XXXVI

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A veces, las palabras duelen, y hieren más, que los golpes.

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—Debemos volver.
—No —le dijo besándola por el cuello, la mejilla, abrazándola fuertemente a él—. Quiero quedarme un rato más contigo.
—Pero ya es tarde —sonrió, cerrando los ojos.
—Déjame "darte amor" un poco más —le dijo divertido.
—Adam, ya es tarde. Debemos volver con las niñas.
—Yo quiero tenerte sólo para mi —pronunció aferrándose a su cintura.
—Adam —Pronunció pensativa.
—¿Qué?
Estaban ambos en la cama, desnudos, y él abrazándola por la espalda, como tanto le gustaba hacer.
—Hace como una semana... Nosotros hemos estado haciéndolo.
—Sí.
—No nos hemos cuidado.
—... Tienes razón.
Intentó levantarse, pero él la detuvo.
—¿Qué pasa? —preguntó confundido.
—¿Cómo qué pasa? ¡Puedo quedar embarazada!
—Pues... Sí, podrías. Pero lo dudo.
—¿Por qué?
—¿Recuerdas que puedo controlar cualquier función de mi cuerpo?
—No me vengas con estupideces —le dijo seria—. De ahora en más, si quieres volver a hacerlo, tendrás que usar condón.
—¿Es una broma? ¿Cuántas veces lo hacemos por día? ¿Cuatro? ¿Cinco? Se me iría medio sueldo en eso.
—No seas idiota —rio avergonzada—. Y aunque se te fuera el sueldo entero, tendrás que usarlos.
—¿Por qué mejor no te cuidas tú?
—También lo haré. Pero no por eso, tú no te cuidarás.
—Eres una gruñona —pronunció comenzado a besarla en el cuello, sobre su hombro, acariciándola.
—Ey, te dije algo —le advirtió tomándolo de las manos, que se dirigían a sus muslos—. No lo volveremos a hacer sin condón.
—¿Ni una última vez?
—No, desde ahora.
—Eres cruel, Laura. Muy cruel.
—Prefiero ser cruel, a tener que estar cambiando pañales en nueve meses.
—¿No quieres ser madre?
—No.
—Me alegra oír eso, porque yo tampoco quiero niños.

-o-o-o-o-

—Es extraño que Laura no haya vuelto ya —pronunció preocupada Eva.
—Lo sé —le dijo Verónica—. Yo llegué a las tres aquí, y no había vuelto aún.
—¿Deberíamos avisarle a alguien?
—¿A Adam? Pero tampoco sabemos a donde está.
—Yo sí.
—¿Cómo lo sabes? —preguntó curiosa.
—Pues... Gian me lo dijo —sonrió.
—Eva —murmuró en un tono preocupado—. Sabes que es peligroso estar con él.
—Lo sé, pero, nosotros acordamos ir despacio.
—¿Pero que hay de su ex mujer? Él era un tipo comprometido.
—Ella vive en otro sector del refugio. Además, no tiene porque meterse en nuestra relación. Es su ex.
—Yo solo quiero que tú estés bien —pronunció con pesar la niña.
—Yo lo estaré —sonrió cálidamente—. Sé como defenderme. Aunque, quisiera pedirte que no le dijeras nada a Laura aún.
Suspiró y asintió con la cabeza.
—De acuerdo.
—Adam se acerca.
—¿Qué? —Pronunció desconcertada—. ¿Cómo lo sabes?
—Puedo sentirlo.
Se quedaron en silencio un par de segundos, y no tardaron en escucharse las voces de Adam y Laura.
—¡Y vino con Laura! —Chilló emocionada la morena—. ¡Ella lo hizo volver!
Abrió la puerta, antes de que ellos pudieran hacerlo, y a penas vio al moreno, se abrazó a él.
—No vuelvas a irte —le pidió en un tono quebrado—. Por favor.
—No volveré a irme, Eva —pronunció incómodo, a penas dándole unas palmaditas en la espalda.
—Gracias, Laura —le dijo abrazando a la castaña, quien correspondió a su abrazo—. Gracias por traer a Adam de vuelta.
—De nada, cariño.
—Sí, hablando de que estoy de vuelta, Laura tiene algo importante que decirles —sonrió divertido.
Las dos muchachitas observaron a Laura, expectantes.
Miró a Adam molesta, y luego a las niñas.
—Lo que tenemos para decirles, es que... Adam y yo somos una pareja, ahora.
—¿Pero no están casados? —preguntó confundida Verónica.
—Yo creí que desde haces varios días ya eran una pareja —pronunció con pena Eva.
—Am... Sí a todo —dijo rápidamente la castaña—. ¿Qué quieren cenar? Muero de hambre.
—¡Pizza! —exclamaron ambas.

-o-o-o-o-

Estaba en su oficina, observando las cámaras de seguridad. Se suponía que aquel día, debían llegar los resultados que había pedido que realizaran en la clínica.
El problema es que llegarían a nombre de Gian, y él debía tomarlos antes de que el muchacho se diera cuenta.

-o-o-o-o-

—Vayan despacio —les dijo Laura con una sonrisa, observando como Eva llevaba a Verónica en el carrito de las compras.
Ambas iban por el almacén riendo, recorriendo los pasillos, mientras Laura tomaba algunas verduras, y ellas golosinas y cereales.
Se distrajo en la parte de los lácteos, y las dos jovencitas siguieron hacia la zona de las cajas.
Una mujer rubia, alta, de figura esbelta, y rasgos finos, estaba entrando en el almacén, cuando las risas de ambas chicas, captaron su atención.
Tomó su celular, y al deslizar su dedo sobre la pantalla, sus dudas desaparecieron.
Esa era la "niña", de la que le había hablado Hanna. La culpable, de que su marido la dejara.
—Así que tú eres la puta, por la que me dejó mi marido —exclamó alto, captando la atención de varias personas que se encontraban allí cerca.
—¿A quién le hablas? —le preguntó confundida Eva.
—A ti, zorra. ¿A quién quieres engañar con tu apariencia de niña buena e inocente? ¡Si no eres más que una puta que se metió con un hombre casado!
Eva miró a su alrededor, al escuchar los murmullos de las personas, que se habían quedado en silencio al escuchar las acusaciones de Amber.
—Y-Yo no sé de que hablas —Pronunció al borde de las lágrimas, sintiéndose tan avergonzada, humillada—. Eva-
Pero la morena se quedó con las palabras en la boca, al recibir un fuerte cachetazo por parte de Amber.
—¡¿Qué demonios crees que haces?! —le gritó con rabia Laura, al ver lo que le había hecho.
—Tú no te metas, patética humana —pronunció con asco.
—¿Qué no me meta? Vuelve a intentar levantarle una vez la mano a Eva. Y te juro que...
Observó que Eva se iba rápidamente del almacén, y le importó una mierda la rubia en ese momento.
Ayudó a Verónica a bajarse del carrito, y se fueron ambas detrás de la morena.
—Eva, espera.
Se subió al auto que maneja Laura, y se cubrió el rostro con ambas manos, rompiendo a llorar.
—Eva, cariño —le dijo abrazándola—. Tranquila.
—E-Ella dijo cosas horribles... De mi —lloró aferrándose a Laura—. Y-Yo no estuve c-con Gian... No soy una puta.
—Claro que no, mi amor. Ese pedazo de mierda está loca. En cuanto vuelva Noah-
—No —la interrumpió—. Ya no quiero vivir aquí. Quiero irme, Laura. Por favor, quiero irme.
—De acuerdo, cariño. Tranquila, hablaremos con Adam.
Se separó de Eva, quien fue abrazada por Verónica, y ella se dirigió hacia el asiento de adelante.
Observó a la morena por el espejo retrovisor, y apretó con rabia sus dedos alrededor del volante.
Esa rubia desquiciada, pagaría por la humillación que le había hecho pasar a Eva.

...

Muy cerquita del final amores mios ❤😢

(Faltan como 20 capitulos... Lamento este tipo de lectura, antes no separaba los párrafos 🤦🏻‍♀️)

Synthetic's boyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora