Capítulo 39

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Me levanté con brusquedad y me paré frente a él –¿Qué sucedió? – Interrogué estudiando sus facciones. Sus ojos azules llenos de agua y brillo, viajaron hasta hacer contacto con los míos, una lágrima cayó por su mejilla, en ese momento pude escuchar todas las sillas moverse de lugar rechinando al haberse parado sus momentáneos usuarios –¡Nick!

Otra lágrima brotaba de él al tener que repetir las palabras de mi madre –El... abuelo...– Tartamudeo entre bocanadas de aire.

–¿Qué le sucedió? – Pregunté sin obtener respuesta –¡NICK! –Grité envuelta por los nervios.

Pronto una mano se apoyó sobre mi hombro y sentí mis piernas flaquear, un horrible revoltijo se producía en mi estómago.

–Sufrió otro infarto– Confesó por fin para posteriormente romper en llanto, su novia saltó a sus brazos para calmarlo.

Negué sin voz, llevé mis dos manos hasta mi cabeza y comencé a dar vueltas en círculos. Mis ojos no tardaron en arder y ceder ante aquel fuego que las lágrimas contenidas producían.

¿Por qué carajo tenía que pasar esto? Perder a mi abuelo significaría perder más que la mitad de mi vida, sin él me quedaba poco y nada. Tres personas, tenía como familia, ¡Tres!, ¿Era necesario arrancarme lo poco que tenía?

Cuando la ira y la negación abandonaron mi débil mente, caí en la realidad. Las imágenes de la mejor persona que había conocido en este mundo pasaban frente a mí como una película, una triste película. Recordaba su sonrisa, su voz, su alegría y mi corazón se estrujaba mientras que lo sentía hacerse pedazos. El sentimiento era inexplicable, sentía como mi pecho se encogía a la vez que un vació yacía.

Mis piernas me fallaron. Al momento en que mis rodillas chocaron duramente contra el suelo los brazos de Matt me acogieron.

Mi sollozo terminó por ser el único, miré a mi hermano este golpeaba violentamente la pared, una y otra vez sin cesar. Pronto John fue en su ayuda y lo separó bruscamente de ella, las manos de Nick habían comenzado a sangrar. Ambos se miraron, compartieron algo con aquella mirada, segundos después John asintió y mi hermanito menor se desplomó sobre él.

–¡Carajo! – Exclamó Zac moviendo las sillas con violencia.

Cata llegó hasta mí, le hizo un gesto a mi novio y pronto este me soltó. Sin estar preparada para estar sola me refugié en ella. Mi mejor amiga compartía el llanto conmigo.

Ella lo había conocido, había pasado cumpleaños con él, había reído y hasta llorado con sus historias. Lo apreciaba, y él a ella. Para los mellizos nuestro pariente era parte de su familia, ellos también lo llamaban "abuelo". Cuando el padre de ellos murió mi antepasado los acogió, sin preguntas, sin peros.

Ese hombre que tantos corazones había tocado tenía ochenta años y unas cuantas idas al hospital este último ciclo. Durante su juventud sirvió, como todo buen ciudadano durante la época, al ejército, sin embargo, nunca fue a la guerra, por suerte. Cuando sus servicios ya no eran requeridos viajó desde su país de origen hasta el mío, en este conoció el amor y sin dudarlo se instaló para comenzar una familia. Tuvo a mí madre un año después, cuando su hija decidió profundizar su descendencia la ayudó económicamente para poder mudarse y casarse entregándole todos sus ahorros, pero fue en vano cuando el infeliz de mi padre nos abandonó. Su mujer, mi abuela, murió hace ya unos años por una enfermedad, luego de la perdida él enfermó muchísimo. Hace dos años nos mudamos de cuidad por su estado de salud, necesitaba vivir en un lugar tranquilo, donde no tenga recuerdos que lo lastimen y el ambiente sea más agradable y pacífico, además de tener a su médico de cabecera junto con un buen hospital a solo unas calles.

Siempre has sido túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora