CAPITULO 14 "Primer tratamiento"

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— ¿Todo listo? —preguntó.
—Sipi —respondí divertido. Ella se paró frente a la puerta de mi habitación y con ambas manos en los costados de su cuerpo, sonrió entre risas.
—Tengo un presentimiento de que algo bueno viene en camino.
— ¡¿Estás embarazada?! —pregunté entre burlas y ella se echó a reír.
—No tonto. Es imposible, nosotros nunca… —dijo —. ¿Nos vamos ya? —interrumpió.
—Si —me limité a decir.

Tomé la maleta que mi esposa había empacado con todos los accesorios que una persona necesita para su estadía en el hospital y caminé junto a ella hasta cerrar la puerta con llave y subir al auto. Pero, esta vez yo conducía.

De camino a ese misterioso lugar al que ella le hacía llamar ‘calla y conduce’ pasamos por un helado, y mientras comíamos de este, una anciana se acercó a nosotros.

— ¿Saben dónde está el baño? —preguntó achinando los ojos para vernos claramente.
—A la derecha, la tercera puerta —le indicó _______ con algunas señas y esta sonrió al hacerlo.
—Gracias, y por cierto… ¿Son novios? —ambos sonreímos, pero a diferencia de ella, yo parecía un caballo con sed.
—Esposos —dijimos al unísono y entonces sentí un cosquilleo horrible en el estómago.
—Que linda pareja hacen juntos —sonrió.
—Gracias —respondí.
— ¿Puedo pedirles algo?, no les llevará mucho tiempo.
— ¿Qué necesita? —preguntó amable _______.
— ¿Puedo leer las líneas de sus manos? —preguntó y ambos nos miramos confundidos.
— ¿Perdón? —preguntó _______.
— ¿Qué si puedo leer las líneas de sus manos?, dicen la vida de una persona —se explicó.
—Claro —dijo mi esposa.
Se sacó el guante que traía puesto y le entregó la mano algo insegura. Luego me miró.
—Si me permite —extendió la mano y tomó la de _______ con delicadeza, repasando cada línea con sus dedos.
La miraba atentamente y de vez en cuando _______ me hacía gestos de confusión.
— ¿Qué dice? —preguntó mi esposa algo nerviosa, igual que yo.
— ¿Hay alguien enfermo en su vida? —preguntó al tiro y _______ me miró al instante.
—Sí —se limitó a decir.
La señora suspiró hondo y luego soltó la mano de mi esposa. Eran malas noticias.
— ¿Qué pasó? —preguntó Minnie.
—Muchas bendiciones vienen a su vida señorita, pero pasará por muchas desgracias para eso —dijo.
— ¿Cómo cuáles? —preguntó atenta.
—Muerte —se limitó a decir.
— ¿Y las bendiciones? —preguntó nuevamente.
—Habrá mucha felicidad en su vida. Se Sentirá completa cuando un alma nueva llegue a su vida, lo verá —sonrió —. Vaya, que cosas que visto. Gracias —tomó mi mano y la estrechó —. Que tengan feliz tarde —y luego se fue. 
— ¿Qué crees que significa eso? —preguntó con la vista impregnada al suelo y yo apoyé mi brazo por sus hombros atrayéndola a mí.
—No lo sé bonita —mentí. La persona enferma era yo, y el muerto sería yo, por más difícil que fuese decirlo. Era la verdad.
— ¿Crees que morirás? —preguntó y yo besé su frente con delicadeza.
No lo creía… lo sabía.
—Eso no puedo saberlo —le dije —. Pero, dijo que vendrán muchas cosas buenas —sonreí, solo para hacerla sentir mejor.
— Sí, es cierto —sonrió, aún con la vista al suelo y luego la volvió a mí —. ¿Quién será el alma nueva? —rio —. Suena más estúpido cuando yo lo digo…
—Tal vez encontrarás un buen amigo —me limité a decir.
Un buen amigo, no alguien que me sustituyera.
—Eso espero —dijo.

(…)

— ¿Listo? —preguntó acomodando el cuello de mi camisa.
—Eso creo —le dije.
—Es la puerta café —señaló.
—Todas son café —le dije y ella comenzó a reír.
—Estoy tan nerviosa que digo estupideces —se golpeó levemente en la cabeza y rodó los ojos —. La que tiene el número cinco —finalmente dijo.
—Deséame suerte —pedí.
—Suerte es para los que no creen. Éxitos —mencionó y luego se paró de puntillas para robarme un beso, teniendo completa victoria.
Era el beso de consuelo, o solo uno de sus apreciados besos a mi persona.
Caminé inseguro hasta la habitación, porque no llevaba ropa interior y estaba casi seguro que se me miraba todo el trasero al andar. Pero valdría la pena, según _______.

—Señor Irwin, tome asiento —me ofreció y sin decir una palabra obedecí —. Cáncer de col… tratamiento neg… —emitía repasando mi historial médico, mientras sus dedos acariciaban su bigote de los costados y sus ojos miraban sobre el aro de sus lentes —. Ok —suspiró —, su esposa me llamó.
—Lo sé —repliqué.
— ¿Le habló de los tratamientos? —preguntó.
—No —dije —. Pero hace varias semanas me hablaron de ellos, y…
—Usted no quiso tomar ninguno —interrumpió y yo asentí mientras apretaba los labios —, entiendo. ¿Por qué ha tomado la decisión ahora?.
—Por mi esposa —admití.
—Pareciera que ella desea esto más que usted, Señor, si me permite decirlo.
—Eso también lo sé —le dije firme.
—Bien, ¿comenzamos? —preguntó.
— ¿Qué viene primero?.
—Desintoxicación —dijo a medida que elevaba un bote de líquido rosa y lo ponía en la mesa.
—Explíquese —insistí.
—Tomará esto —señaló el bote —. Luego su cuerpo comenzará a desechar las toxinas que trae consigo.
— ¿Y cómo funciona? —pregunté aterrado.
—Sus eses serán agua, literalmente. Y defecará por varios minutos, sin poder detenerlo.
— ¿Vomitaré?
—Repetidas veces…

(…)

Estaba sentado en el baño, defecando. Por más asqueroso que suene.
En mis piernas posaba un bote de plástico, sosteniendo la caída de mi vómito a medida que el medicamento sacaba todo lo que podía.
Estaba sufriendo.

—Terminamos por hoy, Señor Irwin —me dijo luego de recoger el bote lleno de deshechos y palmeó algunas veces mi espalda —. Lo espero aquí, mañana —y luego se retiró.
Me limpié y caminé con ambas manos en el estómago, pálido, hasta donde estaba mi esposa.

— ¿Cómo te fue? —preguntó preocupada, sosteniéndome del pecho con ambas manos.
—Larguémonos de aquí —pedí.
Dormí todo el camino a casa, porque no tenía energías para hacer algo.
Al llegar, _______ me preparó una taza de chocolate caliente y me obligó a comer un par de bizcochos.
— ¿Cómo te sientes ahora? —preguntó hincada a mi lado.
—Creo que mejor —le dije.

La atraje a mí con un jalón leve de mano, hasta sentarla en mis piernas haciendo que se recostase en mi pecho, y juntos viéramos televisión.
Yo odiaba que tocaran mi pelo, pero cuando era _______ quien lo hacía, parecía mi perro Spot a punto de quedarse dormido.

Con tan solo tocarme me ponía nervioso, y al mismo tiempo me tranquilizaba al jugar con mi peinado.

Levantó la cabeza y quedó a unos centímetros de mi rostro, lista para besarme. Pero no lo hizo, así que me adelanté y luego de apretar la mandíbula, extrañamente hablando, puse una de mis manos en su cuello y cerré los ojos con tanta intensidad que al besarla sentí todo el proceso de mi cerebro enloqueciendo al poner a prueba el contacto con sus labios.
A mi cerebro le fascinaba besarla, no era mi culpa.

—Te quiero —me dijo.
—Y yo a ti —sonreí, para luego darle espacio a continuar jugando con mi cabello.
— ¿Te gusta eso? —preguntó.
— ¿Qué cosa?
—Que pasen los dedos en tu cabello —se explicó, sin dejar de hacerlo.
—Depende —le dije.
— ¿De qué?
—De que tan especial sea la persona —sonrió

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En Busca De Esposa [Ashton Irwin & Tu] **TERMINADA**Where stories live. Discover now