CAPÍTULO TRES: ¡LARGA VIDA PARA EL LIDER!

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—Me voy.

— ¡Gorkan! —chilló Geiat soltándose del agarre de su tío para lanzarse a los brazos de su hermano mayor, él la atrapó y la aferró a su cuerpo mientras su princesa lloraba escondiendo su bonito rostro en su cuello. Enterraba sus dedos con fuerza, no queriendo soltarlo—. No te vayas, no nos dejes. Somos una familia.

—Mi princesa. La princesa del reino de Hierro —murmuró con los ojos cristalizados y la voz ronca. Goliat no tardó en aferrarse a su pierna y llorar con fuerza, rompiéndole el corazón a su hermano mayor—. Hice una promesa y he de cumplirla. ¿Recuerdan lo que decía padre?

—Las promesas están escritas en piedras, y no se pueden romper —dijeron al unísono, ambos hermanitos pequeños de diez y once años.

—Volveré, pero por el momento nuestro tío cuidará de ustedes.

— ¿Por qué no podemos ir contigo? ¡También eran nuestros padres! —masculló Goliat, molesto y lleno de tristeza. Al ver que no se levantaba, Gorius se acercó y lo tomó en sus brazos—. ¡Suéltame Gorius! ¡Dile que no se vaya!

—Él ha tomado su decisión y como líder, debemos de aceptarla aunque nos duela.

—Yo iré contigo —habló por fin Gokan. Su voz fue un susurro, pero todos lo escucharon y giraron su rostro en dirección del tercer hermano—. En el reino león no seré aceptado. El abuelo me detesta por no sé cómo él, aquí solo seré el príncipe y yo también necesito vengarlos.

— ¡Yo también quiero ir! —chilló Geiat, buscando la mirada azul de su hermano mayor, él sonrió besando su frente para después dejarla en el suelo.

—Ustedes dos se han de quedar aquí. Se preparaban, aprenderán y serán unos príncipes buenos que defenderán su reino. Es lo único que les pido.

— ¡No quiero! —Goliat terminó por soltarse de los brazos de Gorius y corrió hacia Gorkan que lo abrazó y pasó sus dedos por su cabello largo y claro, besó su frente y acunó su rostro. Él se parecía tanto a su madre, de facciones delicadas, pero de mirada de guerrero, como su padre—. No nos dejes Gorkan, por favor.

—Los amo. Son mis hermanos, y haré todo por protegerlos. ¡Tío! —gritó y su tío corrió tomando en sus brazos a Goliat, mientras Gorius tomaba a Geiat que lloraba y gritaba al ver a sus dos hermanos alejarse—. Se el mejor líder león, hermano. Purifica esas tierras, que todos griten tu nombre con amor.

— ¡Por los hermanos de Hierro! —vociferó Gorius.

— ¡Por los hermanos de Hierro! —contestaron los cuatro hermanos restantes. Gorkan no lo soportó y terminó saliendo de ahí con mayor rapidez, mientras Gokan se despedía de sus hermanos entre besos y llantos. El mayor y líder del reino de hierro se recostó a la pared y cubrió su rostro, sintiendo tanto dolor, ¿Cómo todo puede cambiar en segundos? en un momento eran una familia feliz que esperaban al siguiente cachorro, y a los segundos lloraban por sus padres muertos.

— ¡Mi señor! —el líder levantó la mirada, encontrándose con dos de sus amigos, sonriendo e inclinando su cabeza. El sanador Elihan, con el cabello blanco recogido y su mejor guerrero y amigo: Fuego—. ¿A qué hora partimos?

—Su deber es quedarse aquí. No seguirme.

—Usted es nuestro líder, y donde vaya: lo seguiremos.

—Lobos tontos —replicó Gorkan con media sonrisa mientras sus amigos compartían sonrisas y terminaban de colgar algunas cosas y comida que llevarían, en el lomo de dos caballos. A los minutos, Gokan salió y los cuatro se dirigieron a la salida. Su gente estaba ahí, de pie, con lágrimas en los ojos y pidiéndole que volviera, que no tardara.

LA CAPERUZA DEL LOBO © (I HDH)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora