Capítulo 1.2. ¿Tiene que ser mi idea original?

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Uno de los errores más comunes que tendemos a cometer, sobre todo cuando el individuo alcanza una madurez mental suficiente como para rechazar los clichés y las historias juveniles y/o románticas, es el empeñarnos en que la idea de la que partir tiene que ser algo nunca visto, una cosa tremenda, tan buena que le dé reparo contárselo a alguien por si se la quita.

Y entonces yo siempre pienso: han pasado XXI siglos desde que nació Jesucristo pero muchos más desde que el ser humano comenzó a inquietarse por el arte de contar. Si en las paredes de las cuevas ya se pintaban escenas de caza... ¿Qué vamos a intentar nosotros que llegamos dos milenios tarde? Nada.

Ojalá pensáramos tanto en cómo librarnos de los Deus ex machina como en buscar una idea original.

Lo importante es el cómo, no el qué.

Sin entrar en muchos detalles, unos señores que se hacían llamar formalistas y eran rusos, quienes desarrollaron toda la teoría de la semiótica, de lo más interesante si os gusta el cine, sostenían que lo que importa en una historia es la manera de contarla, no lo que se cuente y ¿no es eso lo que nos atrapa?

Tenemos que buscar la originalidad, por supuesto, pero mucho más adelante. Lo que nos diferencie tiene que ser la manera en la que hemos elegido contar nuestra novela, no el contenido. Si lo que obtenemos del primer esbozo es sencillo, significa que lo estamos haciendo bien.

El deber de un escritor es contar la realidad ordinaria de manera que parezca extraordinaria.

¿Si yo os digo que he visto una película buenísima—en realidad es malísima, no la veáis, pero ha sido el primer ejemplo que se me ha ocurrido—sobre un psicólogo infantil que ve espíritus os convencería para verla? Seguramente no.

Pero imaginaos que sí. Y os encontráis a Bruce Willis creyendo durante casi toda la película que está ayudando al niño, cuando al final es al revés. Amén de que la escena es ridícula pero la forma que tienen de mostrarnos la vida del protagonista para que lo conozcamos es importante para que nos sorprenda la confesión final ¿Vosotros os imaginabais algo tan retorcido cuando os describí la historia? Probablemente no, porque la idea, es solo una idea.

El arte de contar historiasWhere stories live. Discover now