Supongo que es algo bueno después de todo porque al menos alguien sabrá dónde encontrarme en cualquier emergencia.

El recibidor del hotel es hermoso y pulcro, pero el apartamento que se deja ver una vez abiertas las puertas del ascensor me recuerdan mucho a Miami pues tengo frente a mí el parque de Santa Mónica con la vista a la rueda de la fortuna y el mar.

Las paredes blancas me causan dolor de cabeza pero el amarillo suave de la cocina lo compensa. Tiene buen tamaño, de hecho es de los mejores lugares a los que he ido pues luego de casa todo se siente como un puto castillo.

El botones deja mi equipaje y al encontrarme sola solo puedo lanzarme a la cama tamaño King de la habitación principal. Se siente extraño estar sola y casi puedo echar de menos a Hudson y su forma de acariciar mi vientre mientras dormía.

Me ha dado mi espacio, se ha portado bien y es por eso que le envío un mensaje diciendo que me encuentro bien.

Hudson: Me alegro, por favor ten cuidado al salir. Evita hacerlo de no ser necesario.

Suspiro. Se preocupa demasiado y ahora que estoy sola en un edificio que no conozco es cuando comienzo a preguntarme si en verdad venirme sola fue la mejor opción.

Le escribo que tengo una cita con Kiran mañana para revisar al bebé. Ahora que estoy de regreso solo quiero mantener a mi doctor de cabecera al tanto.

Hudson: De acuerdo, llámame si necesitas algo. Las quiero.

Mi mandíbula cae. No puedo creer que se atreva a decir que me quiere por un puto mensaje de texto. Al menos no me dijo te amo porque ahí sí que traspasaría el teléfono para darle unos buenos madrazos.

[...]

La mañana comienza con más náuseas de lo normal. Vomito todo en el retrete incluso antes de haber tenido algo en el estómago lo cual me provoca dolor en el diafragma.

No entiendo por qué me sucede esto si mis síntomas disminuyeron bastante las últimas semanas. Tengo cinco meses de embarazo y creí que las náuseas ya habían terminado.

Al parecer me equivoqué.

Apenas abrí los ojos, supe que todo sería una maldita locura y no me equivoqué, pues el dolor que siento en el abdomen no es nada agradable y por supuesto nada bueno.

A la hora de levantarme, confirmo la cita con Kiran, el amigo de Hudson. Ahora que regresé, prefiero tener a alguien que conozca mi caso atendiéndome, por lo que me preparo para visitarlo.

Mi niña no deja de moverse, no sé qué le sucede pero mis costillas no están agradecidas con sus movimientos bruscos que a cada nada me obligan a detenerme para tomar aire.

El aire caliente de California me hace sentir como en mi propio hogar, aunque hace tiempo que no tengo uno. Termino colocándome un vestido veraniego largo que le da visibilidad a mi barriga.

Cada día que pasa confirmo que tomé la mejor decisión al continuar con mi embarazo, porque aún a pesar de las dificultades, mi bebé me ha convertido en la mujer más feliz del mundo.

Termino de vestirme y pido en recepción un taxi que me lleva directo a la clínica de Kiran, cosa que todavía no comprendo pues es un niño. No sé bien su edad pero creo que apenas nos llevamos unos años pero es doctor y tiene su propia clínica privada, algo que a otros les puede llevar más de una década conseguir.

No sé cómo llegó a eso pero sí sé que es un buen doctor, y por eso lo quiero atendiendo a mi bebé.

—Muchas gracias—le digo al conductor al pagar, estoy a punto de salir del coche cuando veo a una mujer muy similar a Kate entrar a un coche negro con vidrios tintados.

Entre Sábanas de Seda (AQS #1)Where stories live. Discover now