–Como tú– Musitó Matt en mi oído mientras sus brazos rodeaban mi cintura.

Luego de digitalizar aquella postal natural giré sobre mis pies quedando de frente al castaño, no tardé en fusionar nuestras sonrisas en un beso. De repente todo el costado derecho de mi rostro se había congelado, abrí la boca por la sorpresa y me alejé de mi novio. Lo primero que vi al abrir mis ojos fue a Matt en mí misma situación, pero riendo, en seguida me obligué a buscar al culpable y lo encontré –¡NICHOLAS!

El estúpido de mi hermano reía a carcajadas y sujetaba su estómago mientras secaba lágrimas que apenas se asomaban. Pronto dejó de ser el único que rio para que todo el grupo se le uniese.

Catalina reía con la boca abierta y me señalaba mientras se sujetaba de su novio para no caer –¿Y tú de que te ríes? – pronto su mellizo se vengó por mí tirándole una bola de nieve que dio justo en su boca.

Ahora si me uní a las risas. Catalina comenzó a escupir con asco los restos cuando Zac comentó que había orinado sobre aquella porción de nieve. No dudé en fotografiar la nueva batalla de bolas de nieve que se había producido por culpa de mi hermano, cuando creí que ya tenía suficientes momentos detenidos en el tiempo, me uní a ellos.

[...]

–Muero de frío– Comentó Cata acercándose a la chimenea que Matt había prendido.

–Yo igual– Comenté posicionándome junto a ella.

–Entonces llama a Matt, ayer tuviste calor, ¿Cierto? – Insinuó arqueando una ceja y usando un tono de voz perverso. Pronto mis mejillas ya no requerían de los servicios del fuego.

–¿Cómo...? – Pregunté susurrando.

–Ambos están felices, tú sobre todo y ayer te vi entrar a la habitación sin pantalones y con cerveza– Confesó cerca de mi rostro para después codearme.

–¡Si tenía pantalones! – Me quejé afirmando su planteo, reí al recordar lo que había sucedido la noche anterior –Entonces fuiste tú, creí que había sido Nick, por eso entre corriendo– Comenzamos a reír mientras Anna se acercaba a nosotras.

–Nunca me has contado– Comentó la rubia, hice un ademán con la cabeza para que continuara sin saber que pronto me arrepentiría por ello –¿Cómo la tiene? – Fruncí mi ceño y reí, mis mejillas ya no podían ponerse más rojas –¿Matt la tiene grande? –Insistió con diversión.

–¡Catalina! – Exclamé intentando evadir la pregunta.

–¡Deja de meterle ideas en la cabeza a mi hermanita! – Pronto un almohadón chocó contra la cabeza de la melliza Thompson seguido por otro de mayor tamaño –¡Y tú espero que no sepas la respuesta a su pregunta! – Otro almohadón viajó, esta vez hacia mi rostro borrándome la sonrisa.

–¡Arg! ¡Nick!– Me quejé devolviéndole su misil.

Inmediatamente una guerra de almohadones dio inicio en la sala, al principio éramos nosotras tres contra mi hermano hasta que mi mejor amiga se alió con él para castigarme, evitando que muera bajo el ataque de las dos personas que más conocía en la casa, Anna se alió conmigo atacando a su novio. En cuanto aparecieron Zac y John no tardaron en unirse, volviendo el combate todos contra todos.

Unos minutos después nuestra batalla fue interrumpida –La cena ya está lista– Anunció Mike desapareciendo de nuevo por el pasillo.

Antes de seguir al defensor acomodamos todo el lugar evitando que Matt se enterara del desastre que habíamos provocados en cuestión de minutos. A unos pasos de la cocina el rico aroma de la comida inundo el olfato de todos los que conmigo caminaban. La mesa ya estaba puesta, Mike reacomodaba lo que seguramente él había acomodado, según Cata su novio era un poco obsesionado con el orden. Una vez que todos estuvimos sentados, Matt se acercó a nosotros con dos bandejas y tras él, Mike cargaba una tercera.

Siempre has sido túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora