Ella no parece muy convencida con mi respuesta.

-Estás llorando. -oh, ni si quiera me había dado cuenta, mierda.- Toma.- dice tendiéndome un pañuelo.

-Gracias. -digo aceptándolo con una débil sonrisa. Agradezco que no vuelva a decir nada ni me pregunte que es lo que me pasa, porque a la única que he sido capaz de contárselo es a Lily, porque sé que es mi mejor amiga y que no se lo contará a nadie. Pero al resto de mis amigas no puedo darles ninguna explicación (aunque supongo que lo intuirán porque evidentemente es el primer día que vengo sin Eros al instituto) y menos sabiendo que ellas siguen siendo amigas de Ariadna.

Y justo entonces, entra por la puerta.

Genial. Hoy está siendo el mejor día de mi vida.

-Oh, Reese, querida... -dice con un falso tono de tristeza.- Tienes un aspecto horrible. ¿Quieres maquillaje?

-No lo necesito. -mi voz sale llena de rabia. Intenta controlarte, Russell.

-Si tú lo dices... -se encoge de hombros.- ¿Ya tienes pareja para el baile?

-No iré. -ni si quiera soy capaz de mirarla a la cara. Siento que todos los problemas que tengo ahora mismo en mi vida son por su maldita culpa, porque si esto del anónimo jamás hubiera pasado, nunca habría conocido a Eros, y ahora no estaría así de destrozada. Estaría ocupada siendo popular e ilusa como antes, pero al menos, sería feliz.

A Ariadna parece no gustarle mi respuesta.

-¿Como dices? ¿No irás al mejor baile de primavera del Official High School of Miami? -parece ofendida.

-¿Es que acaso eres sorda?

Vale, Reese, cálmate. No puedes asesinarla aquí en medio. Traumaría a la gente.

-Vale, de acuerdo, hoy no es tu día, lo entiendo. -no la miro.- Mejor voy a sentarme con otra persona.

Sí, mejor podrías irte a la mierda también.

Las clases se me hacen eternas, en la cafetería me siento con todas mis amigas (y Ariadna) que discuten que vestido van a ponerse en el baile y con quien van a ir. No veo el momento de llegar a casa la verdad, es más, no veo el momento de sentirme bien, porque aunque llegue a casa, sé que seguiré sintiéndome así de mal. Aunque al menos allí puedo llorar y comer helado sin que nadie me moleste.

Intento evitar a Ariadna lo máximo posible, y siento náuseas cuando veo a Justin McGray pasear por los pasillos con una sonrisa triunfante en su cara, mirándome con cara de "he ganado, Reese Russell". Es totalmente repulsivo.

Por fin suena el timbre y cojo el bus para volver a casa, aunque me deje a unos kilómetros, ya que la línea no entra dentro de las urbanizaciones de gran prestigio. Sí, ya sé lo que estáis pensando, Reese Russell cogiendo el bus público, todo un espectáculo.

Me lanzo a mi cama como si me fuera la vida en ello y enciendo mi móvil. Tengo diez llamadas perdidas de Eros. Y dos nuevos mensajes de voz.

Tardo varios segundos en pensar las opciones que tengo. No escucharlos e intentar superarlo, o escucharlos y sentirme mal conmigo misma porque no sé si darle la oportunidad de que se explique y seguir llorando porque no se que narices hacer con mi vida.

Mala influencia®  Where stories live. Discover now