¡Primer libro de la serie Amores que Sanan! Versión 2021.
Con un padre y hermano alcohólicos, Lia pasa su vida trabajando para saldar sus deudas y se prepara para saldar la siguiente en un reluciente bar de Santa Mónica.
Rodeada de personas con din...
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Tres días más tarde, comencé a aceptar que estoy embarazada. Está hecho, es una realidad. Ahora debo pensar en alguien más que en mí misma. Tengo una decisión que tomar, y no es nada fácil.
Repasé una y otra vez cada folleto. El primero, sobre la adopción dice que puedo dar al bebé cuando nazca o en un plazo de dos días, puedo escoger una adopción abierta o cerrada, dependiendo si quiero formar parte de la vida de mi bebé, y muchas cosas más referente a lo legal. Descarté esa idea al primer día.
Puede sonar egoísta, pero no puedo dar mi bebé a otra persona porque sé que si me lo permito, si decido amarlo, no habrá fuerza en este mundo que me obligue a renunciar a él al momento de nacer. No puedo hacerlo, moriré si sé que entregué mi hijo a otra familia.
Muchas personas toman esta opción porque creen que el aborto es asesinato, pero ¿Qué tan roto tienen el corazón luego de dar a su bebé? ¿Algún día llegan a recuperarse? No lo creo, y no pienso averiguarlo.
Y entonces me quedé con dos opciones: tenerlo o interrumpir el embarazo.
Es duro, es difícil, no pensé nunca estar en esta posición y es por eso que me cuidé desde un principio de mi vida sexual, pero aquí estoy, tomando la decisión más importante de mi vida, porque escoja lo que escoja, cambiará mi vida para siempre.
Puedo interrumpir el embarazo ahora y hacer de cuenta que nada pasó, pero cada día al abrir los ojos, sé que está ahí dentro de mí, sé que su corazón se forma cada vez más con el paso de las horas y me siento el peor ser del universo por no tener nada qué ofrecerle.
La única razón por que podría terminar mi embarazo, es por ser pobre.
He visto a lo largo de los años a vecinos, amigos y familiares quedar embarazados en medio de la pobreza y todo es lindo hasta el momento en que nacen, cuando la realidad de su situación económica los golpea y deben pedir limosnas para poder mantenerse de pie, hacer filas eternas para conseguir un lugar cálido para dormir o por un plato de comida.
No quiero eso para mi bebé. Soy demasiado consciente de lo que puedo ofrecer, y por el momento, no es mucho. El amor no basta, con amor no vivo, ni yo ni el bebé.
No estoy segura de qué hacer, pero al menos tomé una decisión con respecto al padre. Debe saberlo, decida continuar o no, es nuestro. Ambos lo hicimos, y es su decisión estar o no presente. Seguramente a esta altura, más de un mes después, dudo mucho que siquiera se acuerde de mí, pero yo cumpliré con mi palabra de hacerle saber.
Pasé la noche en vela, pensando en cómo encontrarlo, pero más que nada, en cómo decirle que estoy esperando a su hijo.
Y aquí estoy, frente a su casa de verano.
Kate consiguió la dirección gracias a uno de sus clientes y no lo pensé demasiado, porque tomé mis cosas y aquí estoy, viendo desde lejos la enorme mansión que se carga como casa de verano. Una casa hermosa de color blanco con ventanales enormes de vidrio y balcones en la primera planta, un enorme jardín que cubre hectáreas enteras desde el comienzo de las rejas hasta la entrada de la casa y una pequeña fuente. El camino parece eterno, pero antes de siquiera considerar caminar por ahí, debo enfrentar las enormes bestias que custodian la entrada en las rejas.
