Capítulo 2 | Pura ciencia

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-¿Qué?¡No! Quiero irme de aquí-dije alzando la voz.

Kara frunció su ceño mirando a sus acompañantes.

-Querida Reese, no estás en la mejor situación para desobedecer mis órdenes-sus ojos se fijaron en los míos-Verdad, ¿Preciosa?

Apreté la mandíbula y asentí en silencio.

-De acuerdo-respondió en tono más alegre-Ven conmigo.

Salió de la habitación y la seguí aún sintiéndome nerviosa. No entendía nada, y estaba bastante alterada como para entender algo. En cuanto comenzamos a caminar por los pasillos, observé el lugar. Era grande, tanto las paredes como el suelo eran blancas y todo estaba limpio. Había un ligero olor a medicamentos que levantó mi curiosidad y mi miedo. Y guardias armados, estaban esparcidos por todo el lugar.

-Ya llegamos-paró de caminar. Acto seguido, miró a los dos hombres que nos habían acompañado-Vosotros ya podéis iros, ya sabéis que ella no me podrá hacer daño.

Ambos asintieron y desaparecieron a paso rápido. Kara entró en una habitación y yo la seguí.

-¿Cómo es que estás tan segura de que no te haré daño?-pregunté alzando la ceja.

Kara se sentó en una silla enfrente de su enorme escritorio. Su despacho era bastante espacioso: suelo blanco, estanterías llenas de libros, una pantalla digital conectado a un ordenador, y había una gran ventana de cristal transparente que estaba sustituyendo una pared. Observé a través de ella lo que había, veía varias personas caminando de un lado para otro con carpetas y objetos que desconocía. Todos llevaban una bata blanca, excepto algunos que eran guardias y otros que llevaban ropa casual.

-Porque te hemos inyectado una sustancia creada por nosotros, la cual impide que tu cerebro funcione como lo hace, y trabaje de forma normal. Es decir, sin tus poderes mentales-explicó entrelazando sus manos y apoyando su barbilla en ellas.

Tragué saliva.

-Bueno, siéntate Reese-me sonrió-No quiero que te sientas incómoda mientras te hablo.

-Desde que te he visto, la única sensación que he tenido, es de incomodidad.

Kara rió.

-No me sorprende-paró de reír. Su rostro se tornó serio-Siéntate-ordenó con firmeza.

Suspiré y sin dejar de mirarla, me senté en el asiento que había enfrente de ella y de su escritorio.

-Vale Reese, te explico. ¿Sabes cómo funciona el cerebro?

-Eh...¿A qué viene esto?

-Las preguntas que te voy a hacer, te ayudarán a entenderlo todo-aclaró y volvió a sonreír-¿Lo sabes o no?

Mis manos no dejaban de sudar por los nervios. Respiré hondo y respondí con dificultad:

-No.

-De acuerdo-suspiró-El cerebro puede funcionar hasta un 100%. Pero-me miró fijamente a los ojos-El cerebro humano es el único que no usa toda su capacidad cerebral, por lo cual, los humanos normales usamos el 10% de nuestro cerebro. Los únicos animales que usan su cerebro más que nosotros, son los delfines, con un 20%. Luego están determinados humanos, la nueva generación, que usan un mayor porcentaje de su capacidad cerebral. No el 100%, de momento. Pero si un porcentaje asombroso. A ellos les llamamos Inefables.

«Inefables», esa palabra no dejó de resonar en mi cabeza desde la primera vez que la oí en mi casa, cuando vinieron para buscarme.

-Los inefables-prosiguió-Son humanos con una inteligencia bastante sorprendente. No es que sean de los "sabelotodo". Puedes ser muy mala en los estudios, y ser una de ellos. ¿Por qué? Porque empleas tu cerebro de manera anormal, que te puede proporcionar ciertos privilegios. ¿Comprendes?

-¿Me estás diciendo que yo no soy normal?

La científica volvió a reír.

-Especial, lo definiría yo. Os llamamos inefables, porque nos resultais tan espléndidos, asombrosos y maravillosos, que no podemos expresar con palabras nuestra sensación al conocer vuestra existencia y vuestro potencial-se cruzó de brazos y se alejó del escritorio para apoyar su espalda en el respaldo-¿Sabes cuántos poderes mentales descubrimos que existen? Telepatía, atmoquinesis, radioquinesis, electroquinesis, sonoquinesis...etc. Y uno de mis favoritos, es la telequinesis. Tu poder.

Me quedé callada intentando asimilarlo todo. Mi cerebro no actuaba de forma normal. Mi cerebro era diferente, y aquello me hacía ser...poderosa.

-Como dije, los inefables no usáis vuestro cerebro al 100%. Sino al 60, 70, 80... Este centro en el que estás, Reese, se llama CDI, es decir, centro de control de inefables. No los controlamos. Aprendemos de ellos.-aclaró su garganta-La ciencia, y más el campo de parapsicología, siempre se interesó en los fenómenos paranormales que puede desencadenar un cerebro humano. Al principio, desde el siglo XX, eran puras teorías. Y ahora, todo se volvió realidad. Nueva generación, nuevos descubrimientos.

-¿A dónde quieres llegar?-pregunté ya al sentirme harta de escuchar su discurso.

-A que, tu estancia aquí, no es solo para ver a qué porcentaje de tu capacidad cerebral podrías llegar, sino también porque aún no tenemos las respuestas de ese funcionamiento cerebral, y las necesitamos para poder crear un nuevo mundo, una nueva sociedad, más poderosa y avanzada. ¿Sabes la cantidad de cambios que podría haber si todos usáramos más de la mitad de nuestra capacidad cerebral? Seríamos más que avanzados. Lograríamos muchas cosas para todos-se levantó de su silla y caminó hacia mí-Aquí vivirás como una reina. Te cuidaremos, y te daremos todo lo que necesitarás. Simplemente, necesitamos tu colaboración-sus manos se posaron en mis hombros.

Mi respiración se cortó.

-Entiendes eso, ¿Verdad?

Mis ojos se centraron en los suyos con inseguridad. ¿Nueva sociedad? En cierta parte tenía razón. Quizás no viviré mal ahí. Al fin y al cabo, ya había acabado mis estudios en la preparatoria, y siempre tuve ese interés de cambiar algo en nuestro mundo. Hacer un cambio que mereciera la pena.

-¿Reese?-la voz de Kara se tornó suave.

-Vale-respondí con rapidez.

Kara se alejó de mí, aún sin dejar de sonreír.

-Estupendo-dijo-Pues compartirás tu habitación con otra inefable más. Te podrás duchar, y te darán ropa nueva. Falta poco para el desayuno, así que aguanta un poco. Tus nuevos compañeros te explicarán cómo funciona todo. Si no entiendes algo, aquí me tienes, ¿De acuerdo?

Asentí con la cabeza. Kara apretó un botón que tenía en el escritorio y un pitido apareció.

-Lucy te llevará a tu cuarto-dijo y una chica de mi estatura, con el cabello castaño recogido en una trenza, y unos ojos marrones apagados, apareció enfrente de nosotras. Movió su cabeza en señal de irnos y la seguí. Pero antes, la voz de Kara me detuvo un momento-Y que sepas, tu tía no hizo esto para mal. Lo hizo por tu bien. No sabía que te pasaba, y tampoco quería que te hicieras daño a ti o a los demás sin querer.

Sin darme la vuelta, tragué saliva sintiendo mi garganta seca de nuevo y salí del lugar. No había excusas para la traición de mi tía materna.

INEFABLE © 2018 (sin editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora