Capítulo 10| Comportamientos extraños

3.1K 310 95
                                    

Eran las once de la noche

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Eran las once de la noche. Me encontraba sentada en el frío césped del patio que había en el centro. Miré hacia el oscuro cielo adornado de estrellas, y suspiré al lograr distinguir la cúpula transparente.

Literalmente nos tenían encerrados. Y estaba segura de que no era la única que tenía una vida allá fuera. Abracé mis piernas y apoyé mi barbilla en mis rodillas.

Todos los inefables que veía, se mostraban contentos. Unos más que otros. Parecía ser que estaban muy acostumbrados a aquella vida tan extraña y diferente. Me preguntaba si sus familias les había delatado al igual que mi tía me delató a mí.

Luego recordé a Noah. Era el único que su actitud lo delataba. Se notaba de lejos que detestaba estar ahí.

«Aquí, no sólo nos quita el futuro, Reese. Aquí, nos destrozan el presente.»

¿Qué habrá querido decir con eso?

-¿Qué haces aquí a estas horas?

Y hablando del Rey de Roma...

Me giré encarándole. Tenía el rostro pálido y lleno de cansancio. Alcé una ceja analizándolo por completo

-Vaya, al fin se dignó a aparecer el "Estoy bien, no os preocupéis"-bromeé.

Noah rodó sus ojos. Se acercó a mí y se sentó a mi lado cruzando sus piernas al estilo indio. Miró al frente.

-Necesitaba un poco de tiempo solo.

-Has estado todo el día desaparecido-señalé sin despegar mis ojos de él.

-No me digas-me miró y rodó sus ojos-¿Cómo lo has notado?

-Noah, conmigo no seas sarcástico-le miré con cara de pocos amigos.

Volvió a mirar al frente. Nos mantuvimos unos minutos en silencio, disfrutando del ambiente. No hacía ni frío ni calor. Era el típico ambiente templado y agradable que te transmitía cierta tranquilidad tanto en tu mente como en tu cuerpo. Sonreí.

-No sé cómo lograste aguantar un año y medio con esto-comenté en voz baja.

-Nunca he aguantado. En público sí, pero en privado me siento como una mierda-confesó con lentitud.

Mis ojos se fijaron en él de nuevo. Tenía una expresión triste. Parpadeaba varias veces como si le picara los ojos. Llevó una mano a sus ojos y lo restregó en ellos.

-¿Qué te hicieron?-me atreví a preguntar con suavidad.

-No me gusta hablar de ello-respondió cortante sin apenas mirarme.

-¿Sabes que me estás asustando con ello?¿Cierto?

-Coge un número y espera en la larga fila de las cosas que me importan tres carajos, si me interesa te llamo. Pero te recomiendo esperar sentada-esbozó una sonrisa con ironía.

INEFABLE © 2018 (sin editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora