23. [Editado]

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"Mátenme de nuevo o tómenme como soy, porque no cambiaré"

-Marqués de Sade.

Los meses pasaban muy rápido, el invierno se fue en un abrir y cerrar de ojos y dio paso a una primavera bastante cálida. Las flores florecían de un modo hermoso, haciendo suspirar a más de uno que pasaba y se tomaba el tiempo en admirar la belleza de la naturaleza que teníamos a nuestro alrededor.

Me gustaba pasar mis tardes sentada en aquel viejo árbol que estaba apartado de la escuela. Me traía tranquilidad, y me hacía reflexionar sobre las cosas que estaban pasando y lo incierto que solía resultar el futuro.

Las cosas con Gabriel mejoraron después de aquella conversación donde me confesó el cómo se sentía. No mentiré, después de aquella tarde mis ojos comenzaron a verlo de otra manera. Cada acción que realizaba yo la analizaba. Cada cosa que decía siempre era un motivo para que pensara y me cuestionara quien era este nuevo Gabriel, y en donde había quedado aquel hombre que vi por primera vez la capilla.

Poco a poco lo empecé a ver con claridad, y no solo yo, las demás personas también lo notaron. Gabriel dejó de ser aquel hombre bondadoso para darle paso a un hombre totalmente distinto. En silencio observaba sus cambios, pequeñas cosas que hacía, pero que tenían una gran impacto después.

-Gabriel, ¿no crees que estás exagerando?.- Le pregunté ese día en que despidió a la madre superiora de una forma poco usual. Su silencio no me dijo nada, solo se mantenía como una estatua con su muy acostumbrado vaso de Whisky a un lado, sujetándolo con fuerza entre las manos.

-¿Quieres que siga rondando por aquí mientras cada día se encarga de atacarte más?.- Preguntó con ironía. Y era cierto, desde aquella vez que me dijo que no descansaría hasta verme lejos de aquí no paró de intentarlo. Sus clases se convirtieron en un infierno.  Comenzó a hablarles mal de mi a otros profesores con los que también tuve algunos problemas a causa de eso. Un auténtico infierno.- Es mejor que no esté aquí, solo es un problema más con el que tengo que lidiar.

Los silencios con él incrementaron, las personas dejaron de tenerle confianza para darle paso al sentimiento del temor. Todo en el instituto cambió.  Él se convirtió en la figura principal del lugar, y las reglas cambiaron tan drásticamente que era un milagro el que pudiéramos respirar sin ser reprendidos por eso.

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-Me gusta cuando gimes así, como una zorrita.- Decía entre jadeos mientras sus manos estaban sujetándome por la cintura. Ambos nos movía al compás de sus embestidas.  Yo no podía parar de gemir, era algo increíble. Cada vez mejor que la anterior vez.- Vamos Paulette, grita...

-Alguien puede escucharnos.- Le respondí cerrando los ojos con fuerza al sentir como incrementaba sus embestidas.- Gab...

-Me importa una mierda...quiero oírte gritar mi amor.  Me importa un carajo toda esta gente.- Y con sus dedos expertos tocó aquel punto que siempre me hacía colapsar. Grité tan fuerte que la garganta me dolió. Entre todo aquel placer que estaba teniendo pude ver como Gabriel me miraba fascinado con una sonrisa malvada plasmada en su bello rostro.

-Mierda, Gabriel nos pudieron escuchar.- Le dije respirando con dificultad, un poco asustada. Habíamos sido muy escandalosos.  Cualquiera que hubiera pasado pudo haber escuchado nuestros gritos de placer.

-Me da igual, ya te lo dije. Soy el dueño de este lugar, puedo hacer lo que se me da la gana.- No conteste nada, solo lo mire en silencio hasta que el sueño me venció y caí dormida.

Después de aquella noche siempre me hacía gritar como una loca, sin temor a que alguien nos escuchara.

*

-¿Qué estás haciendo aquí?.- Su voz me hizo salir de mis pensamientos. Se encontraba parado con sus manos metidas en los bolsillos de su pantalón café mirándome. Su semblante estaba relajado, algo extraño ya que últimamente siempre estaba frustrado por todo.

-Solo pensaba mientras veía todo esto. Me gusta estar aquí, es relajante.- Conteste con tranquilidad. Asintió en respuesta, pero después frunció un poco el ceño.

-Igual es peligroso que estés aquí sola, está algo retirado del colegio y cualquiera puede llegar hasta aquí y hacerte algo.- Su preocupación me hizo sonreír con emoción.

-No pasará nada, lindo.- Suspiró relajándose y sonrío levemente al escuchar como le llame. Se inclinó y se sentó al lado de mi, copiando mi posición de mantener la cabeza recargada del tronco del árbol.- Te ves relajado.

-Lo estoy.- Cerró los ojos por un momento.- Hablaré con el arzobispado cuando pase lo de tu graduación, no te dejaré sola aquí. Tomará mi lugar un viejo amigo, lo puse al tanto de nuestra situación y nos apoya. Todo estará bien Paulette, por fin todo comenzará a mejorar para nosotros. Dentro de unos cuantos meses podremos ser libres.

-Siempre haces que todo mejore Gabriel, eres increíble.- Levanté mis manos y con el dedo trace una ligera caricia en el contorno de su mejilla.- Siempre te voy a querer, y eso jamás va a cambiar.- Admití con franqueza. No dijo nada, pero el simple hecho de que mirara con tanto amor me hizo darme cuenta que tal sentimiento lo comprendía él, ya que también era partícipe de eso.

Ambos sonreímos mientras continuamos disfrutando en nuestra pequeña burbuja de felicidad.

Los siete pecados. [Editado]Where stories live. Discover now