Dos veces adiós

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Tengo a Majo hablándome de la revista, sé que habla de eso porque señala varias cosas que incluimos en los artículos. Quiero seguirle el ritmo pero es tal su emoción que me pierdo por completo. Me levanto deteniéndola de una vez:

—Pausa, Majo, con calma. Respira hondo y dime —digo.

—Encontré a alguien leyendo nuestra revista y dijo que le encantaba. ¿Tienes idea de la sensación de satisfacción? Estuve a punto de abrazarlo. —exclama.

La entiendo, yo también estoy emocionada por este número, pero hay que bajar un poco las expectativas. La miro con los ojos de la sabiduría y me entiende tanto que baja su emoción.

—Lo sé, sé que debemos esperar a los números y ver el éxito en ventas. —Rueda los ojos y sonríe.

—¡Pero estoy segura que será un numero exitoso! —exclamo junto con ella.

A veces es bueno perder un poco la cordura, además, ella nunca estuvo conmigo así que demás está decir que la he perdido.

—Y dónde está nuestro grupo. —La observo tratando de ser lo más serie que mi sonrisa me dejase.

—Están en sus puestos, buscan información para el siguiente número. —Ella me detiene cuando quiero hablarle—. Lo sabemos, aún no tenemos un tema principal, pero estamos en ello.

—Tenemos que reunirnos, probablemente sea en los próximos días. Estén preparadas —Le digo.

Tomo asiento en mi escritorio, de esa forma doy por zanjada todo momento de diversión que tuvimos. Majo me ve y muerde el labio, toma aire; no dejo de ver lo nerviosa que está.

—¿Tienes algo más que decirme? —Ella asiente.

—He pedido unos días; en recursos humanos están informados. Me lo han otorgado —La veo sorprendida.

—¿Algo que deba saber?

Ella niega con la cabeza

—Todo bien, solo necesito un par de días y volveré al ruedo.

—Sabes que puedes decirme lo que sea —Empujo aun sabiendo que no dirá más.

Majo puede ser una caja de sorpresas o una de cristal, en esta ocasión me parece ver una combinación un poco extraña. No quiero presionarla más de lo que ya pudiera estar así que asiento y acepto.

—Pues no me queda mucho por resolver ¿no? Espero verte de vuelta pronto —concluyo.

La veo asentir con una sonrisa en sus labios. Sale de mi oficina y no me quedo para nada tranquila. Quizá sean ideas mías, pero no considero que esté bien. suspiro, lo sabré en algún momento. O cuando ella sea capaz de hablar. No puedo ser de mucha ayuda cuando incluso yo he ocultado mis penas.

Qué horror.

Qué horror

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