16. [Editado]

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"Lo que me preocupa no es que me hayas mentido, sino que de ahora en adelante, ya no podré creer en ti".

-Nietzsche.

Me encontraba en la habitación que antes compartía con Rose. Me sentía tan mal, cada segundo mi mente me hacía recordar los acontecimientos de ese día. Parecía como si jamás se fueran a ir de mi mente.

Todo se sentía tan vacío, tan silencioso. Sin Rose las cosas dejaron de estar bien, y se convirtieron en un infierno. Ya no tenía a mi compañera, aquella que me enfadaba porque nunca parecía dejar de hablar, pero ahora anhelaba tanto eso. El silencio de esta habitación comenzaba a matarme.

Las cosas en la escuela al principio fueron horribles. Con la muerte de Rose, Alex se marchó. Afortunadamente no tuvo algún problema con la policía cuando investigaron si él fue el responsable de la muerte de Rose. Todo fue un accidente, y eso fue el veredicto final.

Antes de que Alex se marchara tuvo una fuerte discusión con Justin en la cafetería. Lo golpeó hasta cansarse, y Justin jamás se defendió. Su silencio fue más que claro, se disculpaba por abandonarlo aquel día, pero eso estaba lejos de ser suficiente para Alex.

La escuela poco a poco comenzó a tomar su ritmo normal, aunque algunos alumnos le hicieron un gran homenaje a Rose poniendo fotografías de ella y hermosos ramos de flores en su casillero.

No lloré, no podía hacerlo ya que me sentía tan vacía. No había nada, solo vacío.

Mi relación con Gabriel comenzó a ser bastante confusa para mi. Nos dejamos de ver, supongo que él tenía demasiados problemas con los Padres de Rose que amenazaban con demandar la institución que Gabriel estaba tan ocupado que me olvido. En nuestra última charla él lucía tenso y bastante enojado, solo me dijo que estaba ocupado y que pasaría a verme en la noche, pero no jamás llegó.

Por el contrario con Justin nuestra "amistad" comenzaba a fortalecerse. Justin pasaba cada tarde en mi habitación, acompañándome. Ambos sabíamos como nos sentíamos, yo había perdido a Rose y él había perdido a Alex. Nunca lo mencionó, pero le dolía ver como Alex se fue para nunca volver. Eran los mejores amigos antes de lo ocurrido, y ahora Alex no lo quería ver ni en pintura. Todo estaba muy jodido.

-En este momento muero por una maldita botella de alcohol.- Dijo en una de esas tantas noches que permanecía aquí. No conteste nada, ya que me encontraba viendo sobre la ventana. Comenzaba a llover, y eso me traía recuerdos bastantes desagradables.- Necesito un trago Paulette, me siento como la mierda esta noche. Quiero olvidarme de todo, mandar al carajo mi vida y este maldito lugar.

-No debería salir contigo, no después de todo, pero también necesito salir. Vamos.- Le conteste mientras me ponía mis zapatos y agarraba una chamarra.

Salimos por los pasillos sin importarnos en ser cautelosos, bajamos las escaleras y caminamos hacia la entrada principal. Era la primera vez que salíamos desde hace un mes, desde lo de Rose.

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Las personas al igual que las cosas comenzaban a darme vueltas. Nos encontrábamos en un bar de mala muerte que estaba a algunos kilómetros de la escuela, en medio de una carretera que normalmente estaba transitada por motociclistas y conductores de trailers.

-Todo....es mi jodida culpa Paulette, absolutamente todo.- Balbuceaba Justin tratando de sostenerse de la silla en la que se encontraba sentado. Estaba bastante borracho.- Vámonos de aquí, este lugar es asqueroso.

-¿A dónde iremos?.- Le pregunte mientras apretaba los ojos con fuerza al sentir un malestar en la cabeza. Justin no contestó pero con pasos torpes se acercó y me tomo de la cintura, acercándome más a él para quedar justo pecho a pecho.- Espera...

-Quiero pasarlo bien esta noche, y sin duda alguna es contigo.- Susurro en mi oído. Un estremecimiento me embargo y solo fui consciente de como me arrastro entre las personas hasta salir del lugar. El aire helado golpeo mi rostro, calmando mi pequeño malestar de cabeza. Justin comenzó a caminar por la carretera, dejando atrás el bar.

Sin decir alguna palabra comencé a seguirlo. Las alertas en mi cabeza comenzaron a sonar, sabía exactamente qué quería Justin de mí esta noche. No, no está bien.

De pronto un enorme letrero con letras de neón rojo fue lo primero que vi mientras caminábamos. MOTEL.

-¿Este fue tu plan desde el principio?.- La ironía sonó en cuanto termine de preguntarle. Justin se mantuvo de espaldas, sin mirarme, pero estaba tan quieto que temí por un momento que haya entrado en algún estado de shock.

-¿Qué sentido tiene esto ya?.- Respondió.- Todo esto es una mierda Paulette, estamos jodidos en este asqueroso mundo. Quiero olvidar un rato toda la mierda. El sexo siempre me hace sentirme mejor, y eso es exactamente lo que necesito esta noche. Lo que ambos necesitamos.

No conteste nada, miraba las grandes letras. No quería traicionar de ninguna manera a Gabriel, él no me lo perdonaría, ni siquiera yo, me sentiría sucia. De pronto el alcohol hizo el efecto que menos deseaba, todo pensamientos racional pasó a ser segundo plano.

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Palabras incoherentes salían de mi boca, tratando de protestar y alejarlo, pero cada vez que quería hablar Justin me callaba posando su boca sobre la mía. Sus besos eran rudos y sin pudor, sin algún tipo de cariño. La habitación se lleno de jadeos por parte de él, mientras que yo permanecía como una estatua en mi lugar sin saber siquiera qué carajos estaba haciendo.

Él no era Gabriel y jamás lo sería. Gabriel, su nombre caló muy fuerte en mi interior. Todo con él ya estaba perdido. Él vio lo que verdaderamente soy y se alejó de mí como todos, dejándome sola, como siempre lo he estado.

Con ese amargo pensamiento me recosté en la cama con Justin encima de mí. Cerré los ojos y me deje llevar, imaginando que esto era otra situación, y que la persona que ahora me despojaba de la ropa era aquel sacerdote que tanto me enloquecía.

Todo este acto fue rudo y posesivo. Justin era agresivo, al igual que yo lo fui con él. Todo fue simple lujuria, sin ninguna muestra de cariño por parte de ninguno de los dos. Solo fue sexo.

Ya no me importaba nada, todo estaba hecho.

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Al llegar al día siguiente al instituto nos encontramos con la madre superiora en la puerta de la entrada. Con un gesto de cabeza nos indico que la siguiéramos. Mi corazón comenzó a latir y mis manos a sudar, nos dirigimos al lugar donde yo estaba imaginándome que estaba realmente jodida. Mi intuición no fue incorrecta, nos encontrábamos frente a la oficina de Gabriel.

La madre nos indico que podíamos pasar, que él ya se encontraba dentro de su oficina. Con una gélida mirada nos recibió, sin decir ninguna palabra. La madre superiora se retiró, dejándonos a solas con el gran león que teníamos enfrente.

Me miró por unos segundos antes de apartar esa hermosa mirada azul y posarla en Justin, dejándola ahí por más tiempo y cambiando su rostro a uno lleno de furia. Tenía miedo que en cualquier momento brincara sobre él y lo matara.

-Tomen asiento ahora. -No podía reconocer su voz en este momento. Sabía que estaba furioso, demasiado, pero maldita sea su voz en este momento demostraba toda la calma del mundo. Algo que de verdad no sentía, su mirada era puro fuego.-Así que decidieron que era momento de regresar, ¿se la pasaron bien anoche?.- Preguntó con amargura, mientras paseaba su mirada de Justin a mi.

-No sé a qué se refiere.- Me miró fijamente por unos minutos hasta que con fuerza estrelló su puño en el escritorio, haciéndonos sobresaltar en nuestro lugar. Trate de arreglar la situación, buscando una mentira lo suficiente buena para tranquilizarlo, pero aún seguía medio ebria y dije una estupidez.-Solo fuimos a visitar la tumba de Rose, nos sentíamos mal y queríamos verla.

Gabriel se río. Una sonrisa amarga salió de su boca, haciéndome estremecer de pies a cabeza. Era una verdadera idiota.

-Retírate Paulette, espera afuera hasta que salga Justine. Hablaré primero con él, después será tu turno. No quiero que te muevas de la banca, ¿lo entiendes? -Sin emitir un sonido asentí y salí sin mirar a nadie. No pude mirarlo, me dolía y me hacía sentir asquerosa.

Los siete pecados. [Editado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora