Capítulo 29

1.7K 143 40
                                    

Barry cruza las puertas del laboratorio, como si fuera un día cualquiera. Café en mano, sonrisa en rostro y la felicidad a flor de piel.
—Buenos días. —Saluda con voz cantarina y le deja un café a su esposa y otro a su mejor amigo.
Pero cuando levanta su rostro, Barry se encuentra con algo que no esperaba ver; Cisco y Caitlin le miran con una expresión que no le gusta en lo absoluto.

—¿Qué ocurre? —Busca los ojos de su esposa pero ella evita hacer contacto visual y eso provoca que Barry se ponga en modo alerta.
—Diselo. —Pide ella. Su voz es fría y directa, sin rodeos.
El latino traga saliva y duda, duda mucho de hecho.
—Caitlin... —Le susurra a su mejor amiga. Pero ella no le deja continuar.
—Diselo, Cisco. Tiene que saberlo. —Le insiste. Finalmente, su amigo cede y suspira antes de ponerse recto en su sitio.

—Barry... ¿Recuerdas que cuando Iris murió me pediste que buscara algún mundo donde la tecnología les permitiera revivir a personas muertas? —El ojiverde asiente, sin entender de qué está hablando.
—Han respondido, Barry. Hemos recibido un mensaje de Tierra-81.
En cuanto se enteraron, comenzaron a trabajar día y noche. —Barry sigue sin entenderle y mueve su mano, instándole a llegar al punto.

—Iris está viva allí. En Tierra-81. —El aire de repente colapsa en los pulmones de Barry y deja de acceder a ellos. No traga saliva pues su boca se queda totalmente seca.
Como puede, se insta a sí mismo a reaccionar y responder, carraspea.
—Deberías... Diselo a Joe.
—Hay un problema; Iris sólo puede permanecer viva si se queda allí.
Se lo he dicho a Joe y está... Destrozado.
No puede dejar a Wally ni a Cecile, Barry.

El aludido asiente levemente, casi imperceptible.
—...Pero me dará su respuesta en un par de días. —Cisco le mira de manera permanente, sin abandonar sus ojos de él.
Y Barry se paraliza. Se congela.

—¿Barry? —Su amigo le susurra.
—Tengo que salir, Cisco. Necesito... —No termina su frase y sale corriendo fuera del laboratorio, respirando profundo cuando ya está fuera.
Toma grandes bocanadas de aire, luchando por aflojar la corbata que lleva puesta.
Y su primer instinto es correr.

Cuando Barry se sentía triste por lo de su madre, comenzaba a correr. Incluso cuando era un niño que se asfixiaba después de correr cien metros.
Correr siempre había sido su vía de escape.

Trata de ser más veloz que nunca.
¿Para qué? ¿Qué busca conseguir? Ni él mismo lo sabe. Tan sólo quiere ser más rápido de lo que alguna vez ha sido.

Cuando perdió a Iris, sintió que su mundo se había ido con ella. Que su corazón se había roto de tal manera, que nunca lograría repararlo.
Que estaría roto durante toda su vida.

Pero entonces apareció ella, como un ángel destinado a salvarle. Su peor pesadilla, su mejor sueño.
Su peor enemiga, su mayor aliada.
Caitlin Snow, la Doctora que había cuidado de él desde que se conocieron.
Pero Barry nunca la había mirado de esa manera hasta el día en el que la Ciudad casi vuela por los aires.
Meses atrás, Barry ni siquiera se lo habría pensando. Habría vuelto con Iris.
Pero ahora todo era diferente, todo había cambiado.
Su corazón ya no estaba roto.

Y Barry estaba inmensamente confuso.

En ese momento, casi como si estuviera viajando en el tiempo, Barry vió frente a sí mismo una escena.
Era una escena de sí mismo, años atrás.
Pero era como si fuera una tercera persona, lo veía todo desde fuera. Como un espectador de su propia vida.

—¿Dónde estoy? ¿Quiénes sois vosotros? ¿Qué ha pasado?
—Yo soy Cisco Ramon y ella es Caitlin... La Doctora Snow.
Necesito que orines en este bote.

—¿Qué?
—Nada. Sólo me he dado cuenta de que no sonríes mucho.

—¡En ciencia compartimos, no guardamos secretos!
—Vaya, nadie la había hecho enfadar tanto desde Ronnie...

—Esa chica está verdaderamente loca.
—Bueno, hay personas por las que vale la pena estarlo.

Sólo necesito un tiempo para mi. Ya encontraré a alguien  por quien volverme loca de nuevo.

—¿Barry? ¿Te quedarías conmigo hasta que me quede dormida?
—Claro. Si.

—La otra noche, cuando casi muero... Pensé en ti.

—¡He perdido a demasiadas personas que me importaban en este mismo edificio, no puedo hacerlo de nuevo!

—Si fallas, moriremos juntos.

—¡Jay, por favor! Sólo dejalo ir.

—¡Él me dijo que estabas muerto!
—No lo estoy, estoy justo aquí.

A las 9, Allen. Y más te vale no llegar tarde.

Caitlin...
—¿Si?
—Yo también te quiero

...Tú ya eras una heroína antes de tener esos poderes. Tú me enseñaste a ser fuerte. Y a ser un verdadero héroe.

Me haces mejor persona, Barry

Casate conmigo. Aquí y ahora.

Barry tiene que detenerse, se obliga a parar en seco y a respirar hondo.
Está agotado, totalmente agotado y rendido. Pero no de la manera física si no de la mental.
—¿Barry? ¿Qué vas a hacer? —Y en cuanto Cisco deja escapar esas palabras, Barry lo sabe. No necesita pensarlo ni por un instante y quiere golpearse a sí mismo por haberlo dudado.
—Voy a regresar a mi hogar.

Y Caitlin abandona la sala al escuchar esas palabras salir de la boca de su esposo.
Cuando Barry entra en el ático, está totalmente vacío a pesar de que son más de las doce.

Caitlin ya no está allí.

Right In Front Of You. Snowbarry.Where stories live. Discover now