Asiento.

-¿Qué tal si te doy mi número? Si algún día te apetece hacer algo tan solo llámame y ahí estaré. Sin ningún tipo de compromiso. -añade después.

La verdad es que Matt no está nada mal, no es demasiado guapo, pero es atractivo, y además está en forma. ¿La única pega? No es Eros. Además, ¿como va a poder gustarme alguien más cuando mis pensamientos se reducen a él las veinticuatro horas del día?

Aún así, no puedo decirle que no, tampoco ha sugerido nada del otro mundo, tan solo salir por ahí, como amigos, factor que anda escaso en estos momentos de mi vida.

-Claro. -asiento por fin tendiéndole mi móvil.

-¡Genial! -exclama este escribiendo los dígitos.- Aquí tienes. Ha sido un placer tropezar contigo, Reese Russell.

-Lo mismo digo. ¡Ya nos veremos! -me despido haciendo un gesto con la mano mientras camino hacia donde Eros y Diego me esperan con cara de póker. Al menos Simon sonríe, porque esto parece un funeral.

-¿Que cojones ha sido eso? -pregunta Eros claramente molesto.- ¿Te ha dado su número?

-Sí. ¿Es que acaso tú también lo quieres? -contesto con una sonrisa burlona mientras subimos las escaleras. Esta es mi venganza por lo de antes, Eros Douglas.

Además, me encanta verlo así de celoso. Diego observa la escena con diversión, así que parece que a él también.

-¿Vas a salir con él?

-Puede. -en realidad no voy a hacerlo, pero quiero seguir con este juego un poco más.

Eros suelta una risa incrédula por la nariz ante mi respuesta.

-No, no vas a hacerlo. -dice esta vez, seguro de sí mismo.

-¿Por qué no? Es muy guapo. -digo haciéndome la interesada.

-¡Porque soy tu guardaespaldas, y tengo que vigilarte! Y no voy a dejar que quedes con él. Así de fácil. -dice satisfecho de sí mismo, mientras sube al coche.- Lo considero peligroso.

-¡Oh, vamos! -me quejo.- Eres el jodido Eros Douglas, ¿y consideras a un jugador de fútbol peligroso?

-Cada uno tiene sus propios criterios personales, princesa.

Ruedo los ojos. Esta relación es casi la misma que teníamos nada más conocernos, pero esta vez, con más deseo de por medio. Y claro, sentimientos. Los malditos sentimientos.

-Ahora sé lo que se siente al tener padres. Parecéis un jodido matrimonio. -murmura Diego con sarcasmo inclinando su cabeza hacia detrás en el asiento trasero.

Suspiro frustrada, pero no digo nada más, mantengo mi vista al frente y cruzo los brazos, como cada vez que me molesta algo y no me apetece discutir. Eros tiene una sonrisa triunfante en la cara que me encantaría quitarle.

Llegamos a la mansión y Simon baja del coche emocionado por bañarse en la piscina. Diego no puede dejarle solo, por lo tanto también se ve obligado a hacerlo, y al final acabamos sumándonos todos al plan, pues aún es pronto para que esté la comida y hace un día genial, casi con demasiado calor, diría yo.

Bajo las escaleras con mi biquini amarillo favorito puesto, y por los sonidos de chapoteos y las risas que oigo fuera, deduzco que los chicos ya se están bañando. Estoy a punto de salir cuando oigo la melodía de mi teléfono resonar por el salón. Es Lily.

No ha dejado de llamar desde que la vimos con Ariadna en Valentino's, y yo no he dejado de ignorarla desde entonces. Si, ya sé que debería de tener más que aprendido que hay que dejar que las personas se expliquen, porque pueden haber malentendidos, pero sinceramente no me apetecía hablar con ella. Tenga la explicación que tenga sabe de sobra que Ariadna ha intentado matarme, ¿y aún así le acompaña a comprarse un vestido? ¡Venga ya!

Mala influencia®  Where stories live. Discover now