Capítulo 25

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IMPORTANTE: ¿Alguien conoce alguna fanfic de Jane The Virgin? Estoy pensando en empezar una pero no quiero ser la única que escribe sobre esa serie 😂

Un capítulo totalmente soft y full de amor para recompensar tanta tensión

—¿Barry, puedes venir a ayudarme con la mudanza? —Barry asiente a pesar de que su esposa no puede verlo.
—Dame sólo un minuto amor. —Se gira hacia Cisco con una sonrisa honesta y cuelga el teléfono.
—¿Podrías encargarte de la Ciudad durante un rato? Caitlin necesita ayuda con la mudanza. —Cisco se saca la piruleta de la boca y frunce el ceño.
—Lleváis casados una semana. ¿Qué has estado haciendo? —Barry chasquea la lengua con obviedad.

—¿Ser secuestrado por Amunet? —Cisco abre la boca para rebatir su argumento pero no tiene nada que decir así que vuelve a cerrarla.
—Ve, yo me encargo de la Ciudad. —El velocista sonríe y corre hasta la casa de su chica.
—Hola Cait. —Sus labios se juntan en un casto y corto beso.
—Hola Barry, vamos a empezar. —Antes de que la chica pueda hacer nada, el ojiverde toma varias cajas y las lleva hasta su ático.
—Barry. Barry. ¡Para! —Caitlin exclama. El joven se queda parado frente a ella, alza ambos manos a modo de defensa y ella ríe.

—Así no, amor. No quiero hacerlo así. —Frunce el ceño y se acerca a la castaña, tratando de entender de que habla.

—Barry, yo quiero una mudanza de verdad. Quiero coger mi coche y que sólo quepan cuatro cajas en el maletero y tener que dar siete vueltas.
Que una de las cajas se nos caiga por la escalera y tengamos que llevar las cosas en la mano. Y romper un montón de figuritas de cerámica horrendas que ni siquiera sé de donde han salido.
Perder todas mis fotos. Y encontrar más, de cuando era pequeña y mi madre me disfrazaba de Einstein para ir a clase.
Y acabar a las seis de la mañana, agotados. Mirando el amanecer mientras tomamos café.

Su esposo no puede evitar una enorme sonrisa honesta.
Asiente despacio, casi asimilando sus palabras.
—Contigo lo quiero todo. Lo bueno y lo... Menos bueno. Así que hagamos esto. Tengamos una mudanza estresante, aburrida y agotadora.
Una risa se escapa por los labios del héroe.
—Vamos allá, Cait. —Trae de vuelta las cajas a la casa y comienzan.

Tal y como Caitlin predijo, tienen que dar varios viajes para llevar todas las cajas a su nueva casa.
—Barry, ve subiendo tú. Ahora voy. —Barry toma un par de cajas y refunfuña por lo bajo, quejándose de que no haya ascensor.
Cuando va por el tercer piso, un vecino descuidado que va corriendo escaleras abajo, se choca con el castaño y una de las cajas hace un viaje al suelo.

Cuando la Doctora lo ve, una carcajada se le sale.
—Doctora Caitlin Snow-Allen. Genia, superheroína y vidente. —Bromea el muchacho en voz baja, casi susurrando en el oído de su esposa.
Ella vuelve a reír y niega antes de darle un pequeño golpe en el hombro.
Sin embargo, las fotos de la infancia de Caitlin no aparecen por arte de magia y no pierden absolutamente nada durante la mudanza.

Cuando terminan, es totalmente de noche, algo pasadas las doce.
Barry se recuesta en su recién estrenado sofá en forma de "L" y suspira.
La castaña se acopla entre sus piernas y su espalda queda pegada al pecho del joven.
El ojiverde juguetea con las castañas ondas de la chica y le hace una trenza.
Ninguno de los dos habla durante un largo rato. Pero ninguno se siente pesado o incómodo.
Es uno de esos momentos, cuando no es necesario decir nada.

Ambos dos se ven sorprendidos por el sonido de una tromba de agua cayendo.
Se ponen de pie y caminan para realizar que, efectivamente, el cielo tiene una tonalidad azul oscura, casi grisácea y las nubes opacan la luz de la luna.
La lluvia es tan intensa que el viento provoca que las gotas se estrellen contra los cristales.
—Parece que el mal tiempo ha llegado. —Susurra la Doctora, sonriendo.
—¿Crees que este año nevará? —Su esposo se gira hacia ella y la mira. Ella aprieta los labios.

—Creo que la última vez que ví nevar fué cuando tenía 12 años... —Rememora. Él asiente, teniendo la misma sensación.
—Mi madre acababa de morir la última vez que ví nevar. Así que no lo disfruté, ni siquiera salí. —Su esposa pasa ambos brazos alrededor de su cuello y lo envuelve en un cálido abrazo.

—¡Barry, Barry! ¡Está nevando! —Caitlin salta sobre su novio, lo menea y le grita. —¡Allen, mueve el culo!
El chico se despierta de un salto y mira de un lado hacia otro, exaltado.
—¡Está nevando! —Vuelve a exclamar. El muchacho se deshace de las cobijas en un instante y corre hacia la ventana.
Efectivamente, unos hermosos copos de nieve se estrellan contra su ventana y llenan su balcón.

El joven sale al balcón y entonces, se da cuenta de la nieve tan sólo está cayendo sobre ellos. Sobre su edificio.
Trata de evitar una profunda sonrisa que hace que sus ojos se empañen.
Se gira hacia su novia y la ve con los brazos alzados y los ojos cerrados.
La nieve comienza a caer con mucha más fuerza y en segundos, el balcón se encuentra cubierto de ella.

—Nieva sobre nuestro edificio... —La chica se detiene y ve las cejas alzadas de su novio, sabe que le está siguiendo el juego.
—Lo sé. Casi parece un milagro para ti. —Bromea y sus cejas también bailan.
Barry suelta una risa.
—Tú eres mi milagro, Caitlin. —Suelta. Y la chica reacciona de la manera más adorable y perfecta que podría; le estrella una bola de nieve justo en la frente a su esposo.

—¡Cursi! —Le grita, agachándose para coger otra bola de nieve.
El chico se limpia la frente y suelta un "ohh"
—Para, Cait. —La advierte, alzando una manos. Pero su sonrisa juguetona provoca que la joven le lance otra bola de nieve.
—Caitlin... —Vuelve a advertirle y ella deja escapar una risa juguetona.
Otra bola acaba en el cuerpo de Barry, justo en su hombro.
La chica se dobla sobre sus rodillas para poder seguir riendo, exhausta.

—Luego no digas que no te lo advertí. —Sale corriendo hacia ella y la toma entre sus brazos, cargándosela en el hombro.
Caitlin grita entre risas y ríe entre gritos.
—¡Bajame! —Exclama, Barry da vueltas con ella en brazos y la imita en sus risas.
—¡Tonto, estúpido, niño bonito! —Esa última le hace carcajearse con fuerza.
—¿Eso es un insulto? —Ella se siente ofendida y sólo le golpea la espalda.
Estira la mano y le da una palmada en el trasero.

—¡Oye! —La deja en el suelo y luchan para contener sus carcajadas.
Al final, cuando por fin consiguen calmarse, Caitlin se pone de puntillas para envolverle el cuello con las manos.
Hace que la nieve comience a caer otra vez y sus cabellos son los primeros en llenarse de copos blancos.
Despacio, sus labios se unen bajo la nieve.
Y en ese momento, justo en ese momento, ya no queda nada más.
No hay un Mundo, no hay una Ciudad.
Sólo ellos y el amor.

Estatus: ENAMORADA.

¿No son jodidamente preciosos?
Son jodidamente preciosos.

Pd: Me inspiré en una escena de Jane The Virgin para ese beso bajo la nieve. Mi escena favorita de todos los tiempos <3

Right In Front Of You. Snowbarry.Where stories live. Discover now