Capítulo 11

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—¿Te sentís con ganas de que vayamos a lo de Ramona? —le preguntó Logan despacio, luego de que el temblor de su cuerpo —y del suyo mismo— desaparecieran hasta que solo fueron un vago entumecimiento

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—¿Te sentís con ganas de que vayamos a lo de Ramona? —le preguntó Logan despacio, luego de que el temblor de su cuerpo —y del suyo mismo— desaparecieran hasta que solo fueron un vago entumecimiento.

—Sí, vamos —contestó ella, apartó la mano de su hermano, que le rodeaba el cuello, se puso en pie y se quejó un poco del dolor que sentía por haber estado tanto tiempo sentada sobre la dureza del cordón.

Ramona de Parada era una mujer de cincuenta años que se encontraba en un campo cerca, a menos de quinientos metros de allí. Logan había creído que lo mejor era ir a su casa, pues los conocía y ellos iban seguido allí cuando paseaban en la motocicleta. Supuso que, lo más correcto, era pedirle que les dejara usar su teléfono para llamar al hospital, a ver si podían ayudarlos con, fuera lo que fuera, que tenían sus padres. Katie había estado de acuerdo con la idea de su hermano, pues no quería dejarlos encerrados allí, de esa manera; quería hacer algo por ellos, lo que fuera.

—¿Vamos caminando? —preguntó la chica, algo dubitativa, y entonces se frotó la cara con las yemas de los dedos. De sus ojos, quitó un par de lagañas que no hubiera podido decir de dónde habían salido. Lo que había sucedido, era una de las cosas más extrañas por las que ambos nunca antes habían tenido que pasar.

Logan pareció pensarlo unos segundos más. Entonces, miró la motocicleta. En realidad su mirada había recaído en el asiento de esta, en aquel lugar donde reposaba su negro casco.

«No puedo correr el riesgo de que nos pase algo si vamos en la moto» pensó, y consideró, que sería un gran peligro hacerlo «pero creo que no hay otra, es más peligroso quedarnos sin un vehículo, y si lo que sospecho es cierto, el auto nos va a traer bastantes problemas»

Había pensado que todo estaba relacionado, que lo que sus padres tenían, estaba ligado a lo que les había sucedido a otras personas esa misma tarde. De hecho, ahora que lo pensaba, hacía unos días creía recordar haber escuchado ataques similares en otros lugares cercanos, y en otros lejanos también. Recordó algún testimonio de alguna persona de una localidad cercana, si no se equivocaba. «Sí, se trató de eso sin duda, el otro día pasaron algo de una chica que fue atacada en frente de su casa» recordó de repente, pero sin acordarse si lo había oído en la radio o lo había visto por televisión. Sin embargo, no había sido capaz de rememorar los detalles del incidente.

—¿Logan? —preguntó Katie, pero su hermano parecía no haberla escuchado en absoluto, y la chica tuvo que volver a insistir—: ¿estás bien?

De hecho sí la había escuchado, bueno, por lo menos de una forma algo vaga. Pero su primera pregunta era la que en realidad había disparado su reflexión. Había recordado, de repente —casi como si alguien se lo hubiera dicho al oído—, que lo había escuchado por la radio; su padre había estado escuchando folclore y tango, y la interrupción de la peculiar la noticia, había llamado la atención de todos, menos la de Katie que jugaba con Sara —que era su mejor amiga— en la casa de esta última. Se acordó cómo había reaccionado su madre al preguntar que cómo era posible que hubiera gente tan insensible y repugnante en el mundo, que solo parecían tener mierda en la cabeza. Y ahora, daba la impresión de que ella era la que había obrado de la misma forma que, antaño, había repudiado en tantas otras ocasiones.

La balada de los muertos (Wattys 2019 Horror/Paranormal)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora