Capitulo 21

377 46 13
                                    

El día de la graduación fue como cualquier otro. Las dos amigas, Michelle y Amanda, la pasaron muy bien en compañía de sus amigos. Dieron sus discursos con una gran mezcla de nostalgia y alegría, no podían describir lo que sentían.

Ya al final de la ceremonia a la cual ambos padres fueron indiferentes, Stu quiso hablar con Michelle en el pequeño jardín trasero del lugar. Se sentaron en una banca rodeada de flores de todos los colores.

– Michelle... ¿No te veré de nuevo? –empezó Stu.

– Oye, no te pongas triste. Quién sabe, tal véz nos volvamos a ver –le sonrió.

– ¿Tal véz? –se entristeció.

– Sí

– Es que no quiero que te vayas, quédate conmigo, te quiero mucho –le rogó.

– Pero yo quiero volver a mi verdadero hogar, volver con mis amigos y...

– ¿Acaso no me entiendes? –la interrumpió– Michelle... desde que vine aquí no he dejado de pensar en tí...

– Ay no, no me digas eso...–dijo intuyendo lo que iba a decir.

– ¿Quieres saber por qué? –preguntó y ella negó con la cabeza pero el lo dijo de todas formas– Porque estoy enamorado de ti.

Y eso bastó para que Michelle se levantara de su asiento.

– No, no lo estás –dijo dispuesta a irse.

– Sí, si lo estoy –dijo agarrándola de la mano para evitar que se vaya.

– Stu... no te haría bien, porque...

– ¿Por qué?

– Porque... Yo no voy a vol...

– ¡Michelle, ya nos vamos! –Y Michelle agradeció a su madre por primera vez, ya que la había salvado sin darse cuenta.

– Me tengo que ir, adiós

– No por favor, no me hagas esto, yo te amo –declaró Stu por fin, extremadamente triste.

– Yo también, pero sólo como amigos Stu, lo siento mucho –dijo más que apenada–. Adiós.

– Hasta pronto, Michelle –se despidió de ella con un beso en la frente, seguido de una lágrima y luego otro beso en la mejilla.

Entonces Michelle se fue dejando a Stu en el pequeño jardín con el dolor del alma, la causó mucha pena haberlo escuchado decirle todas esas cosas, pero no pudo hacer más.
Por supuesto que fue mas fácil despedirse de Pete y sus amigos con un cariñoso abrazo a cada uno de ellos y luego a Amanda le dijo en un susurro: "Te veo en unas horas", se abrazaron y Michelle se fue con sus padres.

El resto del día fue como cualquier otra para los padres de Michelle, pero para ella fue como un tiempo para ponerse a pensar con exactitud en cómo sería todo. Luego de cenar, se dirigió rápidamente a su habitación a empacar todo tratando de no hacer mucho ruido e inmediatamente después durmió ahí, esperando que fuera por última vez.

Despertó a las cinco de la mañana,  se levantó, tendió su cama y dejó una nota: "Ya soy mayor de edad", esperó que sus padres lo entendieran y la dejaran ir. Cerró en silencio la puerta de su ahora vacía habitación y bajó a la cocina con sus dos maletas. Grió la llave de la puerta trasera en silencio y abrió la puerta absoluto cuidado de que ésta no rechinara, lentamente, con las manos sudando de los nervios. Rogó porque sus padres no la oyeran hasta que estuvo afuera y se sintió libre, como nunca antes, tanto que una lágrima se le escapó, dejando todo el sufrimiento que tuvo durante tanto tiempo.

Amanda apareció con sus maletas de repente, se saludaron y se dirigieron a la estación de trenes a pie, pues Michelle debía ahorrar para el pasaje y sobre todo para su estadía en su tan esperado hogar en Liverpool y aunque Amanda tenía el dinero suficiente para todo eso y hasta para más –debido a que sus padres le dieron el dinero–, decidió acompañar a su amiga.

Llegaron y pidieron los pasajes inmediatamente.

– ¿Son mayores de edad? –preguntó el señor al ver la apariencia de las dos amigas.

– Sí –respondió Michelle con orgullo, al tiempo que le mostraba su identificación.

Esperaron al tren y a las seis en punto de la mañana, llegó y lo abordaron. Se quedaron dormidas en el camino.

Llegaron a Liverpool a las 9 de la mañana, Michelle se sintió tan feliz que sintió los impulsos de correr hasta su casa, pero como Amanda aún estaba ahí, decidió no hacerlo, pues no estaba bien que la dejara sola.

– Oye, muchísimas gracias por apoyarme y acompañarme –le agredeció Michelle.

– Igualmente, gracias a ti también –respondió.

– Bueno, ¿por dónde vives? –preguntó.

Sorprendentemente la dirección que Amanda le dijo a Michelle quedaba en el mismo vecindario, se lo comentó y ambas se alegraron bastante. Entonces se dirigieron a la casa de Amanda primero, ya que quedaba más cerca. Se despidieron con un gran abrazo y Michelle se dirigió a su casa.

Sintió mucha nostalgia al entrar de nuevo a su hogar. Decidió limpiar todo después, por lo que se dirigió a su habitación, dejó sus maletas a un lado y se dispuso a armar la cama, colocó encima el colchón y se tumbó encima.

Quiso tomar una ducha, pero lamentablemente no había agua ni luz así que debía conseguir un trabajo de todas formas.

Lo único que pudo hacer fue cambiarse de ropa y casi de inmediato se dirigió a la de John con lágrimas de emoción en los ojos. Se asomó por su ventana y no lo encontró, se asomó también por la sala pero al ver a Mimi agachó rápido la cabeza.

Supuso entonces que estaría en el parque y corrió hacia él.

Entonces lo encontró.

Por fin.

Sentado de espaldas a ella frente al lago con su guitarra en brazos.

Y lo oyó cantar.

Across The UniverseWhere stories live. Discover now