—¿Por qué hiciste eso?—pregunta Hudson apenas la puerta se cierra.

Ruedo los ojos y me volteo hacia mi ropa. Me quito la bata frente a sus ojos, cambiándome y luego me acerco al espejo para ver las marcas que esa idiota dejó en mi rostro.

Pequeños cortes dibujan mi piel, sin embargo eso no es lo que más me molesta porque sé es inestable, conviví con personas de su tipo toda mi vida, me molesta el hombre detrás de mí que busca pelea en un momento como éste.

—¿No quieres hablar conmigo?—pregunta ofendido.

—No—respondo. Continúo mirándome al espejo para atar mi cabello en una coleta, haciendo muecas pues el jalón de mi pelo me provoca dolor.

—Vamos, Lia, está enferma—dice encogiéndose de hombros. —No quiso hacerlo, sé que no quiso...

—Pues ve a cuidarla entonces si tanto te preocupa y la defiendes—indico volteándome para enfrentarlo. —Ven, anda, que nada te detiene.

—¿De qué hablas? —pregunta confundido.—No quiero protegerla, solo que no me parece que debamos continuar cagando su vida, ¿Entiendes? Estaba dolida, no debió tocarte, eso lo sé, pero no quiero...

—No quieres que sufra las consecuencias ¿Cierto? —no me responde, solo se limita a mirarme lo cuál para mí, ya es respuesta suficiente. —Lárgate, no quiero verte ahora.

Me volteo para colocarme los zapatos, cuando lo tengo sosteniendo mi brazo.

—No me iré, debemos hablar—dice con firmeza.

—¿Hablar o te quedas para convencerme de que no presente cargos?—tomo mi móvil, alejándome de su lado.—Tal vez tú le tengas piedad, pero a mí me vale mierda. No la quiero cerca, ahora mismo tampoco a ti, así que por favor, aléjate.

—Tenemos que hablar, Lia, esto no va a solucionarse si no me escuchas—me pide, al menos esta vez no me sostiene. —No quise defenderla, solo quiero evitar que esto se haga más grande y por eso te pido que no presentes cargos. El tema continuará, ella seguirá en nuestras vidas y...

—¡Seguirá en nuestras vidas igual porque tú te compadeces por ella!—grito agotada. —Niégame que no fuiste a verla mientras estaba dormida. Niégame que no la ayudaste, niega que la abrazaste en el apartamento y niégame que no te disculpaste por escogerme. Mírame a los ojos, y niégame eso, Hudson.

Ruego porque lo haga, me quedo demasiado tiempo mirándolo, esperando por una respuesta, pero simplemente niega y sé que no puede hacerlo porque es cierto.

—Te escogí, ¿Eso no es suficiente?—dice ofuscado.

—No, no lo es cuando no me defiendes—indico.

Paso a su lado abriendo la puerta, Kurt me pregunta cómo me siento, le respondo que bien y le pido que me lleve al apartamento mientras Hudson camina detrás de mí.

No miro a nadie al salir, ni siquiera a los reporteros que por primera vez, Hudson aleja de mi lado con sus propias manos. Ingreso en la parte trasera de la camioneta, segundos luego lo tengo a mi lado.

—Dejemos de fingir que esto es por Camille y admite de una vez que te gustó ese doctor de mierda—dice ofendido.

Me volteo a mirarlo. Realmente se ha vuelto loco.

—¿De qué estás hablando?—pregunto con el ceño fruncido.

—Te gustó el doctor Graham, eso lo vi en tus ojos—me acusa.

—¿Pudiste ver eso pero no que esa loca quiere lastimarme? En serio, eres increíble—gruño, alejando mi cuerpo del suyo. —Eres un puto enfermo, yo no soy como tú, maldición.

Entre Sábanas de Seda (AQS #1)Where stories live. Discover now