos. Ashton me lo había dado, únicamente porque deseaba deshacerse de su fortuna, y era cierto, nosotros no nos amábamos. Pero yo me juré a mí misma que si llegase a casarme lo haría por amor, y como esta fue la excepción, lucharía contra viento y marea para enamorarlo.

Piénsenlo, vivir el resto de mi vida con una persona completamente desconocida, a quien siquiera le sé el nombre completo, tratando de llevarnos bien y hacer ver que nuestro matrimonio estaba funcionando… las cosas no funcionan así, un matrimonio no es perfecto sin amor puro.

Me comprometí a organizar toda una boda, porque nunca me sentí lo suficientemente amada para merecerla, y entonces que ya la había tenido, yo debía creer en el amor. Me enamoré un par de veces en mi adolescencia, o eso creí, porque la mayor parte de estas terminaba lastimada y llorando en mi habitación.

Mi madre murió, eso no era un secreto. Me mudé a casa de Ashton Irwin y me casé con él una semana después, ¿no creen que sonaba demasiado idiota para ser verdad?.
Yo no estaba enamorada, pero haría que ashton me amase con la intensidad de cien mil soles a la potencia de diez, y lo haría aceptar, y lo haría demostrar que lo hacía ¿Para que?, para sentirme amada por una puta vez en la vida, y si estaba casada por capricho en un empresario, ¿Qué mejor que hacerlo amarme a la ligera?

— ¿Qué vas a ordenar? —pregunté. Luego de que le conté parte de mi plan, se quedó en shock.
Le dije únicamente “enamorarte” y permaneció callado, tuve que arrastrarlo por toda la quinta avenida hasta el restaurante, porque se rehusaba a responder a mis llamados.
—Una hamburguesa —respondió a penas y desvió la mirada.
— ¿Venimos hasta Nueva York para comer una hamburguesa?, vamos ashton —insistí y el me miró. Estaba segura que se encontraba nervioso, porque no se atrevía a verme a los ojos cuando le hablaba. Había estado así desde que nos besamos en la ceremonia.
—Una ensalada de camarones —dijo y yo sonreí. Siquiera estaba haciendo contacto físico con él y sentía que moriría de la presión.
—Yo quiero un asado con salsa y de postre pediré un helado con dos popotes —sonreí. Tomó nota y se largó.
Ashton jugaba con sus manos, mirando hacia la ventana del restaurante en busca de aire. Mientras yo, tomaba de mi soda y tarareaba una canción en mi mente.
—No puedes quedarte así el resto de tu vida, ¿Por qué estás tan nervioso? —pregunté.
—Porque tú me pones así —dijo y yo me sonrojé un poco, aunque aseguraba que no era un alago.
—Ahora es mi culpa —bufé —lo que pasa —me acerqué a él y susurré —… es que, estás nervioso por tener sexo. Pero no te preocupes —hice un gesto gracioso y me hice hacia atrás —, no lo haremos si tu no quieres. Igual, cuando me ames, tú mismo lo pedirás…
— ¡Ya te recordé! —gritó de pronto y me atraganté con la soda —. Eres Minnie.
— ¿Por qué te tardaste tanto en adivinar? —reí —sabía que lo descubrirías. ¿Por eso estabas nervioso?
—Estoy casado con una extraña. ¿Quién no lo estaría? —dijo con una sonrisa.
—Hay vamos, ¿Aún no superas que comiera todas tus galletas? —pregunté, tocando un punto sensible.
Años atrás fui de visita a casa de la tía Marie, en donde conocí a ashton. Comí todas sus galletas y luego culpé a su perro por venganza a que el manchara mi vestido de Minnie, la razón de mi apodo.
— ¡Sabía que tu habías sido! —exclamó señalándome con su dedo y no evité reír.
—Ya supéralo Irwin —le dije y sonreí. Era un punto a mi favor que hablase conmigo de forma normal.
—Me castigaron una semana por darle galletas a mi perro —dijo —me debes una…
— ¿Qué quieres que haga a cambio? —pregunté curiosa. Esperaba que su respuesta no fuese el divorcio.
—No lo sé, pensaré en eso más tarde. Al menos ahora te recuerdo, ya puedo tener un poco más de confianza
En unos meses tendría tanta confianza que se hartaría de contarme todo. El me amaría.
— ¿Eso significa que puedo tomar tu mano sin que te paralices? —pregunté sonriente, provocando que él se acomodara el cabello incómodo. 
—¬¬¬¬¬_____, en verdad no quiero que te tomes esto a mal. Estamos casados, estamos en una luna de miel muy extraña... pero no quiero que te encariñes conmigo, porque vas a parar enamorándote de mí —eso era lo que yo quería, así que me convenía hacerlo.
— ¿Y qué pasa si paro enamorada?, además, ya estamos casados —le dije.
—Pero no enamorados —concluyó y permanecí en silencio.
—Dame una razón para no enamorarnos —pedí. Yo entendía su razón de casarse, pero no comprendía por que no deseaba enamorarse.
—Porque no quiero terminar lastimándote —me dijo. Bajó la mirada y se notó incómodo —entiende _____, no te conviene para nada hacer esto, ¿no te basta con el dinero que te daré? —preguntó ofendiéndome.
—No —respondí fría —mira Ashy, déjame intentar hacer que me ames… y si no funciona, te dejo en paz —le dije confiada.
— ¿Me dejas en paz? —preguntó.
—Sí, te dejo en paz…
—Déjame pensarlo pequeña Minnie insistente. Es una propuesta seria —me dijo. Tomó sus cubiertos y comenzó a comer.
Yo haría hasta lo imposible con tal de enamorarlo, lo haría. Estaba dispuesta a entregarme con tal de que el me amase de una manera increíble, que no fuese su esposa únicamente por dinero y que las demás personas lo notaran.
Almorzamos cómodos, o al menos yo. Hablamos de cosas simples como nuestros gustos, alguna que otra experiencia de la vida y ponernos un tanto al día de lo que nos perdimos mientras nos esforzábamos en que los medios tomaran fotografías de la boda.

Me felicitó repetidas veces ante las sabias elecciones que hice para el evento, porque con la ayuda de Mitch todo salió mejor. La tía Marie no me había dirigido la palabra desde que le conté que le había pedido matrimonio a su hijito, porque según ella yo era una zorra a quien tenía que cuidar por obligación, escrito en una carta que mi madre dejó. No me lo tomaba a pecho, ya que cuidar de mí no es eso que todos desean, pero yo le demostraría que tenerme en su hogar no era tan malo como se había figurado ya.

El postre no fue más que una carrera, en la que perdí por cinco minutos de diferencia y quedé de deber a mi esposo veinte dólares de pasaje.

— ¿Te divertiste? —pregunté sonriente, mientras salíamos del restaurante.
—Sí. Gracias por eso —me dijo. 
— ¿Ves que no soy tan mala como pensaste? —sonreí, nuevamente.
—La diferencia es que ahora ya no eres esa niña odiosa con vestido de Minnie —se sonrió ante el comentario y yo golpeé suavemente su brazo con mi mano — ¡Auch! —dijo con la mano en donde recibió el golpe y yo reí.
—Tú te lo ganaste —me excusé —. Tú eras más odioso, tu cabello se burlaba de mí, eh —caminé un poco más rápido, por si el me perseguía… como solía hacerlo cada que le decía algo irritante, de niños.
— ¿Por qué?, porque eran más hermoso que el tuyo —se burló. Me gustaba que bromeara, porque significaba que ya no lo intimidaba como solía pasar.
—Yo tengo el pelo liso tonto —bufé.
—Ok. Sí, soy un tonto —se limitó a decir.
Lo llevé hasta un pequeño lago alejado de la ciudad en donde nos esperaba un bote a la orilla. Subió desconfiado, hasta que lo jalé de la manga y lo tumbé dentro del asiento.
Ashton era un muchacho consentido, estaba acostumbrado a serlo. Pero ahora que estábamos casados le enseñaría que no todo en la vida es fiesta y dinero, él debía aprender a vivir a costa de él mismo.
— ¿Esta es la sorpresa? —preguntó mirando a los lados, ya que no veía nada mas que agua y montañas.
—No —respondí —debes esperar un poco más…
El bote continuó con su recorrido, mientras ashton y yo hablábamos y reíamos, lo cual me encantaba hacer. Desde el momento en el que recordó que fui esa niña odiosa, quien le atormentó los días por dos semanas enteras, se dispuso a hablar más e interactuar conmigo. No éramos cariñosos, parecíamos un par de amigos casados únicamente para recibir la nacionalidad. 
—Ok —le dije —esa es la sorpresa —señalé una de las montañas y giró la mirada algo confundido.
Se encendieron luces de colores formando la frase “Déjate enamorar” en una variedad de tonos. Lo miré, y este sonreía algo desatento.
— ¿Y bien? —pregunté impaciente, pero el no respondió.
El bote paró en la orilla, para dejar que nos subiéramos al taxi que nos llevaría al apartamento y él aún no decía nada. Caminamos dentro del apartamento, subiendo las gradas al tercer nivel en completo silencio y no fue hasta que entramos a la cocina que dijo algo.
— ¿Me pasas el azúcar por favor? —preguntó, matando mis ilusiones. Era mi última oportunidad para caer en el amor —oye _____ —me llamó y me giré a verlo, sonriente — ¿Puedes venir aquí? —preguntó —quiero decirte algo…
Me acerqué dudosa a él, llegué a donde estaba y se quedó mirando mi cabello.
— ¿Qué pasa ashton? —pregunté.
—Es un trato…
— ¿Qué cosa? —pregunté aún dudosa.
—Puedes enamorarme, o eso que harás. Pero si no funciona, dejarás que yo me vaya —dijo y me alegré tanto que me lancé a sus brazos haciéndolo sentir incómodo. Esta vez los papeles eran al revés, la mujer enamoraría al hombre. 

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En Busca De Esposa [Ashton Irwin & Tu] **TERMINADA**Where stories live. Discover now