'Página 25'

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Era un largo día lunes. Primer día de clases en un instituto nuevo, con gente nueva, en un país nuevo... Todo tan nuevo e inexplorado para nuestro pequeño castaño.
Claro, no había tardado en encajar perfectamente con los rudos amigos de Fred, quienes lo acogieron con su máximo cariño, pero por supuesto que no era su escuela. No eran sus viejos amigos. No eran las antiguas profesoras. No era lo mismo. No era Chile.
Sin embargo no podía presentar quejas.
Una linda y sexy chica de cabellos rubios, rapados de su lado izquierdo y con los cabellos teñidos en las terminaciones de magenta había congeniado con el a la perfección. Portaba un tatuaje que le recorría su brazo derecho hasta el hombro y unos hermoso ojos magenta oscuros, además de sus orejas llenas de aretes. Era delgada y de su estatura. Su nombre era Chica y, apenas en su primer día, ya había conseguido un puesto como su mejor amiga. También estaban Bonnie y Golden, los cuales eran los únicos chicos de aquel peculiar grupo que no llevaban aretes o tatuejes. Bonnie portaba el cabello teñido de morado y recortado por los costados, era muy guapo. También estaba Bon, quien portaba un tatuaje que le recorría hasta la mandíbula y era probablemente uno de los más bajos del grupo. Y, claro, como olvidar a Foxy; el mas rudo de la escuela. Totalmente tatuado desde el comenzó de sus muñecas hasta su mandíbula, aretes en su lengua, labio, orejas, ceja... Realmente alto y con un perfecto cuerpo, mejor amigo de su pareja. Tal vez no era la mejor influencia, más eso era lo de menos. Solo le importaba las estupideces que el nuevo grupo al que se había unido cometía.
En ese momento se encontraban en la cancha de baloncesto abandonada que la escuela conllevaba. Foxy cargaba a Fred (quien podía ser comparado con un duende a su lado, si de estatura hablamos) como si de una bolsa de papas se tratara. Todos reían, mientras devoraban una bolsa de patatas fritas que Bon había robado de la tienda que se encontraba en la esquina de la cuadra posterior al instituto.
—¡El vampiro se nos puso rojo!— Gritaba riendo Chica.
—¡Si me tiene con la cabeza abajo! ¡¿Que coño esperas?! ¡No me circula la sangre!
—Callate duende— Se brulo el pelirrojo, caminando por toda la cancha con el pobre azabache sobre el.
—¡Os juro que os vomitaré a todos, malditos bastardos!— Reprochaba el pobre, quien apenas podía respirar.— ¡C-Creo que me voy a morir!.
—¡Yo me quedo con su play 4!— Gritó cierto rubio.
—¡Yo con la xbox!— Celebró Bonnie.
—Irala que traviesos— Jugó Fred.
—Me caes bien, así que no te voy a matar— Dicho esto, el pelirrojo arrojó de espaldas al 'diminuto' Fred. Todos acompañaron con un 'Uhhh'.
—A-Ahg... ¡Me destrozaste el culo, gilipollas!
—Ahora ya sabes lo que Freddy siente— Musitó, acercándose a Fred, quien tomaba la áspera pelota entre sus manos. Él azabache lo miró a los ojos, en total seriedad. Sabía que su amigo era estúpido, que aquel dato siquiera se daba cuenta de lo vergonzoso que era, Bonnie no se daba cuenta de lo que decía.
Todos los presentes comenzaron a reír.
—Bonnie di 'morado'— Pidió aquel avergonzado azabache.
—Morado.— Sonrió Bonnie.
—Deja de decir gilipolleces, tarado.
Y, con un pelotazo, Fred logró derrumbar a su débil amigo.
Comenzaron a reír mientras el pobre Bonnie se reincorporaba. Ambos comenzaron a jugar cual cachorros; mordiéndose, pateando se, empujándose... Fuerza bruta.
El castaño miró el reloj digital en la muñeca de Golden. Eran las siete de la tarde, tendría que salir de la escuela a las seis. Su madre sospecharía un poco y no quería preocuparla.
—Fred, tengo que irme a casa. ¿Me llevas?— Pidió, mientras su 'amigo' dejaba en paz al pequeño de cabellos morados libre.
—Vale. Chicos, os veo luego— Se despidió Fred, mientras caminaba a la puerta de salida.
—Venid ambos, ¡Freddy mola un huevo!— Festejó el mas bajo de todo el grupo, mientras picaba el balón contra el suelo repetitivamente. El castaño le sonrió, mientras Fred asentía y salía por la puerta, seguido por el contrario.
Ambos subieron al coche del azabache, quien, tras sacar las llaves de su bolsillo, tomó rumbo hacia su casa.
—Son casi las ocho de la noche... Mi madre va a aniquilar me— Musitó el castaño, observando la hora en su celular.
—Dile que te quedarás a dormir en casa de un estudiante para terminar un trabajo.
—No voy a quedarme en la calle toda la noche, simulando estar en el hogar de otro— Se burló Freddy, con total obviedad en sus palabras- Es estúpido.
—Puedes quedarte en mi casa— Ofreció Fred, claro, sin ninguna pecadora intención a simple vista, mas Freddy sabía perfectamente lo que conllevaba el echo de estar ambas personalidades en total privacidad.
—Hhm, vale... Le escribo ahora— Y por supuesto que el castaño no se negaría a una oportunidad así. Freddy jamás dejaba pasar una oportunidad.
Mientras sacaba su móvil y escribía a su madre, pudo velozmente percatarse de el exceso de mensajes enviados por la misma. Se volvería loca de rabia al saber que estaba bien.
Escribió, y colocó un corazoncillo al fin de su oración, para restarle ira a la bronca que le echaría al volver a casa. No tardaron demasiado en llegar a destino, después de todo, la casa de Fred no estaba a mas de cinco cuadras de la escuela.
Subieron las escaleras, pasándose por al lado de la casa del castaño. Trataban de no formular demasiado sonido, ya que el mismo podía llegar a oídos de la madre de Freddy.
Entraron a la casa del azabache y, automáticamente, el castaño se echó en el sofá de la sala. Era llamativo el echo de que Fred tuviese un sofá en casi cada una de sus salas; uno pequeño en la cocina, uno grande en la sala junto a otros dos más pequeños, en el comedor había otro no tan grande como el de la sala, y en su habitación había uno pequeño.
El azabache prosiguió a tomar asiento junto a su pareja que, cual cachorrito en busca de calor, se acercó y se acurrucó entre los brazos de Fred.
—Joder, estas hecho hielo, Freddy— Musitó Fred, mientras tocaba la punta de los dedos contrarias.
«¿Y si me calientas?» Pensó de una forma tan fuerte y profunda que, con apenas mirar al azabache, este pudo entender en sus ojos su pensamiento, aunque sin comentar nada.
El castaño se aferró al pecho de su pareja, dejando un beso en su hombro, como extraña muestra de afecto.
—Freddy...— El castaño miró lentamente a su pareja, con aquellos enormes ojos claros clavados en el de tez palida— ¿En verdad te quedarás con el uniforme?
—No iré a buscar ropa a casa.
—¿Quieres ver si algo mío te entra?— Ofreció. El castaño asintió para seguirlo a la habitación del mismo.
Abrió su armario, mientras entre sus prendas buscaba algo que a su pareja pudiese entrar le. Todo parecía enorme comparado al pequeño y delicado cuerpo.
Fred siempre pensó una comparación algo estúpida en su opinión sobre su pareja. Es que el siempre pudo comparar a Freddy con una de las muñecas de porcelana que su abuela tenía. Tal vez no era tan pálida como ella, pero mantenía la misma fragilidad, esos largos y finos dedos, sus labios prominentes y esos hermosos ojos grandes. El cabello castaño y por los hombros, la cintura marcada y las delgadas piernas, los pequeños pies y la hermosa nariz que ambos poseían. Simplemente idénticos, más le parecía idiota el echo de pensar una comparación como tal era aquella.
El castaño se acercó al armario y tomó un sweeter gris entre sus manos, el cual era simplemente enorme a su comparación.
—Sabes que eso te quedara enorme, ¿verdad?
—Si tuviésemos que buscar algo que me quede, podríamos pasarnos aquí hasta el amanecer y no encontrar nada.
El castaño estaba en lo correcto. Fred lo doblaba en estatura y en masa corporal. No es que el azabache fuese gordo, en lo mas mínimo, pero su trabajado cuerpo no podía ser comparado con el de el adolescente, quien simplemente era un palo de delgado... O no tanto, tal vez, pero si se asimilaban bastante.
El castaño se quitó la camisa que el uniforme regía, mientras le daba la espalda a Fred. El antes nombrado se limitó a morder su propio labio levemente, descartando totalmente la idea de arrojarse sobre el y devorar al pequeño a mordiscos.
«Lo que estas pensando es casi ilegal» Pensó Fred, mientras observaba como su pareja quitaba lentamente sus pantalones «Pero eso me gusta».
El castaño colocó la única prenda que cubriría su desnudo torso y volteó a ver a su pareja.
—Fred, estás babeando— Musitó entre risitas, limpiando con su pulgar aquel liquido proveniente de su boca. Había tocado cosas más asquerosas.
—L-Lo siento— Se disculpó el azabache, algo sonrojado—. ¿N-No tienes sueño?.
—Claro que no, abuela.
—¿Por que abuela?.
—No son ni las doce y ya quieres irte a dormir— Amaba molestarlo. Amaba sus reacciones. Las distintas facciones que su rostro mostraba ante una pequeña molestia.
—Oh, pues disculpame por preocuparme— Se quejó. El castaño besó sus labios sutilmente.— ¿Podemos al menos acostarnos? Me desperté a las seis de la mañana.
El castaño cerró la puerta y apagó la luz, mientras prendía la lampara de la mesa de noche de Fred.
Se recostó, dejando un espacio para Fred, quien se recostó junto a él. Ambos se miraron a los ojos por unos momentos, recostándose cara a cara.
—Te amo, corderito— Susurró, besando la cabeza del contrario.
—¿Corderito? ¿No era un osito?.
—Pues... Tu dijiste que tu madre te llamaba así antes y además... ¡Los corderitos son lindos!— Se defendió el español sonriendo.
—Entonces tu eres un lobito— Susurró, algo avergonzado por sus intenciones.
—¿Un lobo?.
Un pequeño silencio se formó, en el que el castaño ordenaba las palabras que diría internamente.
—L-Los lobos comen corderos— Con la sabana cubrió su sonrojado rostro, mientras susurraba— C-Comeme.
El azabache sintió un escalofrío por su cuerpo.
—F-Freddy...— Llamó el azabache.
—¡L-Lo se, tienes sueño! ¡O-Olvida todo lo que dije! ¡Buenas noches!— Musitó alterado, intentando sonar normal.
—No iba a decir eso...
—¿Que ibas a decirme?.
—Que eres hermoso— Habló el español, mientras el sonrojo del castaño aumentaba al punto de traslucir levemente las sabanas que cubrían su rostro.
—C-Callate...— El azabache se alabanzó al cuello del contrario, arrinconándolo bajo el, sin posibilidades de escapatoria. Como si Freddy quisiese escapar.
Tenían una cita y sus ropas no estaban invitadas...

The Balcony »Frededdy« [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora