Capítulo 7| Cruda realidad

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-Derek también es guapo, por si te lo preguntas-comentó con una expresión divertida y volvimos a reír.

April entró en el cuarto de baño, y yo me quedé sentada en la cama aburrida. Miré la estantería llena de libros que había en la habitación, analizando cada uno de ellos mientras los rozaba con la mano. Cogí uno que me llamó la atención.

"Secretos de la mente"

-¡April!, ¿De dónde conseguiste estos libros?¿Os lo dan?-grité.

-¡Hay algunos que los robé de la biblioteca que hay en el centro!-respondió a gritos.

Reí en voz baja sin dejar de observar el libro con curiosidad. En la portada había una foto de un hombre más o menos de unos treinta años. Tenía el cabello castaño, los ojos verdes, y un poco de barba en la barbilla. Abajo ponía «Escrito por el doctor Alex Smith»

Alguien tocó la puerta varias veces. Me sobresalté en mi lugar, guardando el libro de nuevo en la estantería y me dirigí hacia la puerta pulsando el botón para abrirlo. Unos ojos castaños oscuros me observaron con una sonrisa.

-Buenos días, Reese. Me han mandado para llevarte a la zona de pruebas-habló Sean.

Le devolví la sonrisa.

-Ah, claro. No me imaginaba que fuera tan temprano...

-Kara quiere hacer las cosas cuanto antes-aclaró-Venga. Y también, te tengo que hacer un tour por el centro. Supongo que el único lugar que aún conoces es el comedor. Y eso aburre-rió.

-En verdad, sí-reí también.

Me acerqué al baño para avisar a April de que me iba, y tras eso salí de la habitación para seguir a Sean.

-¿Qué tal la noche?

-Mal. No alcancé dormir bien. Necesito acostumbrarme-suspiré-¿Voy a estar toda mi vida aquí?

Sean se puso tenso y su sonrisa desapareció.

-Me temo que sí, Reese. Lo siento.

Apreté la mandíbula y paré de caminar y Sean me imitó.

-¿Lo dices en serio?¿No puedo ni salir, ni ver a mi amigos, ni nada?

-Puedes hacer amigos aquí...

-No, Sean-le corté molesta-No es lo mismo. Tengo una vida allá fuera. ¿Qué hago?

Él bajó la mirada.

-Sólo sigo órdenes, Reese.

Bufé indignada, y continué caminando. Sean hizo lo mismo caminando a mi lado.

-Primero te enseñaré el lugar, y luego te llevaré para las pruebas-informó con voz pasiva.

Suspiré.

-De acuerdo.

Pasó una hora cumpliendo con su cometido. Aparte del comedor, me enseñó la biblioteca del centro, el patio que había para tomar el aire el cual estaba lleno de jardines bonitos y estaba rodeado de murallas y de una cúpula invisible para evitar escapadas. Aquello me llamó la atención, pero me mantuve callada. Me enseñó la zona del gimnasio, donde se podía hacer deportes de todo tipo, y la enfermería en caso de sentir algún tipo de malestar.

-Y eso es todo-dijo sin dejar de caminar con rapidez-Ahora hay que ver a Kara.

Durante el camino, en la zona izquierda, visualicé una puerta gris con un cartel de «Prohibido el paso». La curiosidad se despertó en mí.

-¿Y esa puerta?-pregunté.

-No es nada. Sólo pueden entrar personas autorizadas.

-No, eso ya lo entiendo. Me refería a que qué hay ahí.

Sean miró a su alrededor suspirando.

-Nada que te pueda contar.

Le miré con cara de pocos amigos. Sean se disculpó con la mirada y continuó caminando. Le seguí en silencio sintiendo miles de dudas. Aunque Kara me dijo el primer día que necesitaba mi colaboración, sabía con perfección que aún así, me obligarían a colaborar. Estábamos literalmente encerrados en un centro, que aunque Kara no lo admitiera, nos estaban controlando.

Cuando Sean paró de caminar, me di cuenta de que nos encontrábamos en una sala enorme, llenos de ordenadores y artefactos que desconocía, además de cajas de medicaciones y jeringuillas. Varios hombres y mujeres con batas blancas estaban dispersados por el lugar mirando papeles y cosas en los ordenadores táctiles. Delante de nosotros había un enorme cristal transparente en la que se mostraba otra sala dentro de ella, rodeado de paredes de metal, y con una silla en el medio.

-Llegamos. Espero que no estés nerviosa-me miró de reojo.

Cogí una bocanada de aire intentando relajarme.

-Sí que lo estoy, Sean. Es mi primera vez.

-Te prometo que no será nada que no puedas soportar-dijo con una sonrisa tranquilizadora.

Asentí con la cabeza y mi estómago comenzó a rugir. Sentí una punzada en ella.

-¿Cuánto durará esto?-pregunté cruzándome de brazos sobre mi vientre.

-Unas tres o cuatro horas. Depende.-contestó mirando a nuestro alrededor como si buscara alguien-¿Tienes hambre?

-Un poco la verdad. No he podido desayunar.

-No te preocupes, aguanta un poco.

Ante nuestra visión apareció Lucy vestida de una bata blanca. Su expresión seguía seria como siempre, y traía en una mano una pequeña jeringuilla llena de una sustancia violeta.

-Reese, te tengo que inyectar esto antes de las pruebas-informó mirándome con ojos cansados.

-¿Qué es eso?-me alejé de ella insegura.

-Se llama Fenilamine. Va a hacer que puedas usar tus poderes de nuevo. Pero tendrás que entrar en la sala esa-explicó Sean señalando el enorme cristal-No tendrás efectos secundarios, tranquila.

Tragué saliva. Allá vamos.


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N/A: Mirar el apartado de personajes, ¡He añadido nuevos!

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INEFABLE © 2018 (sin editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora