Los tres bajamos por el ascensor y volvemos a salir del hospital. Sé que para Diego es un alivio, estaba hasta los huevos de vivir en el hospital, y más aún de ver a su hermano pequeño en una camilla. Simon mira a su alrededor con los ojos muy abiertos, pues es la primera vez que sale a la calle sin estar a punto de morir. Diego y yo comprobamos que no hayan polis ni nadie que se los quiera llevar, así que pensamos que quizás ya se han rendido.

Un coche negro y desgastado estaciona delante de nosotros. Yo subo delante, para que Diego pueda estar con Simon detrás.

-¿Como está mi niño favorito? -pregunta Peyton nada más entramos.

-Estoy bien, gracias. -digo abrochándome el cinturón. Al menos siempre me quedará el sentido del humor.

-Tu no estúpido, Simon. -contesta esta arrancando.

-¡Bien! -exclama Simon desde el asiento trasero. No borra la sonrisa de su cara.

-¿Y mis dos criminales favoritos? -vuelve a preguntar. Diego ríe y contesta con un "bien" yo simplemente miro por la ventana. Peyton no dice nada, pues ya sabe cual es la situación. Hablé con ella para poder quedarme en su casa, y acabó sonsacándomelo todo. Como siempre.

Durante el camino me distraigo con Simon, el cual se sorprende con prácticamente todo lo que ve, cosa que me recuerda a mí cuando salí del reformatorio. Aunque claro, yo le robé el coche a Bruce y fui a comprar tabaco.

Una vez llegamos al piso de Peyton, suspiro. Espero no tener que quedarme aquí por mucho tiempo. El barrio es una mierda y siempre hay riesgo de cualquier cosa si sales a la calle por la noche, ademas las paredes son prácticamente de papel, por lo tanto oyes perfectamente a los vecinos y a los perros que ladran por la calle. Y lo peor, me recuerda terriblemente a su hermano, y antiguo amigo mío, Lucas, el cual murió en las carreras de motos. Recuerdo cuando Reese y yo destrozamos las motos de los culpables y sonrío sin darme cuenta. Esto va a ser jodido.

Subimos y Peyton abre la puerta. Simon entra emocionado y Diego contento por vivir en una casa por primera vez desde hace años. Yo sin embargo, ya tengo ganas de irme, pues esta casa me trae demasiados recuerdos y además ya echo de menos a Reese. Las paredes y el suelo son antiguos, y tienen algunas manchas de humedad por las esquinas. La cocina es minúscula y está conectada con el salón, que es lo primero que ves nada más abrir la puerta, el cual tiene un pequeño balcón, que es mejor dejar cerrado, para evitar robos. Luego hay un pasillo a la izquierda, donde hay dos habitaciones y un baño, también pequeño. Hay otra puerta a la derecha, pero dentro solo hay trastos del antiguo dueño, que se llevó la llave con él. Sí, aquí todo es triste y deprimente. O quizás soy yo, que después de vivir meses en una mansión me he convertido en un puto tiquismiquis.

-Bueno, ya sé que es muy pequeña, pero espero que os sintáis lo más cómodos posible. -nos explica. -Si necesitáis cualquier cosa, decídmelo.

-No te preocupes, es perfecto. -le dice Diego caminando por el pequeño y minúsculo salón con un solo sofá. Después se acerca a ella y la abraza.

-He comprado pizzas para cenar. -dice esta después, carraspeando.

-Gracias a Dios. -pienso en voz alta. Algo bueno por fin. Diego me lanza una mirada para que cierre la boca, pero a Peyton no le importa, ya está acostumbrada a mis comentarios de mierda, así que tan solo rueda los ojos.

Mala influencia®  Where stories live. Discover now