— Cariño, me aterra la idea de quedar atrapado y no quiero que entres ahí tú también.

— Mi amor, estaremos bien, es solo una cueva, por favor.

— Esta bien, entonces ve tú —deja un pequeño beso en mis labios, aunque podía sentir sus nervios— Matt, te cuidará, solo no tarden más de lo necesario.

— Yo quiero que me cuides tú — lo abrazo por la cintura — por favor.

— Amigo dame un respiro —dice el salido de, Matt— esta Salamandra me tiene cansado y encima ¿quieres que la cuide?, no seas cruel.

— Ve a buscar a quien le dices Salamandra maldito piojo chupa sangre — Intento tirarme sobre, Matt, pero, Jack, me toma de los hombros riendo.

— No sabía que tenía una margarita salvaje conmigo —dice riendo— ya dejen de pelear y tú no le digas Salamandra a mi preciosa margarita — le sacó la lengua como niña pequeña, oh si mucha madurez de mi parte — Clary, tú también ya te vi.

Los tres reímos, a veces sonaba como un papá, pero lo amábamos, sus advertencias lejos de dar miedo a veces terminaban en desastres.

Sin previo aviso me tomó entre sus brazos colocándome sobre su espalda llevándome a cuestas todo el camino a la catarata ya que cerca de ahí se encontraba la cueva, por lo visto finalmente había aceptado acompañarnos.

El camino a la catarata fue agradable mayormente porque yo no me encontraba cansada y mucho menos sudada como un cerdito, parecía una fresca y hermosa lechuga gracias a que mi novio me llevaba en su espalda.

— No es justo, debiste alzarme a mí también, Jack, ¿sabes que creo?

— ¿Qué? — dice, Jack, riendo al verme rodar los ojos.

— Que, Clary, hizo esto a propósito para que esas hermosas chicas semi desnudas que se están bañando en la catarata nos vieran con cara de asco —me ve riendo al ver como mi cara se convierte en una expresión de puro fastidio — es una lástima, Clary, porque para tu desgracia nos vemos más sensuales sudados.

— Sabía que eras calculadora, pero no a ese grado, princesa — dice riendo con Matt.

Yo no sentía ningunas ganas de unirme a sus risas y menos al ver a esas hermosas chicas, sabía que era una broma, pero no podía evitar comprarme y sentirme menos bonita que ellas, siempre me había cuestionado la razón del porque le gustaba tanto a, Jack, cuando era algo sosa y bonita como cualquier belleza común que encuentras al pasar alguna calle o visitar alguna tienda, no hay nada en mí que destaque, pero por obvias razones eso era algo que nunca le decía a nadie, siempre solía unirme a las pullas de, Matt, pero hoy simplemente no podía.

— Adelante, por mí no se atrasen, vayan y vean todo lo que se les dé la gana, yo me voy a casa.

— Aquí huele a celos —Me encojo de hombros.

— disfruten bastante.

Empecé a caminar furiosa hacía la camioneta, eran celos, obvio que lo eran y crecieron aún más al voltear y ver a Jack contemplando a esas mujeres. Me sentía, molesta, herida y fastidiada, maldecía mentalmente a ambos y más a, Matt, cuando llegarán a casa ambos dormirían con el perro.

Jack, apareció frente a mí sin que yo lo notará y me subió a su hombro haciéndome sentir aún más furiosa, Jack por el contrario lucía sereno y o no percibía mi mal humor o prefería ignorarlo, sea cual fuese la razón eso no hacía más que aumentar el mío.

— Jackson, bájame ahora.

— No, cariño.

Me quedé quieta, no haría un escándalo y menos delante de todas esas lagartas con las que Matt estaba a gusto en ese momento.

Caminamos o bueno, Jack, caminó conmigo a cuestas alrededor de unos diez minutos.

— Ya estamos en la cueva, mi amor.

— Es donde menos quiero estar —lo veo molesta luego de que me deje en suelo— sólo estamos aquí porque estoy molesta y eso es peor que no estarlo —camino hacia la salida.

— Admito que es algo aterrador estar aquí, pequeña, pero por ti entraría hasta en una zanja y es por eso por lo que estamos aquí.

— Me voy a casa, Jack — Intento tragarme mis lágrimas — ve con, Matt, de todos modos, desearías estar en su lugar.

— Eso no es cierto, Yo quiero estar aquí, contigo.

— Yo misma te vi como las veías, Jack, pero no puedo culparte tú ni siquiera me has visto desnuda — lo veo con lágrimas — me quiero ir.

— Y yo quedar — toma mi rostro entre sus manos pasando sus pulgares por mis lágrimas para deshacerse de ellas — si volví a ver fue por, Matt, porque no quiero sobrinitos acuíferos por ahí queriendo ser Poseidón o algo así.

— Mentiroso —dije un poco menos molesta, sus palabras me habían hecho gracia

— Vamos a ver mí, Clarissa hermosa, en mi casa hay una rata por tu culpa.

— Es un hámster.

— Como decía, una rata, estoy en una cueva contigo, aunque las odio, como esa pizza asquerosa de vegetales que pides una vez a la semana y que por cierto no debería existir, dejo mis calzoncillos tirados cada mañana por ti —ruedo los ojos cruzándome de brazos sin decir nada— lo que intento decirte es que si hago cada una de esas cosas es porque te amo, Clarissa, te amo como nunca he amado a alguien.

— Pero... —dije entre lágrimas

— Déjame terminar, mi amor, creí que sabías que te amaba y que no necesitabas que lo dijera, pero por las dudas, te amo, Clary, así seas enojona, calculadora, celosa y caprichosa, te amo así no me haya perdido en ti, porque mi amor por ti va más allá de algo físico— sonríe limpiando mis lágrimas— lamento haberte hecho sentir celosa, cariño, pero hay algo que quiero que quede claro yo no necesito a nadie más cuando tengo el paquete completo entre mis brazos.

Empecé a llorar contra su pecho, podía sentir a todas mis inseguridades florecer, a mi padre diciéndome lo patética que me veía llorando en los brazos de un hombre y a mi madre diciendo que debía guardar las apariencias. En el fondo comprendía que nada de eso que mis padres decían era necesario con, Jack, porque me amaba, pero a veces las cosas más simples eran difíciles para mí.

Papá solía decir que era un desastre, que mi vida sería un fracaso por haberme ido con él, pero ¿era realmente yo la que perdería o sería Jack el que se alejaría de mí con el tiempo? No seas boba, te acaba de decir que te ama y tu pensando idioteces —me digo a mi misma.

— La idea no era hacerte llorar, mi margarita — Se acerca aún más a mí y apoyándome contra la fría piedra me llena de besos, pequeños y tiernos, lo hace de tal forma que consigue hacerme reír — la idea era que también me dijeras que me amabas mucho —reí y lo beso.

— Yo te amo aún más mi hermoso y perfecto, Crow.

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Frágil [1° Trilogía Puntos De Quiebre ]Where stories live. Discover now